Aunque SEAT son las iniciales de 'Sociedad Española de Automoviles de Turismo', sus primeros operarios, allá por los años 50, decían que en realidad significaba 'Siempre Estarás Apretando Tornillos'. Se debía a las duras condiciones de trabajo en los inicios. También a que, de los primeros coches que se montaban, ni una sola pieza se fabricaba en España. Todos los materiales procedían de Italia. Aquí, los trabajadores se limitaban a ensamblar piezas… y a apretar tornillos sin parar.

Eso era a principios de los años 50, cuando se fundó la fábrica de Zona Franca que se erigió en el símbolo del desarrollismo franquista. Ahora, dentro del proceso independentista, SEAT se ha convertido en una gran incógnita. Es de las pocas grandes empresas ubicadas en Cataluña que no se ha llevado fuera la sede social. De momento se queda, pero... ¿qué pasaría si SEAT se fuese de Cataluña?

¿Qué se juegan con la SEAT?

¿Qué se juegan exactamente Cataluña y España con SEAT? Pues se disputan a la reina del tablero: concretamente 14.000 trabajadores directos, 150.000 indirectos, casi el 1% del PIB de Cataluña y la empresa automovilística más grande de España, entre otras muchas cosas. Tiene una importancia capital en sendas economías. En 2016 declaró 232 millones de euros de beneficio, cerrando el mejor año de su historia. Este año se han consolidado 265 nuevos puestos de trabajo fijos dentro de la factoría, y 200 indirectos más. Parece que, en mitad de la incertidumbre empresarial en Cataluña, Seat, ajena a todo, goza de mejor salud que nunca.

La fábrica de SEAT en la Zona Franca de Barcelona se inauguró a principios de la década de los 50 del siglo pasado. En la actualidad emplea a 14.000 trabajadores directos, 150.000 indirectos, y su actividad supone casi el 1% del PIB de Cataluña.

SEAT ha sido siempre una pieza política estratégica, pero también una especie de república independiente que va por libre. Ahora también juega un papel providencial en el proceso independentista. La han visitado presidentes de uno y otro lado, ministros, consellers… Y la realidad es que SEAT ha decidido seguir en Cataluña… al menos de momento.

El presidente actual, el italiano Luca De Meo, envió una carta en octubre a los trabajadores, tranquilizándolos respecto a la situación de la empresa. Sin embargo, dejó una puerta abierta a su salida: recordó que "La estabilidad política, la seguridad jurídica y la permanencia en la Unión Europea son imprescindibles para asegurar la sostenibilidad económica y laboral de nuestra compañía y sus filiales, y para mantener la confianza de nuestros clientes y accionistas". Es decir: que si Puigdemont cumplía su amenaza más loca de convocar un referéndum para saber si los catalanes querían seguir en la Unión Europea, SEAT se iría. Sede social y factoría si hacía falta.

Presiones para que salga de Cataluña

De momento, SEAT aguanta el envite y sigue en Cataluña, muy a pesar de algunas voces importantes, tanto de dentro como de fuera de la empresa.

Un ejemplo de voces discordantes dentro: en 2008, el entonces presidente del consejo de administración de la empresa, Francisco García Sanz, afirmó que “no le ponemos nombres catalanes a nuestro coches porque somos una empresa española” y que “tenemos la fábrica en Barcelona porque no nos la podemos llevar a Madrid”. Aunque Francisco García Sanz ya no preside la firma, ilustra bien el sentir de un sector del consejo de administración, que sigue considerando que la firma ganaría en estabilidad saliendo de Cataluña.

Un ejemplo de voces externas que claman por la salida de SEAT de Cataluña: las presuntas presiones procedentes de la Casa Real para que la marca se mude. Es la denuncia que hizo el pasado mes de octubre el presidente del comité de empresa de SEAT Martorell, Matías Carnero (UGT): “En la celebración del 12 de octubre, personas importantes de la empresa estuvieron en el desfile de las Fuerzas Armadas. Desde la Casa Real preguntaron por qué no se iba también SEAT, como otras muchas empresas”, asegura.

“SEAT no se va a ir de aquí”

“SEAT no se va a ir de aquí, pase lo que pase”, sentencia Carnero, que recuerda que “mover 5 millones de metros cuadrados a otro sitio es imposible”. Tampoco cree que vayan a mudar la sede social, “porque la empresa ya se pronunció al respecto en una carta que le escribió a la plantilla. Volkswagen dio la potestad de decidir a la empresa española y aquí han decidido quedarse”.

