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Daniel Lucia tiene 32 años. Hasta febrero de 2015 dirigía su propia agencia de modelos en Pamplona, una pequeña sociedad limitada en la que constaba como administrador único. Hace dos años Dana Models Agency, como se llamaba la empresa, bajó la persiana. Él nunca más volvió a zambullirse en el mundo de la imagen. Hoy, se enfrenta a una de las penas de cárcel más altas que se recuerdan en la capital navarra. La Fiscalía pide 409 años y seis meses de prisión para el modelo y empresario.
Sobre Lucia pesan 129 denuncias, pero fueron más de 140 las jóvenes modelos que fueron grabadas sin su consentimiento mientras se cambiaban de ropa en las sesiones fotográficas. Su forma de actuar era siempre la misma: contactaba con las chicas, les retrataba para entrar en la agencia de modelos y, cuando ellas se desvestían, él salía de la habitación pero mantenía la cámara encendida y las grababa.
El acusado ha reconocido los hechos y alega sufrir una adicción al sexo por la que ya está recibiendo tratamiento psicológico en una clínica. En su entorno, Daniel Lucia era una persona conocida. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con algunas personas que trabajaron con él. Ninguna quiere revelar su identidad, pero ayudan a dibujar la identidad y personalidad del empresario.
"Siempre era muy simpático, siempre con buen aspecto. Yo nunca trabajé con él como modelo pero sí es cierto que las personas de su entorno que hablaron conmigo nunca tuvieron buena opinión de él", afirma alguien que mantuvo contacto con Lucia en los eventos de moda que se celebraban en la capital foral.
Daniel Lucia siempre se movía en un mismo entorno, entre cámaras, sesiones y desfiles. Era un habitual en las celebraciones relacionadas con la moda y la publicidad. En 2005 se hizo con el título de
Un modelo, en conversación con este diario, afirma que Lucia fue simpático de cara a la galería, pero que la situación cambiaba a la hora de trabajar: "Quería demostrar que estaba por encima, tenía mal carácter, nunca levantó la voz a nadie delante de mí, pero sí podía resultar cortante".
Sobre su relación con las jóvenes modelos de la agencia, las fuentes consultadas coinciden en que nunca mostró un trato extraño con ellas. "A mí no me transmitía confianza, pero no vi un mal trato hacia las modelos. Es más, no solía ser cercano. No las acosaba, pero yo siempre pensé que había algo oscuro en él".
Navarra.com adelantaba que el acusado, que ahora reconoce los hechos, no lo hizo en un primer momento. No contento con eso, citó a las chicas para decirles que confiaran en él. Según ha podido saber este periódico, hay jóvenes que no han denunciado al que fuera director de Dana Agency.
Más tarde, Lucia señaló que la primera vez que grabó a una joven fue de forma accidental y que a partir de ese momento empezó a hacerlo de forma constante. A ninguna autoridad le consta que difundiera las imágenes por Internet ni que las mandara a terceros.
Adicción al sexo
Las declaraciones recabadas retratan una persona fría con las jóvenes modelos, alguien que transmitía confianza en público y la deshacía cuando las puertas de la agencia se cerraban.
En su defensa, Daniel Lucia alega -ahora- que sufre adicción al sexo y que eso le llevó a grabar las imágenes. Miren Larrazábal, psicóloga clínica, sexóloga y presidenta de SISEX, explica que el término 'adicción sexual' es controvertido. Cuenta que en algunos manuales no lo consideran como una adicción como tal, pero que sí se puede hablar de hipersexualidad y sexo compulsivo.
"Estos trastornos pueden presentarse de muchas formas, en este caso sería una adicción al voyerismo, pero lo primero que se tiene que hacer es evaluar si de verdad lo padece o no", apunta esta sexóloga.
"A la adicción al sexo se puede llegar de varias formas. Siempre hay factores predisponentes como el consumo, un mal afrontamiento del estrés o baja autoestima, luego sólo basta con que se mantenga el problema", aclara Larrazábal.
No pasará más de doce años en prisión
Aunque la petición de la Fiscalía supera los 400 años, el acusado no podrá pasar más de doce entre rejas. El artículo 76 del Código Penal establece que, independientemente de la pena solicitada, no se podrá cumplir más del triple del mayor delito imputado. En este caso, la pena más alta es de cuatro años, por lo que, a expensas de que se celebre el juicio, se sabe que su periodo en la cárcel no rebasará los doce años.