Era el día de su cumpleaños. Pese a ello, Andrea Carballo Claramonte se levantó para ir a trabajar al almacén de naranjas de su ciudad, Vila-real (Castellón), en el que se ganaba la vida. Era muy temprano por la mañana y todos los días seguía la misma rutina: despertarse, vestirse y salir a la esquina de su calle para esperar a una compañera que la llevaba en coche. Pero esta jornada era especial: era el viernes 22 de diciembre y Andrea soplaba las velas que acreditaban sus 20 primaveras.
Era el día de su cumpleaños. Por eso, Andrea decidió salir a tomar un café con un amigo. No era otro que el agente de Policía que le hacía seguimiento desde que se animara a denunciar a su expareja, Víctor Llorens Jordá (28) alias ‘El Peonza’, por violencia de género.
Era el día de su cumpleaños. Andrea, que había pasado por una mala etapa tras dejarlo con Víctor, estaba recuperando la alegría de vivir. “Era la niña más dulce del mundo”, se lamenta su madre. Aunque últimamente tanto ella como la Policía sentían que algo no iba como debería. Que su expareja le rondaba, pese a contar con una orden de alejamiento. Que podrían tener un encontronazo, como cuando intentó atropellarla dos semanas antes, el día 13 de diciembre.
Murió estrellada contra un surtidor
Lo que no podían pensar, ni Andrea ni la Policía, es que, aunque fuera la madrugada siguiente al día de su cumpleaños, es que Víctor fuera a ir a buscarla cuando ella se encontrara esperando a su amiga para ir a trabajar. Ni que la obligara a subirse a su Volskwagen rojo. Ni que, en unas circunstancias que aún se encuentran bajo investigación por parte de las autoridades competentes, Víctor estrellara el vehículo en una gasolinera en el término municipal de Benicàssim, situada en la N-340, en sentido hacia Barcelona. Ni que Víctor consiguiera así matarla, por fin. Eran las 6.45 de la mañana del día después de su cumpleaños.
Al principio todos pensaron que era un trágico suceso, un accidente vial que se había saldado con la muerte de dos jóvenes de Vila-real y de un perro que también viajaba en el coche. Pero, rápidamente, la familia de Andrea habló. “No es un accidente, es un secuestro y asesinato”, clama su madre, Inma.
Víctor conocía la rutina de Andrea. Cuando empezaron a salir, ella tenía 17 años e incluso llegaron a convivir en un piso que alquilaba él. Pero Andrea, después de dos años de violencia, se armó de valor y decidió dejarle. Volvió a casa. Le denunció en varias ocasiones.
“[Que sea un accidente es] mentira. Hace apenas dos meses tuve la peor noticia que se le puede tener una madre, o eso pensaba yo… A su niña la habían estado maltratando durante más de dos años. Lo denunciamos, nos convencieron en el 016 y la policía [sic]. Y, a pesar de todo, lo dejaron libre con una orden de alejamiento de 200 metros. Pero el hijo de puta no dejaba de molestar. Pusimos dos denuncias más. Me reventó dos veces las ruedas del coche. Me forzó la cerradura…Era su cumple, cumplía 20 años y empezaba a ser feliz. Esa tarde se fue con su policía a tomarse un café y yo a la fiesta del cole de mi niño pequeño. Por la noche le dijeron [la Policía] que iban a estar patrullando la zona, pero mi niña se levantó para ir a trabajar y me la quitó. La cogió por la fuerza y me la mató. Empotró el coche a posta el muy cabrón”, trata de desquitarse la progenitora en un mensaje en la red social Facebook.
La Policía Nacional de Vila-real se encarga de la investigación en su posible vertiente de violencia machista, mientras que la Guardia Civil de Tráfico trata de esclarecer de qué modo se produjo el accidente. Las hipótesis son dos: una colisión intencionada por parte del joven, que iba al volante, o bien una pérdida de control del vehículo derivada de un posible forcejeo o disputa.
"La secuestró a base de hostias"
“Aún hay gente que lo quiere tapar. Víctor es un asesino. Tenía órdenes de alejamiento, la acosaba en el lugar donde trabajaba. La secuestró a base de hostias, era muy valiente. Y como cobarde que era estampó el coche contra la gasolinera, sin frenazo, sin nada. Por desgracia puedo dar fe de ello”, cuenta a la reportera el tío de Andrea, Jose. “La niña fue bien atendida por la Policía. Pero esa mañana no había nadie pendiente”.
