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Ángel María Villar (Bilbao, 1950) ha sido durante tres décadas una de las personas más poderosas y opacas del fútbol español e internacional. Presidente de la Federación Española desde 1988, vicepresidente de la FIFA y de la UEFA, acumuló durante lustros un nivel de influencia muy considerable, condecorada con los años gloriosos del fútbol español (2008-2012).
Hombre con fama de resistente e impenetrable, alérgico a la prensa y provisto de un código de honor casi decimonónico, su larga permanencia en el cargo y los sucesivos enfrentamientos con Javier Tebas, exempleados federativos o secretarios de Estado para el Deporte debilitaron su reputación hasta el punto de convertirse en un personaje oscuro y sospechoso para amplios sectores de los medios de comunicación y de la opinión pública española (una deriva a la que no ayudó el nombramiento de su hijo Gorka como director general de la cuestionadísima Confederación Sudamericana de Fútbol en 2014).
La aureola de invencibilidad de Villar se esfumó el pasado mes de julio, cuando fue detenido y encarcelado (doce días) en el marco de la Operación Soule: un proceso que afecta a unas cuarenta personas y supuso también el ingreso en prisión de su hijo Gorka y de Juan Padrón, vicepresidente económico de la Federación. A Villar, atrapado en un auto basado en escuchas telefónicas que dieron lugar a titulares muy poco ejemplares, se le acusa concretamente de administración desleal, falsedad documental, corrupción entre particulares y apropiación indebida. Poco después de ser arrestado, fue suspendido un año de sus funciones por el Consejo Superior de Deportes.
El exfutbolista y dirigente bilbaíno proclama desde entonces su inocencia a quien le quiera escuchar (mucha menos gente que antes de ser detenido) y ha decidido romper su silencio público en un mes clave para el futuro de la Federación, enfangada en un avispero de querellas y recursos que podrían abocar a unas nuevas elecciones, una moción de censura contra él o incluso, en una carambola poco probable, su regreso al despacho de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
La entrevista, que por su longitud publicará EL ESPAÑOL en varias piezas y dos días, tuvo lugar durante tres mañanas en el despacho de abogados que tiene su hijo Gorka en el centro de Madrid.
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De su vida deportiva, la anécdota más repetida es la bofetada que le pegó al entonces mejor futbolista del mundo, Johan Cruyff, en San Mamés.
Eso para los malvados... Yo he jugado once años en el Athletic Club de Bilbao, he dedicado toda mi vida al fútbol, he jugado 430 partidos en Primera División, he jugado 22 partidos en la selección nacional, he sido campeón de España...
Para los que no le vieron jugar: ¿qué jugador de los últimos 15 años le recuerda más a su estilo como futbolista?
El mejor jugador de la historia ha sido Alfredo Di Stéfano. En España, Paco Gento. Y de los de ahora, admiro profundamente, pero mucho, a Busquets. Yo jugaba en esa posición, entre marcador y centrocampista. He metido muy pocos goles, contados con los dedos de la mano, igual que él. Pero cada partido que le veo, tanto en el Barcelona como en la selección, me veo reflejado. En bueno. O sea, Busquets es un Ángel Villar, pero en bueno. En súper bueno.
Llegó muy joven a la presidencia de la Federación, con 38 años. ¿Cuántas querellas le han puesto en estos 29 años de mandato?
Cinco querellas. Y ahora todo el caso Soule... Siempre me las han puesto cuando ha llegado el periodo electoral. Para desgastarme. Han utilizado a los jueces y a los tribunales.
¿Por qué es tan profunda y duradera la división en el fútbol español?
¿En qué sentido profunda?
El nivel de enemistad es altísimo.
No me sea genérico, déme nombres y apellidos.
¿Por qué es tan larga la guerra entre dos bandos que lideran usted y Javier Tebas?
Todo el que me conoce me califica de persona tremendamente institucional, con un respeto muy alto a las instituciones del fútbol. Y cuando eligieron al señor Tebas presidente de la Liga, evidentemente a mí no me sorprendió. Se sabía que iba a ganar. Antes de ser presidente, ya había ido en contra de mi persona. Pero lo elige el fútbol profesional y lo tengo que respetar. Yo tuve un primer contacto con él. Después no ha habido más.
¿No han quedado ni un día a comer?
No, no... Y por algo será. Antes de ser presidente ya se había personado en un proceso judicial contra mí, ya me había descalificado más de 150 veces en los medios de comunicación, había solicitado varias veces que me abrieran expedientes sancionadores. Y en varios procesos electorales había estado en contra de mí. Esto no es nada ilícito, considera que hay una alternativa mejor y ya está, pero los insultos y las injurias... Miren ustedes las hemerotecas. Yo he sufrido descalificaciones, expedientes, querellas, de todo… Y, a pesar de ello, no he hecho ninguna declaración en contra de él en 29 años que llevo de presidente, ni he ejercitado ninguna acción legal o disciplinaria contra él.
