El dilema de El Chicle ante el jurado popular: la agresión sexual, clave en el caso
La investigación sobre el caso del asesinato de Diana Quer decidirá si Abuín es juzgado por un tribunal o por un jurado popular. El homicidio y el asesinato son crímenes que competen a un jurado popular. La agresión sexual, a un tribunal de jueces.
21 enero, 2018 02:07Poco a poco, las incógnitas del caso de Diana Quer se van despejando cada vez más. Durante casi 500 días, el caso se vio abocado a un punto negro. Todo se precipitó cuando el 2017 estaba a punto de tocar a su fin con la detención de José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle, el hombre que confesó haber matado a Diana Quer.
Durante meses, fueron muchas las dudas y los puntos negros sin resolver. Con la aparición en escena del único sospechoso del asesinato de la joven madrileña se han ido esclareciendo. Aún quedan, no obstante, muchas e importantes dudas sobre el asunto. Una de ellas tiene que ver con el modo en que será juzgado El Chicle. Las opciones son dos: o un tribunal al uso o un jurado popular. Este es ahora uno de esos enigmas sobre los que la investigación arrojará un halo de luz. Es una de esas preguntas de las que depende el futuro de Abuín.
Queda todavía mucho para ese juicio, pero suscitará, como hasta ahora, una enorme atención. Se celebrará en el mismo lugar en el que hace años se juzgó otro caso enormemente mediático. En la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña ya están acostumbrados al trasiego de las cámaras, a la locura continua y al ruido procedente de fuera. Allí se llevó el proceso, como decimos, de un conocido caso. Se trata del crimen de Asunta, que llevó a su madre Rosario Porto y a su marido, Alfonso Basterra, a la cárcel. Ahora será El Chicle el que tenga que comparecer en esas salas.
El veredicto del dramático caso de la joven asesinada por sus padres adoptivos guarda otro elemento de similitud con el caso de Diana Quer, un asunto que puede aparecer también en este proceso. Hablamos del jurado popular. Fueron nueve representantes de la ciudadanía quienes emitieron sentencia y condenaron a Porto y Basterra.
No será hasta que acabe la investigación cuando se decida si El Chicle será juzgado o no por un jurado popular. Ello dependerá de algo muy sencillo: de los delitos que el juez le impute. En función de ello, el proceso judicial transcurrirá por un camino u otro. Pero en el caso de Abuín, las cosas todavía no están nada claras, y eso que la autopsia ya ha sido realizada. Pero ¿cómo funciona un jurado popular? ¿Quién lo organiza? ¿Es posible confiar en el ciudadano sin formación en el mundo del Derecho? ¿En qué casos se debe recurrir a él?
¿Qué es el tribunal popular?
La confesión de Abuín lo precipitó todo. En cuanto condujo a los agentes de la Guardia Civil hacia el cuerpo de Diana supieron que habían resuelto el misterio. Justo después comenzó para el proceso judicial para responder por sus crímenes. Alegó un atropello, pero el juez descartó esa hipótesis. El Chicle había matado a Diana Quer.
Desde entonces, hay unos cuantos delitos sobre la mesa que pueden llevarle a pasar el resto de su vida metido en una celda. Los delitos que están sobre la mesa son: homicidio, asesinato, detención ilegal, delito contra la libertad sexual, etc. Todos ellos han de tenerse muy en cuenta, pues son la clave de lo que ocurrirá a partir de ahora.
El tribunal popular es una institución de la justicia. Permite a cualquier persona mayor de 18 años formar parte de un tribunal en un juicio. Es un derecho que tiene el ciudadano. Lo dice el artículo 125 de la Constitución Española. Está regulado por su propia ley, que es la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado. Gracias a ella, sabemos los delitos en los que un caso pasa a ser juzgado directamente por un jurado popular: los asesinatos, los homicidios, las amenazas, el allanamiento de morada, la omisión del deber de socorro, los delitos contra la libertad y la seguridad de la persona, etc.
De momento, el juez tiene que determinar, en base a todas las pruebas durante la instrucción, qué delitos le imputa a El Chicle. Si se le acusase tan solo de uno, asesinato o homicidio, le juzgaría un tribunal de ciudadanos. Pero hay dos aspectos cruciales que va a ser complicados de dirimir y que quizás sean los que decanten la balanza (o no) hacia el jurado popular: el crimen contra la libertad sexual y la detención ilegal. Los jurados populares no tienen, por ley, competencia en este tipo de delitos.
