“Yo, la movida con Antonio [su marido muerto] que en paz descanse no la quería. Y ese [Mosso d'Esquadra] me va a follar como me folló en el baño”.
Es un mensaje de la enfermera María Jesús 'Maje' Moreno a una amiga. El mensaje lo escribió poco después de enviudar. Acababan de asesinar en Valencia, donde reside, a su marido, el ingeniero Antonio Navarro, pero ella tardó poco en reponerse. Ahora está en la cárcel porque presuntamente fue ella la que lo mandó matar.
María Jesús convenció a su compañero de trabajo, Salvador Rodrigo, para que le propinase las ocho puñaladas. Salvador es el celador del hospital donde ella trabajaba y también tiene una empresa de buceo. Él se consideraba su amante. Ella en cambio, según se ha demostrado con el tiempo, le reservaba otro rol: “He mantenido alguna relación esporádica con él y sólo sexo oral porque no me atrae sexualmente” ha declarado a la policía. Simplemente le utilizó para que quitase del medio a su marido. Maje le dijo que su marido la maltrataba. Que su vida era un infierno. Salvador se lo creyó y se comprometió a matar a Antonio. “Te voy a quitar ese peso de encima”, sentenció.
Encarga el crimen a su amante y se va... con un segundo amante
Una vez hecho el encargo, Maje se despreocupó hasta un punto que impresiona. Sabiendo que al día siguiente iban a matar a su marido, ella prefirió no pasar la noche con él. Ni con él ni con Salvador, su amante al que le encargó el crimen. Maje pasó la noche con una tercera persona. Otro amante suyo. Un publicista llamado José.
Entretanto, Salvador vivió esa noche con la angustia de que al día siguiente iba a matar a un hombre. Y así fue. Por la mañana se fue al garaje de Antonio, se agazapó entre dos coches y lo esperó. Cuando Antonio apareció a las diez y media de la mañana, ajeno a todo, Salvador salió de su escondite y le asestó ocho navajazos mortales.
Nadie entendió lo que había sucedido. Antonio no tenía enemigos y el homicida no le robó. María Jesús, su viuda, lloró en su funeral y leyó una emotiva carta de despedida. Hace dos semanas, la Policía detuvo a Maje y a Salvador. Él ha llevado su lealtad hasta el último extremo. Ha confesado el crimen y le ha dicho a la Policía que lo hizo por su propia iniciativa, que Maje no tiene nada que ver.
Nos gustan las movidas con tíos buenos
Ella, en cambio, no ha sido tan leal a su amante. El sumario del caso ha revelado detalles desconocidos y desconcertantes sobre de la doble vida de la enfermera valenciana. ABC publica conversaciones de María Jesús con Salvador, el asesino confeso. También con su amiga Rocío, a la que le escribe textos reveladores como el siguiente:
“Rocío, nosotras tenemos tres puntos que nos definen a la perfección: 1- Estamos muy locas. 2- Nos gusta la movida, la movida con tíos buenos. Yo la movida con Antonio que en paz descanse no la quería y ese [Mosso d'Esquadra] me va a follar como me folló en el baño".
Se refería a un policía catalán con el que también mantuvo una relación en un viaje que ella hizo a Barcelona.
Indignada por la escasa herencia recibida
Otras conversaciones con Rocío ponen de manifiesto la indignación de Maje por el poco dinero que le había quedado en herencia. Tras saber que sólo le habían dejado 5.000 euros, critica con dureza a su cuñado:
“Qué muerto de hambre y que hijo de la gran... Que se pudran, tía, que a mí me han dejado en 5.000 euros ¿vale? pero tranquilo que salgo adelante, y se lo restregaré, se lo restregaré, ¿vale? Rocío, madre mía, yo no esperaba eso”.
En esa misma conversación con su amiga, se muestra feliz por la liberación que le ha supuesto que hayan matado a su marido:
“Yo ahora soy feliz y gracias a Dios que no se me ocurrió tener un nene, por mucho que me gusten los nenes, gracias a Dios. Yo ahora voy a ser feliz y voy a hacer la vida que quiero, no sé aún con quién, me da igual. Yo me lo estoy pasando muy bien, y ahora contigo puedo hacer los planes que me da la gana”.
Ella liberada, el asesino, devastado
Mientras Maje hacía los planes que le daba la gana y se iba a Barcelona a mantener relaciones con un Mosso d'Esquadra, Salvador, el asesino, estaba abatido. La llamaba, le decía que le había dado “un bajón bestial” y que “a ella le vendría muy bien desconectar de él porque le recordaría...”. Se refería a que le recordaría el asesinato, pero no lo decían explícitamente. Se cuidaban muy mucho de decir según que frases por teléfono, porque ella intuía que tenía el teléfono intervenido.
Por ese motivo, Salvador y Maje decidieron hablar en persona. En diciembre se reunieron en un centro comercial. La cita fue captada por las cámaras de seguridad del establecimiento. La policía, para entonces, ya tenía a Maje como la principal sospechosa del crimen. Lo que no imaginaban era que el asesino podría ser Salvador. Y es que Maje solía mantener relaciones sexuales con jóvenes guapos y musculados. Por eso a la policía no le cuadraba que Salvador, el celador del Hospital Casa de la Salud, un tipo de 47 años y con un perfil totalmente opuesto a los chicos que le gustaban a Maje, fuese su amante. Concluyen los investigadores que lo que hizo con Salvador, esencialmente, fue utilizarlo para que asesinase a Antonio.
Ahora los dos están en la cárcel. Salvador sigue sosteniendo que lo de matar a Antonio fue una decisión suya, tomada de forma unilateral. Ella reniega de él. Y aunque sólo cobró 5.000 euros de herencia, todavía percibe 1.100 euros mensuales por pensión de viudedad.