Sí que reconocen sin embargo desde UGT, sindicato mayoritario, que “todo el proceso está influyendo de forma negativa a la empresa. Por ejemplo: cuando se anunció que se iba a producir un nuevo modelo de SEAT en la factoría de Alemania, se iba a proponer una encuesta por internet para elegir el nombre entre cuatro finalistas: Tarraco, Ávila, Aranda y Alborán. Esa encuesta se tuvo que aplazar por la situación política. Porque imagínate que sale Tarraco. Quizás nos encontramos con el típico boicot de no comprar cosas catalanas y sólo por llevar el nombre, la gente en España no compra el SEAT. O al revés. Que salga Ávila y aquí en Cataluña la gente se enfade. No trae nada bueno”, sentencia Carnero.

Sea como fuere, y a pesar de que es una empresa catalana desde su fundación, desde los sectores independentistas se quejan de que la empresa jamás haya hecho gala de esa catalanidad. Lo ilustran con la página web: la única que existe en catalán es la versión andorrana. 

En octubre pasado, el presidente actual de la compañía, el italiano Luca De Meo, envió una carta a los trabajadores, tranquilizándolos respecto a la situación de la empresa tras la deriva independentista encabezada por Carles Puigdemont.

Breve historia de SEAT

La historia de SEAT siempre ha estado unida de algún modo a la controversia. Empezando por su fundación. En 1950 nacía la primera empresa española de coches, de la mano de la dictadura franquista, el INI (Instituto Nacional de Industria), siete grandes bancos y Fiat, al socio italiano al que Franco le debía favores por los bombardeos de la Guerra Civil. El fabricante italiano fue su suministrador de armamento. Franco le pagó después asignándole las licencias tecnológicas para fabricar los coches.

Precisamente fueron los italianos los que impusieron que la factoría se instalase en Barcelona. Esencialmente por una cuestión geográfica: la proximidad con Italia. También exigieron que la fábrica se levantase en la Zona Franca por motivos logísticos: su cercanía con el puerto. Desde el régimen franquista preferían otros emplazamientos, como Madrid, Bilbao o Zaragoza. Pero al final se respetaron las condiciones de los italianos, que eran los que tenían que enviar los materiales. No es cierto el mito de que Barcelona tiene que agradecerle a Franco la instalación de esta fábrica en la ciudad porque era su preferencia. De hecho, a Franco no hay nada que agradecerle en ningún sentido.

La fábrica empezó teniendo 950 trabajadores y unas estructuras muy jerarquizadas, similares a las del ejército. Había muchos militares en aquella primera plantilla. Incluso existía una figura que era el “expedientador”, que se encargaba básicamente de abrir expedientes disciplinarios a los trabajadores más díscolos. De castigar.

Católico y afín al régimen

Las condiciones de trabajo eran duras, empezando por el proceso de selección. Se exigía que el aspirante viniese avalado por buenos antecedentes'. O lo que es lo mismo, que fuese “católico, afín al régimen y alejado de ideologías subversivas”. Para que estas condiciones se cumpliesen, las contrataciones pasaban por el filtro de la policía política de Franco. Muchos de los trabajadores que entraban en nómina eran emigrantes andaluces procedentes del campo, que llegaban a Cataluña en “El Sevillano”, el tren nocturno que venía de Andalucía y que cada noche descargaba a cientos de familias enteras que se instalaban en precario en la provincia de Barcelona.

El primer modelo que se fabricó fue el SEAT 1400. Todas las piezas venían de Italia. Se apretaron ahí muchísimo tornillos. La primera unidad de este coche se acabó el 13 de noviembre de 1953 y ya supuso un curioso enfrentamiento territorial entre Barcelona y Madrid. El vehículo en cuestión obtuvo la matrícula B-87223. Eso sucedió en contra de las pretensiones del régimen franquista, que quería que tuviese matrícula de Madrid, para que el parque automovilístico de la capital superase en matriculaciones del de la Ciudad Condal.

El primer Seat de la historia fue el 1400 seat.es

También en 1953 se empiezan a construir las vivienda de Zona Franca para albergar a los trabajadores. Se construye así el “barrio de la SEAT” a imagen y semejanza de las viejas colonias industriales textiles catalanas. También de las ciudades de inspiración (curiosamente) soviética, que se levantaban en torno a una fábrica. Un modelo que luego se extendió al municipio de Bellvitge.

Empieza la lucha obrera clandestina

La dictadura pretendía, con las condiciones de trabajo represivas y un sistema de trabajo basado en sanciones y premios, tener un control férreo de la inmensa factoría. Pero le salió rana. Y es que SEAT siempre se ha caracterizado por la fuerza de su movimiento sindicalista, incluso cuando los sindicatos eran ilegales (salvo el Vertical).