Por tanto, el escenario no es nada fácil. “Habrá que esperar a que termine la investigación y la instrucción para ver con certeza cuáles son los delitos. Aún es un poco pronto. La interpretación jurídica exige un análisis de los hechos para poner un código sobre la mesa”, explica un fiscal a EL ESPAÑOL.
Un caso en el que dudas similares se vieron reflejadas fue el juicio por el asesinato de Marta del Castillo. Los imputados en aquel momento se libraron de ser juzgados por el jurado popular. El juez interpretó que el fin de Miguel Carcaño era la violación, no el asesinato. Fue una cuestión jurídica muy discutida. De ese modo, como la violación no es un delito que competa al jurado popular, los acusados fueron juzgados por un tribunal al uso.
Sin embargo, las cosas han cambiado en los últimos años de forma que El Chicle, incluso siendo juzgado por un delito de agresión sexual, podría pasar por delante de un tribunal popular. Eso es así debido a un acuerdo que fue dictado el año pasado por el Tribunal Supremo. En virtud de este nuevo consenso, cuando exista “conexión” de delitos, aunque unos sean competencia del jurado y otros del tribunal popular, el caso recaería igualmente en el tribunal. Ese acuerdo del Supremo decía así:
“Cuando se atribuyan a una sola persona varios hechos delictivos cometidos simultáneamente en unidad temporo-espacial y uno de ellos sea competencia del Tribunal del Jurado, se considerarán delitos conexos por analogía con lo dispuesto en el artículo 5.2.a) de la LOTJ, por lo que, si deben enjuiciarse en un único procedimiento, el Tribunal del Jurado mantendrá su competencia sobre el conjunto”.
Para hacerse a la idea, un ejemplo de esto es el del descuartizador de Pioz, Patrick Nogueira, que asesinó a sus tios y a sus sobrinos en la casa que tenían en la pequeña localidad de Guadalajara. Patrick sigue a la espera de un juicio que se realizará con jurado popular para juzgar el delito de asesinato. Por otro lado, Sergio Morate, fue condenado a finales del pasado año por un jurado popular. Por unanimidad, consideraron probado el delito de asesinato.
Es pronto todavía para determinar con exactitud lo que ocurrirá, pero con estos datos El Chicle podría acabar delante de un jurado popular. De nueve hombres y mujeres a los que enfrentarse cara a cara para rendir cuentas por sus crímenes.
Una herramienta consolidada
No es, por tanto, una cuestión menor. Es uno de los aspectos determinantes que se decidirán en los próximos meses. Entretanto, Abuín tiene tiempo que pasar en la cárcel para rato. Está ya cumpliendo la condena de dos años y medio por narcotráfico que tenía pendiente.
Es preciso no ser alarmistas en cuanto a los jurados populares. Julián Sánchez Melgar, actual Fiscal General del Estado, dice en el libro La Ley del Jurado en su X Aniversario. “Es una institución que se ha justificado con la práctica de sus resultados”. Se trata de una institución que funciona en Estados Unidos, en Francia, en Italia, etc.
Contra la leyenda negra que suele imperar en torno a si está capacitado o no el jurado popular, los magistrados y fiscales consultados por EL ESPAÑOL aseguran que toda la plana judicial muestra una enorme satisfacción con la institución desde que se creó en 1995. Se suele creer que, al carecer de formación jurídica, los nueve elegidos al azar para formar parte del jurado no actuarán con criterio. Cuando se cumplieron 10 años desde su creación, en 2005, el magistrado Ignacio Sánchez Illera se expresó así en una conferencia: “Es infundado el miedo al Jurado. Es un prejuicio que forma parte de nuestra cultura y de nuestra historia”.
Mientras tanto, José Enrique Abuín sigue contando las horas. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, pasa las horas en una celda de la enfermería de la prisión de A Lama, incomunicado del resto de reclusos. Distintos presos de confianza, que se alternan cada rato, se quedan con él a vigilarle durante todo el día. Es el protocolo que se suele realizar por si existiera riesgo de suicidio. Sale al patio, pide hacer deporte. Desde que salió de la prisión de Teixeiro, tras las amenazas dentro del centro del clan de Os Fanchos, en el que había miembros de su familia, no lo dejan solo ni un minuto. Es la vida que le queda durante bastante tiempo.