La familia está consternada. “Nos ha matado”, se sincera Jose. Ambos jóvenes eran muy conocidos en Vila-real. Él, que también tenía denuncias por violencia de género de una relación previa, provenía de una familia de pasteleros “de toda la vida”. A ella, una chica alegre y divertida, le gustaba salir y pasarlo bien. Se la conocía en distintos ambientes.
Los habitantes de esta ciudad castellonense no hablan de otra cosa. La noticia la conoce todo el mundo, sean jóvenes o mayores. Y no paran de sucederse homenajes a Andrea en redes sociales. Nadie duda, según ha podido comprobar este periódico, de la hipótesis machista: que él se suicidara para poder matarla. Aunque, de momento, no hay certezas.
Maricica, la víctima número 50
El 1 de diciembre también fallecía en la Comunidad Valenciana otra víctima de violencia de género. Era Maricica G., una mujer de origen rumano de 53 años que vivía en Guadassuar (Valencia). Maricica, que se dedicaba a cuidar de ancianos, murió de un infarto causado tras recibir una paliza de su pareja, con el que convivía en el Carrer Nou de Guadassuar.
Un vecino de Maricica escuchó los gritos que profería la mujer a causa de los golpes que le propinaba su agresor, también de nacionalidad rumana y de 40 años. El vecino fue quien avisó a las autoridades. Al llegar la Guardia Civil al domicilio la mujer estaba consciente y, en un primer momento, rechazó la asistencia sanitaria y ser trasladada al hospital. No obstante, la insistencia de los agentes logró que la mujer subiera a la ambulancia y fuera trasladada al Hospital de la Ribera. Falleció en el camino.
La autopsia determinó que Maricica G. murió a causa de un paro cardiorespiratorio.
Maricica, 53 años, y Andrea Carballo Claramonte, 20 años, son la quincuagésimo y quincuagésimo primera mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. En España, en 2017, también han sido asesinadas Jessica Bravo Cutillas, 27 años; María del Pilar Rodríguez Ortellado, de 38 años; María Sánchez Coca, de 66 años; Ana Belén Jiménez Hurtado, de 44 años; Noelia Noemí Godoy Benítez, de 32 años; Rosa María Sánchez Pagán, de 20 años; Matilde de Castro, de 44 años; una mujer de 25 años cuyo nombre se desconoce; Blanca Esther Marqués, de 48; Toñi García Abad, de 33 años; María de los Ángeles, de 77 años; Virginia Ferradás, de 55 años; Cristina Martín Tesorero, de 38 años; Ana Belén y Ana, madre e hija de 46 y 18 años; Carmen González Ropero, de 79 años; J.D.L.M., de 40 años (solo se conocen las iniciales); Laura Nieto Navajas, de 26 años; María José Mateo García, de 51 años; Leidy Yuliana Díaz Alvarado, de 34 años; Margaret Stenning, de 79; una mujer de 91 años cuyo nombre se desconoce; Mariló Correa Pérez, de 47 años; Gloria Amparo Vásquez, de 48 años; Erika Lorena Bonilla Almendárez, de 32 años; Yurena López Henríquez, de 23 años; María Victoria Zanardi Maffiotte, de 44; Ana María Rosado, de 42 años; Andra Violeta Nitu, de 24 años; Raquel López, de 45; María del Rosario Luna, de 39 años; Eliana González Ortiz, de 27 años; Ana Hilda Linares Báez, de 55 años; Susana Galindo Moreno, de 55 años; Beatriz Ros García, de 30 años; Valentina Chirac, de 37; Encarnación Barrero Marín, de 39; Encarnación García Machado, de 57 años; Fadwa Talssi, de 29; Donna Cowley, de 47 años; Maria del Carmen Carricondo Reche, de 66; María Raquel Castaño Urbán, de 63 años; Ana Belén García Pérez, de 38; Marisela Arauz, de 48 años; Irina G., de 38; Catalina Méndez García, de 48 años; Felicidad Bruhn, de 25 años; Katharina, de 35; así como Lilibet Hernández Rodríguez, de 27 años.
En total, la serie 'La vida de las víctimas' contabiliza 51 mujeres asesinadas. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.