La historia sindical arranca en 1958, en plena locura de fabricación del 600. Un coche que se había empezado a montar en 1957 y que se había convertido en símbolo ya no sólo de la marca, sino de España. Las condiciones de trabajo impuestas para sacar adelante unidades y unidades de Seat 600 provocaron las primeras protestas de los trabajadores. En un ambiente de revuelta, los trabajadores manifestaron en 1958 su apoyo a las huelgas de los mineros asturianos. Ahí empezó la lucha obrera en la Zona Franca. A partir de ahí, no pararon.

Seat 850. Los ritmos de producción de este coche provocaron las primeras huelgas en la factoría seat.es

Intentaron desde el gobierno franquista controlar ese “problema” desde dentro, infitrando a numerosos policias secretas, purgando a los rebeldes y despidiendo a los elementos más incómodos. Los sindicatos se organizaban en la clandestinidad y tenían que reunirse por las noches en los bosques de La Floresta. Hasta allí llegaba a veces la policía política a practicar detenciones. Eso derivó en numerosos encarcelamientos e incluso exilio de algunos trabajadores, que tuvieron que irse de España por culpa de la represión.

Los grises matan a un trabajador

Represión que se mantuvo durante toda la dictadura. La primera huelga se llevó a cabo en 1967 para protestar por las duras condiciones de trabajo derivadas del incremento de los ritmos de producción del SEAT 850. A partir de ahí, las huelgas fueron habituales, mucho más que en la mayoría de fábricas de España. El músculo que aportan 30.000 trabajadores avalaba estos parones.

El 23 de octubre de 1971 hubo una movilización masiva de la plantilla, que se manifestó para protestar por el encarcelamiento de 23 huelguistas. Los grises ocuparon la factoría, la emprendieron a tiros y mataron a un soldador llamado Antonio Ruiz Villalba, al que le pegaron 8 balazos.

El 23 de octubre de 1971 hubo una movilización masiva de la plantilla, que se manifestó para protestar por el encarcelamiento de 23 huelguistas. Los grises ocuparon la factoría, la emprendieron a tiros y mataron a un soldador llamado Antonio Ruiz Villalba, al que le pegaron 8 balazos.

Muere Franco, vuelven los exiliados

Tras la muerte de Franco volvieron muchos de los trabajadores que, o bien habían sido despedidos, o bien directamente tuvieron que escapar del país y exiliarse en Francia. Más de 600 operarios recobraron sus puestos de trabajo.

En 1983 nace el SEAT Ronda, que es el pionero con el que arranca la costumbre de ponerle a cada modelo el nombre de ciudad española. En esa década también se puso fin a la relación de dependencia con Fiat, que dejó de poner las licencias tecnológicas. Tras un breve periplo a la deriva, SEAT pasa a formar parte del grupo Volkswagen, que en 1986 compró el 51% de la marca. Incorporar la maquinaria  alemana supuso el impulso tecnológico definitivo de la marca.

Anuncio del Seat Ronda en Alemania, cuando la empresa aún no había sido adquirida por Volkswagen

La crisis no pasó de largo por SEAT. De hecho, llegó antes que a ningún sitio: la empresa despidió en 2005 a 660 trabajadores. Y tantos años después de la dictadura, seguía planeando la sombra de las purgas sindicales: sostienen las entidades obreras que aquello fue una depuración absoluta. El Tribunal Supremo acabó dictaminando la nulidad de 33 de aquellos despidos.

SEAT hoy: beneficios récord

A día de hoy, SEAT goza de la mejor salud posible. Prepara un nuevo modelo, cerró 2016 con unos beneficios récord y los trabajadores se repartirán más de 6 millones de esos beneficios. Trabajadores que, por otra parte, aunque ya no estan enla vieja factoría de Zona Franca sino en la nueva de Martorell, siguen gozando de ventajas casi anacrónicas, que no son propias de los tiempos actuales y sí de la época del franquismo. Por ejemplo, los operarios disfrutan de un menú diario por el irriosorio precio de 1 euro. El bocadillo cuesta 30 céntimos.

La crisis independentista parece haber pasado de largo, al menos de momento, por SEAT. Volkswagen dio, desde Wolfsburgo, carta blanca a SEAT España para que decidiesen si se marchaban o no de Cataluña. Aquí decidieron quedarse. Pero la carta que envió el presidente a los trabajadores en octubre no invita a pensar que eso sea definitivo. Todo dependerá de cómo avance el Procés. Si Cataluña saliese de la Unión Europea, SEAT se iría de aquí y con ella sus trabajadores. Desde dentro creen que eso no va a pasar, Por el bien mismo de la economía. De la catalana y de la española. Porque, como decía Manuel Vázquez Montalbán: “Cuando la SEAT estornuda, Cataluña se resfría”. Y España también.