2012. El juez Ricardo González, de la Audiencia Provincial de Navarra, pregunta a una víctima de violación: “¿Mostró usted oposición o negativa?”. La joven contestó que sí, que trató de zafarse de él. Hace dos semanas, el mismo magistrado le lanza la misma pregunta hasta en dos ocasiones a la víctima de La Manada. En esta ocasión, la chica respondió: “No hablé, no grité, no hice nada”.
En su sentencia de hace cinco años el juez González condenó al violador a nueve años de cárcel. Ahora, se inclina por excarcelar a los cinco sevillanos acusados de agredir sexualmente a una joven en los pasados Sanfermines. Dicha pregunta fue clave en aquel veredicto: “¿Se opuso usted al violador?”. La respuestas que obtuvo en ambos casos, también.
El pasado viernes la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra emitió un auto por el que se negaba la libertad a los miembros de La Manada. De los tres magistrados que componen el tribunal que los juzga, solo el juez González se mostró a favor de liberarles. Su posición se basa en la respuesta que dio la víctima a la pregunta que suele plantear a quienes denuncian agresiones sexuales. Como hace cinco años. Y como hizo el pasado 14 de noviembre, cuando C. declaró ante él y sus dos compañeros, Francisco Cobo y Raquel Fernandino. Así fue aquel momento:
-¿Qué manifestación hizo de que no quería mantener esas relaciones, cómo se lo hizo saber?
- No hablaba, estaba con los ojos cerrados y no hacía nad- respondió la joven.
- ¿Hizo algún gesto, alguna manifestación que pudiera indicar a los acusados que no quería mantener relaciones sexuales?
-No hablé, no grité, no hice nada. Entonces, que yo cerrara los ojos y no hiciera nada, ellos lo pueden interpretar como que estoy sometida o como que no.
La pregunta está resultando crucial en el devenir del caso y en la decisión de los jueces sobre la condena o la absolución de La Manada. En las últimas dos semanas, los abogados de los acusados han tratado de exponer al máximo a la joven.
En resumen, el discurso que han tratado de vender es el siguiente: que una joven de 18 años, a las tres de la mañana de un seis de julio, se encuentra con cinco jóvenes en La Plaza del Castillo de Pamplona. Nunca había tenido relaciones sexuales en grupo. Nunca había hecho una orgía. Sin embargo, en apenas diez minutos, decide irse con ellos en busca de un lugar escondido en el que tener sexo con todos a la vez. No sabe exactamente cuántos son. Tampoco sus nombres, y van a mantener relaciones de esa manera sin utilizar preservativo. Ella, siguiendo el relato de las defensas, admite realizar todo tipo de actos, todo cuantos ellos deseen. Tras lo ocurrido, ellos se marchan de allí sin despedirse y robándole el teléfono.
Una pregunta que recorre los juzgados
Un conocido e importante abogado de Pamplona lleva semanas comentando con sus colegas y otros jueces del Palacio de Justicia de Pamplona esta pregunta tan concreta. Para él, y para muchos otros, se trata del aspecto fundamental del juicio. Y saben que para el juez González también lo va a ser. Le conocen bien. “Todos sabíamos que si ninguno de los otros dos del tribunal hacía esa pregunta, la iba a hacer él. Todos sabíamos que haría esa pregunta”, relata a EL ESPAÑOL.
Son ya muchos años compartiendo juicios con Ricardo González González. Casado, con dos hijos, es desde hace ya más de una década magistrado de la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra.
Su apellido es bien conocido en los pasillos y en las salas de los juzgados de Pamplona. No solo por él: procede de una familia de larga tradición en la judicatura. Dos de sus hermanos también son jueces. Un cuarto miembro de la familia ejerce como abogado.
Falta todavía algo más de un mes para que se sepa el veredicto que los tres magistrados se encuentran ya valorando y redactando. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, en estos momentos habría un ajustado 2-1 que condenaría a los cinco sevillanos acusados de violación. Y es el voto de este juez, Ricardo González, el que está más cerca de la absolución que de la condena. Todos los focos apuntan hacia él.
