Ramón tiene 54 años y está preso en una pequeña celda. Sentado frente a un viejo escritorio, escribe en silencio por la libertad de los presos políticos catalanes. En la celda de enfrente está Arnau, de 40 años, que da brevísimos paseos a lo largo de su jaula, que mide 3 metros de largo y 2,40 de ancho. A veces se agarra a los barrotes y mira al exterior. Ramón y Arnau están presos… pero porque les da la gana. No han cometido ningún delito. Están encarcelados por su propia voluntad. De hecho, tienen las llaves de la puerta, por si en algún momento se agobian y quieren salir. A su alrededor, la gente les tira fotos. No están en Estremera ni en Soto del Real, sino en la Plaza Mayor de Vic (Barcelona). Cuando pasen dos horas, saldrán de su encierro y serán relevados por otra dos personas.
Esta es la última performance de protesta del independentismo catalán. Dos celdas en mitad de una plaza, con el objetivo de solidarizarse con Oriol Junqueras, Josep Rull, los Jordis y el resto de políticos catalanes presos. Se trata de una iniciativa de Omnium Cultural y la ANC que arrancó el sábado a las cinco de la tarde.
"En las jaulas van los animales"
A las celdas no puede entrar cualquiera: para que te encarcelen hay que apuntarse. Es necesario rellenar un impreso al que se accede desde la web unpobleempresonat.cat (un pueblo preso). La idea es que durante las 24 horas del día haya una persona encarcelada dentro de cada jaula. “No son jaulas. En las jaulas se mete a los animales. Nosotros somos personas que queremos denunciar el déficit democrático de España”, corrige Miquel Pla, portavoz de Omnium Cultural y uno de los impulsores de la iniciativa.
“Mejor protestar con este tipo de iniciativas que con violencia, como querrían en Madrid, ¿no crees?” apunta Arnau desde su celda. Él, que es independentista y partidario de la DUI, cree que “los catalanes estamos dando un ejemplo de civismo en este sentido”. En la celda de enfrente, Ramón apunta que “lo hacemos por la independencia, por nosotros… y también por nuestros padres. A ellos les tocó vivir otra época y pasaron más miedo. Nosotros no tenemos miedo”, sentencia.
Explican desde Omnium Cultural que la celda ha sido fabricada por independentistas voluntarios en Hostalets, un pueblo cercano. “¿Que cuánto ha costado? No lo sabemos. Se ha hecho con aportaciones voluntarias. Una empresa ha donado el esqueleto, otra los barrotes metalicos, otros voluntarios han trabajado para soldarlas… y así todo”, resume Miquel Pla.
Una celda sin lavabo
La estructura es un contenedor de camión que ha sido debidamente recortado y le han soldado barrotes que le confieren el aspecto de una celda para animales de circo. No es como la de Estremera, cuyas paredes son de obra. Aquí, los presos están a la vista de todo el mundo. Tampoco hay lavabo. Si te da un apretón tienes que coger las llaves, abrir el candado de la puerta, salir y luego volver a encarcelarte.
Lo que sí que hay es un botón rojo en el que pone 'Emergencia'. No es atrezzo. Es un botón de emergencias de verdad, por si ocurre algún suceso inesperado y hace falta que te saquen de ahí. “Este botón no lo tienen los presos políticos que tenemos en Madrid”, bromea Arnau con amargura. También hay una silla, un viejo escritorio, un catre con sábanas raídas y un buzón de solidaridad donde cualquiera puede aportar su donativo para pagar las sanciones económicas que se le están imponiendo a los líderes del proceso separatista. También hay una estufa eléctrica, porque en Vic, en noviembre, de madrugada, hace frío. Mucho frío.
Un humorista y un cocinero
Los primeros en encerrarse fueron el humorista catalán Lluís Jutglar 'Peyu' y el cocinero Nandu Jubany. “Yo vi a 'Peyu' allí metido y pensé que a lo mejor sería una broma, pero no. Es una cosa seria y a mí me parece bien”, explica Josep, un vecino de Vic que toma un par de fotos. Eso fue el pasado sábado a las cinco de la tarde. A partir de ahí, las celdas no han estado vacías ni un solo instante. En turnos de dos horas, se han ido encerrando parejas de independentistas que pretenden protestar por el encarcelamiento de los políticos presos en Madrid. Hay cola. De hecho, los turnos están completos para esta semana. No es difícil: Vic es uno de los bastiones del independentismo catalán. Eso se percibe dando un simple vistazo a la plaza mayor: impresiona ver como cerca del 90% de las ventanas y balcones de la plaza están llenos de esteladas y pancartas pidiendo libertad para los presos.
“No sólo tenemos a gente de Vic. Yo, por ejemplo, soy de Manlleu”, cuenta Arnau desde dentro de su celda. El portavoz de Omnium Cultural va más llá y explica que “se ha inscrito un señor de Lleida que se va a hacer 160 kilómetros para encerrarse en el turno de las diez a las doce de la noche”.
La idea además es que estas celdas sean unas cárceles itinerantes que vayan por toda Cataluña. Permanecerán un par de semanas en Vic. De ahí pasarán a Olot y después se está gestionando su traslado a otros municipios de mayoría independentista como Girona o Manresa. Incluso existe la posibilidad de que las familias de los políticos presos en Madrid se adhieran a la iniciativa y pasen sus dos horas presos para protestar.
"En las revoluciones hay presos y muertos"
Dos policías locales de Vic pasan, a bordo del coche patrulla, al lado de la celda. Uno de ellos levanta el pulgar a Arnau, preguntándole si todo va bien y sugiriéndole que encienda la estufa porque hace frío. Arnau, el preso de la celda número 2, contesta que sí, que está bien. En el fondo, está ahí dentro porque quiere y esta noche dormirá en su casa. Cuando pasen dos horas, le dará el relevo a otra persona y el seguirá peleando por la independencia desde fuera. “Estuve a favor de la DUI. No es el momento de dar pasos atrás, porque esto es una revolución. Y yo soy de los que pienso que es normal que en las revoluciones haya presos y muertos”, concluye.
A pesar de la épica de la frase, en este proceso no hay muertos, y presos cada vez menos. O eso es lo que se desprende de la decisión de los exconsellers Josep Rull y Jordi Turull, que acaban de anunciar que acatan el 155, con el objetivo de ser liberados. De este modo, pretenden que la juez Lamela aplique los mismo criterios que a Carme Forcadell y les deje en libertad.