Aspirábamos a sacarle la primera.
Pues no me la va a sacar. Pero sí hay un principio que he aprendido de un político: a los hombres no se les califica, los hechos califican a las personas. Quiero decir algo a los que tanto hablan: si el Gobierno se quisiera meter en la actividad privada de la Federación y establecer sus criterios, ¿se enfrentarían con todas sus fuerzas a ellos? Que lo contesten. Yo ya lo he hecho. Y si he tenido una actitud de lucha contra eso es porque ha habido una intromisión donde no debían meterse.
Miren ustedes las hemerotecas. Yo he sufrido descalificaciones, expedientes, querellas, de todo…
En cuanto al presidente de la Liga, ha habido un conflicto de competencias entre la Federación y la Liga desde que nació la Liga. Y hemos luchado. Yo siempre he nombrado vicepresidente del futbol profesional al presidente de la Liga, aunque no me obliguen los estatutos. A todos: Astiazarán, Baró, Tomás, etc. Yo les preguntaría a los nuevos dirigentes de la Federación, ¿están de acuerdo con que este señor haya ejercitado siete acciones para abrirme expediente sancionador y echarme a la calle, estar detrás de dos acciones criminales (antes) y ahora cuatro más? Me ha insultado 150 veces. Qué fácil es hablar desde el no sufrimiento de todas estas cuestiones. Y, por cierto, nadie le dice nada. Y encima la solución es maravillosa, que hablemos... Yo tengo más paciencia que el santo Job.
¿Cómo se explica que dos de sus tres secretarios generales se le hayan rebelado?
Pues es una de las preguntas que me hago... Evidentemente, tendrán sus motivos. Pero las dos decisiones que tomé (una, llegar a un acuerdo de extinción de la relación contractual con Gerardo González en 2003, por falta de confianza; otra, despedir a Jorge Pérez) fueron muy justificadas.
¿Llegó a considerarse un personaje imbatible?
[Ríe]. El otro día me lo dijo alguien: tienes siete vidas, como los gatos. Querellas, críticas, insultos... Yo digo que Ángel Villar, como presidente de la federación, es un 'punching-ball'. Como los boxeadores... Todo lo que pasa malo en la Federación, un golpe. Pum. Pasas por ahí, en el ‘punching-ball’, pum. He sido eso durante años, pero he sido y soy feliz. A mí todos los compañeros me han calificado de luchador en el campo, como obrero del fútbol. Llamarme obrero del fútbol era un alabanza para mí. Yo he tenido nueve entrenadores en el Athletic y he jugado con los nueve... Me vanaglorio de esa lucha. Y decían que jugaba para atrás... Yo decía: no soy tan malo, he jugado con nueve entrenadores, ¿será que los nueve querían perder…? ¡Pues figúrate si juego para adelante!
He sido un hombre muy resistente, ya desde niño. He jugado en una posición del medio campo que hay que luchar, medio defensivo, y eso me ha enseñado. Después, en mis ratos libres, ya casado y con familia, empecé a estudiar la carrera de Derecho. Que hice por defensa de mis compañeros del Athletic de Bilbao: estar mejor formado para debatir los derechos que teníamos los jugadores frente a los directivos. Hice la carrera por la noche. Recuerdo que mi mujer venía todas las noches a buscarme con Gorka, en el coche, a la Universidad de Deusto, cuando salía a las nueve o nueve y media de la noche.
Este último golpe que me han dado es terrible
Me he quedado veranos estudiando, que algunos entrenadores del Athletic me criticaron. Me he quedado noches estudiando, siendo futbolista profesional y de la selección. Mi vida ha sido una constante superación: lucha, ganas de salir, etc... Me considero un luchador nato. Este último golpe que me han dado es terrible, porque me han lanzado a mí, a mi hijo, a mi familia, al barro... Y además para mi mujer terrible, porque ver a su marido y a su hijo encarcelados en una celda, echados al barro de la sociedad española y mundial del fútbol (porque soy conocido), no es fácil de llevar... Pero bien. He vuelto a estar, a luchar, con mis 67 años. Hago gimnasia todos los días, ando dos horas, me levanto a las seis y media de la mañana, estudio los documentos de la causa, pienso... Dentro de mis posibilidades, tengo alegría en una situación complicada y he aprendido que tengo que cuidarme, no preocuparme. Cuando tú cruzas la calle, tienes que tener cuidado, no preocuparte. Porque si te preocupas te pilla un coche.
Su aura de imbatibilidad tembló el 18 de julio a las ocho de la mañana en su domicilio madrileño.