Condena un caso similar en 2012
“Se trata de un juez exhaustivo, cercano, reservado y muy cercano. Pero es, sobre todo, un tipo justo”. Son las palabras de otro abogado pamplonés que prefiere mantener su anonimato. A lo largo del proceso, durante los meses previos al juicio, los tres magistrados votaron en distintas ocasiones sobre aspectos relacionados con el juicio. Dos veces tuvieron que votar si eliminaban la medida de la prisión preventiva para los cinco acusados. En las dos ocasiones el resultado fue 2-1 a favor de que La Manada continuase en prisión. Y por dos veces Ricardo González emitió ese voto a favor de dejarles en libertad provisional.
Ricardo González, según ha podido saber EL ESPAÑOL, tiene muchas dudas con respecto a este caso. Sobre todo tras la declaración de la víctima y tras esa pregunta que él le realizó.
La otra violación en Pamplona
González ya tuvo que lidiar con otro caso de violación años atrás. Fue en 2012, también en Pamplona. Era el caso de una mujer que fue a denunciar que su marido le había pegado. Que le había arrastrado por la casa. Que posteriormente trató de agredirla sexualmente. Que trató de resistirse, pero no pudo evitarlo. Al final, su pareja la violó.
El mismo día de lo sucedido, la mujer le denunció ante la policía. Explicó a los médicos que el hombre la había forzado, que la había violado. Meses después fue el juicio. El proceso fue a parar a la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pamplona. La misma que ahora y que entonces lleva Ricardo González.
Durante el juicio, González le formuló una pregunta a la chica que años después iba a volver a realizar: ¿Mostró usted, dijo, oposición o negativa? Se refería a si la joven se había opuesto o negado ante a su agresor, el hombre que la había violado.
La joven víctima dijo que sí, que se había resistido, que había tratado de zafarse, que se lo había tratado de quitar de encima con todas sus fuerzas, pero que al final no pudo. Este detalle, según ha podido saber EL ESPAÑOL, fue clave en aquel momento, en aquel juicio. González condenó a aquel hombre por violación a 9 años de cárcel.
Condena por agresiones machistas
No es la primera ni la segunda vez que Ricardo González tiene que lidiar con este tipo de casos. También en 2012, él mismo se encargó de condenar a una indemnización de 2.000 euros a un pamplonés por un delito contra la integridad moral de una mujer.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, en aquel entonces, el condenado colocó el siguiente mensaje en la web milanuncios.com el siguiente mensaje. “Hola a todos. Soy una chica con problemas económicos y por una ayudita de 25 euros la media hora os hago de todo lo que me pidáis, hago muy buen francés y un estupendo griego para el que le guste lo bueno yo seré lo mejor. Por favor, solo atiendo teléfono. Por tanto no leo correo. Edad 30 años”.
Junto al anuncio, aparecía asociado un número de teléfono. Iba también acompañado de la fotografía de la chica en cuestión, con una clara connotación sexual y “componente vejatorio”. Así lo definió González en su sentencia, a la que ha tenido acceso este periódico. Por culpa de esto, la mujer recibió más de cien llamadas “de índole sexual” en su teléfono. La mujer recibía los mensajes llorando. Todo ello, tristemente, le provocó serios problemas de nervios. Le llegaron a afectar, incluso, a su dentadura. Ricardo fue uno de los jueces que condenó al agresor y causante de todo esto en aquel caso.
Decisivo en el juicio de ‘La Manada’
Sin embargo, en este juicio, González está teniendo más dudas. Para él juega un papel muy importante, entre otras cosas, la declaración de la chica. Para él, está resultando crucial ese no resistirse, el hecho de que la chica, según contó ella misma en su declaración, no hiciese utilizase la fuerza para zafarse de ellos, que no se opusiese a nada de lo que le obligaron a hacer.
Hay, sin embargo, más detalles importantes a valorar: antes de marcharse del portal, a la joven que ahora tiene 20 años le roban el teléfono y la tarjeta. La dejan allí tirada. Minutos antes, la joven entraba en pánico, cerraba los ojos, esperando que todo acabase pronto.
“Empecé a sentir más miedo cuando me agarraron de la mandíbula y me acercaron para hacer una felación, y otro me agarraba de la cadera y me bajaba los leggins. En ese momento estaba totalmente en shock, no sabía qué hacer, quería que todo pasara rápido y cerré los ojos para no enterarme de nada”.