(Pausa). Esa mañana, como siempre, me levanté pronto para hacer gimnasia. Me duché, y cuando iba a salir llaman a la puerta y acude mi mujer. “¿Quién es?” “Somos la Guardia Civil”. Mi mujer me lo cuenta y le digo: “Será alguna notificación de algo…” Tocan por segunda vez y dicen que vienen con un mandato judicial. Mi mujer abre la puerta. Entra la secretaria del juzgado, varios agentes de la UCO, me dan un papel, firmo, y empiezan a revisar. Venían a por dinero, joyas y documentos. Dinero no había. Mi mujer tenía dos joyas de valor afectivo y económico: una esmeralda que le regalé en la pedida de novios y unos pendientes que fueron de su madre. Todo lo demás era bisutería cara.
Me dijeron que podía hacer una llamada y llamé a mi abogado. Me revisaron toda la casa. Se llevaron mucho menos de lo que esperaban, no llenaron ni la mitad de una caja (y traían tres). En casa tenía 1.500 euros, esos me los dejaron. Se llevaron el móvil, un iPad y algún pendrive con fotografías históricas de la familia y de mi actividad. El trato, menos con un agente, fue cordialisimo. Muy bueno. Tiene un defecto el registro, que todos los que hayan sufrido una investigación sabrán: te dejan todo patas arriba. Muchas veces lo dejas estar así un mes, porque te da repelús.
¿Cuánto duró el registro?
Cinco o seis horas... Después vino una pareja de guardias civiles. Me llevaron al garaje de casa y me metieron en el furgón para trasladarme a la Federación Española de Fútbol. Y cuando salíamos de casa, había allí unas 20 ó 30 televisiones. ¿Quién dijo que me habían detenido, si dicen que el expediente es secreto? Pero qué casualidad que al poco rato de llegar la Guardia Civil yo ya veía por la ventana que había periodistas abajo. ¿Quién ha filtrado eso? Lamento mucho que todavía ninguna investigación por parte de los propios policías o el juzgado se haya realizado. Es muy triste, y no es la primera vez que pasa en España.
¿Le esposaron?
Me habían esposado, pero en el coche me las quitaron. Salimos del garaje y llegué a la Federación sin esposas, y les digo a los dos policías, muy amables, que me metan en el garaje, que es mi entrada natural a la Federación. Y no me hacen caso. Me dejan allí y me encuentro que me dan el paseíllo. Tengo que pasar por 40 cámaras y cien periodistas para que me saquen fotografías. ¿Quién dio la orden? Yo no...
Una vez en la Federación, revisaron mi despacho y otros. Estuvimos hasta la una o las dos de la madrugada, revisando todo. Había guardias civiles armados en la puerta... No sé si los protocolos les obligan a ir con chalecos y pistola o a esposarte.
La pena del telediario puede ser muy costosa. ¿Ha cambiado su vida desde entonces? ¿Ha dejado de ir a restaurantes, por ejemplo?
Primero, no soy un hombre al que le gusta ir a restaurantes o teatros (por desgracia, porque a mi mujer sí le gusta y soy un egoísta). Soy un hombre que vive la mayoría de los días fuera de casa, viajando constantemente. Se me imputa haber viajado mucho al extranjero, pero donde más he viajado ha sido en España. Yo cada año me recorría España de punta a punta. Visitaba cada dos años a todas las federaciones. He inaugurado montones de domicilios sociales, actos de clubes modestos. Pocas veces me veían en actos de clubes grandes. Cuando estaba en Madrid, no iba ni a comer a casa. He vivido tan intensamente mi actividad, he estado tanto tiempo fuera de casa, que cuando estoy en casa quiero quedarme en casa.
No ha tenido temor, por tanto, a la reacción de la opinión pública.
No he cambiado mis comportamientos... Al principio sí hay temor, pero después vas perdiendo la preocupación y la gente te ve tan normal. Es más, ha habido manifestaciones espontáneas de personas que me han dado un abrazo y ánimo, gente que no me conocía.
¿Pone usted la mano en el fuego por Juan Padrón?
Juan Padrón ha sufrido, igual que yo, todas las situaciones; le registraron el domicilio familiar con recogida de documentos, le metieron en los calabozos, fue esposado, le trajeron en avión desde Tenerife a Madrid, declaró ante la Audiencia Nacional sin conocimiento del expediente, le embargaron las cuentas y los bienes inmuebles, le quitaron el pasaporte y tiene que firmar todas las semanas en un juzgado. Fue encarcelado y allí casi se muere. Ha tenido también un linchamiento mediático e institucional. Ha sido un gran vicepresidente, siempre ha estado dispuesto a servir al fútbol español. Igual que los demás investigados, no ha cometido ningún ilícito penal.
¿Se arrepiente de no haber abandonado el cargo a comienzos de este año?
Viendo lo que me ha pasado, tengo que decir que sí. Pero no pensaba que iban a dar un golpe de Estado en la Federación contra el presidente y los directivos. Ha sido un golpe de Estado preparado y desarrollado meticulosamente. Ya sabemos quiénes son los autores... Como no me han podido ganar en las urnas, siempre que había elecciones me preparaban una querella. Esta vez han preparado todo: tres denuncias criminales, denuncia a la Fiscalía Anticorrupción. Y después me han enjuiciado y condenado ya ciertos medios de comunicación. Me han tirado al barro, me han aplicado la pena del telediario, han hecho comentarios terribles sin fundamento. Me han maltratado, a mí y a mi familia, con mentiras burdas y sin demostrar nada.
Creo, por desgracia, que cuando salga la sentencia (y lo estoy viendo ahora), sucederá lo siguiente; en estos procesos mediáticos, cuando sale la sentencia, tiene menos propaganda que el inicio de la propia investigación. El inicio es condenarte de antemano. Y hay profesionales de la información que quieren que te condenen. Figúrese qué desgracia tiene esta sociedad, que lo consiente. Si te absuelven, no hablan nada de ello. Si te condenan, dos líneas. Pero es muchísimo más mediático el inicio, cuando se lanzan todo tipo de hipótesis y calumnias antes de investigar nada y de preguntar por nada, presuntamente. La presunción presunta. La presunción de inocencia del revés, o sea, el mundo al revés. Y después nadie quiere reconocer que su actuación haya sido torpe, nefasta, virulenta y delictiva en algunos casos. Confirmada la inocencia, nadie dice nada. El mundo al revés... La verdad no importa, importa presumir presuntamente.
Es muy difícil mantener el secreto de las actuaciones en un siglo tan tecnologizado. Bien mirado, es casi un milagro que la Operación Soule llevase un año y medio de investigaciones y usted no supiera nada.
Yo tengo que decir que en un sumario secreto se ha filtrado todo. Se ha publicado el auto de prisión provisional antes de que yo me hubiese enterado, se difunden datos del Ministerio de Justicia... Hasta se publican los vídeos de las declaraciones en el Juzgado. No puede ser. Con todo el respeto del mundo, los Juzgados dicen que prevalece el derecho a la información sobre el derecho al secreto de un procedimiento cuya instrucción es secreta. O sea, que siempre se comete un delito de revelación de secretos y siempre quede impune. Yo pienso que no estamos bien.
¿Por qué volvió a presentarse este año a las elecciones de la Federación?
Por doble motivo: porque me apetecía y porque además había muchísimas personas del fútbol que me apoyaban, y personas que han trabajado muy bien conmigo, con una actividad muy intensa, y que si venía un nuevo presidente las iba a echar de sus puestos. Estaba ilusionado con mejorar el fútbol español y ciertas actuaciones de la Federación (mi programa electoral traía muchos cambios e iba a reformar radicalmente los estatutos, metía parámetros diferentes a los que había). Y que íbamos a conseguir éxitos deportivos. Ya hemos conseguido uno (me incluyo) al clasificarse brillantemente la selección española para la fase final del Mundial de Rusia. Por cierto, al seleccionador le nombramos en mi mandato y la mayoría de partidos que hemos jugado en esa clasificación ha sido bajo mi mandato.
En un sumario secreto se ha filtrado todo
La gente es muy olvidadiza. Ninguno de los directivos, nombrados por mí y personas del mundo del fútbol, me ha llamado para felicitarme por la brillante clasificación. Solo una persona, que me llamó muchísimo la atención y se lo agradezco; fue el seleccionador tras ganarle a Italia brillantemente. Se acordó de mí y fue tremendamente criticado. ¿Sabe usted por quién fue criticado...? Por los mismos periodistas mediocres de siempre...
¿No siente ganas de retirarse al campo y olvidarse de todos estos follones?
Ni mucho menos... El que me conoce sabe que voy a luchar hasta el último momento. Voy a recurrir todas las decisiones judiciales. Y si tengo que ir a Estrasburgo o a cualquier tribunal internacional, lo voy a hacer. Porque se están vulnerando ciertos derechos que cualquier ciudadano en España debería tener; no se puede permitir.
¿Pretende realmente regresar a la Federación, como parecen indicar algunas de sus últimas acciones (recursos, cartas al secretario de Estado, visitas a Las Rozas)?
Si me dicen los tribunales que tengo que volver, encantado. Mañana mismo. Con ilusión, con ganas de hacer lo mejor posible para llevar el fútbol a buen puerto, que es lo que he hecho durante 29 años.