Aeropuerto Otopeni, Bucarest (Rumanía). Un hombre y dos mujeres esperan en una cafetería a que salga su vuelo con destino a Asturias. El hombre es el proxeneta Cristian Sandulache. Una de las chicas es su cómplice; la que le ayuda a engañar a jóvenes rumanas para traerlas a España y prostituirlas bajo coacción. La segunda mujer es la incauta a la que han engañado. Le han dicho que va a trabajar de camarera en un bar de copas.
Algo le huele mal a la incauta. Antes de dirigirse al control de pasaportes, Cristian y la otra chica hacen un aparte y la dejan sola en la cafetería. Ella se acerca a la pareja a escondidas, con sigilo. Acierta a escuchar que están hablando de ella. Se entera de lo que está pasando: la van a prostituir en España.
La chica se asusta. Se da cuenta de que está sola y de que en unos minutos va a montarse en un avión rumbo al infierno. Como no sabe qué hacer para escapar, se le ocurre actuar con discreción. Agarra una servilleta de la cafetería y anota: “No quiero viajar. Me están obligando”.
Al llegar al control de pasaportes, la chica le desliza la servilleta a los agentes de la policía rumana, que de inmediato inician una actuación. Consiguen retenerla y evitan que se monte en ese avión. Le han salvado la vida. Contra Cristian Sandulache y su socia, sin embargo, no tienen nada. Ninguna prueba incriminatoria más allá del testimonio de una chica que no quiere viajar porque tiene sospechas. Además, los agentes rumanos notifican lo sucedido a sus colegas de la policía española, que les confirman que van detrás del hombre en cuestión. Que le dejen ir para no entorpecer la investigación. Así, Cristian y la otra mujer suben al avión sin problemas y se vuelven a España.
"Dadle leche para que no se muera"
Gracias a la denuncia que puso esa joven, salvada tras una escena casi de película, se ha podido sentar en el banquillo a parte del clan Sandulache, acusados de trata de seres humanos y blanqueo de capitales. Les piden 615 años de prisión. El juicio sigue esta semana en la Audiencia Provincial de Oviedo y se prolongará hasta el próximo mes de marzo.
En las últimas jornadas han testificado los policías españoles que han llevado a cabo la investigación, así como víctimas y testigos. De este modo, siguen los testimonios que subrayan la brutalidad de los Sandulache hacia las mujeres que prostituían. Una de ellas, que responde a las iniciales A.I.S., ha declarado que constantemente la sometían a una ingesta obligada de drogas y que luego la violaban. Asegura que en una ocasión la drogaron tanto que casi muere y que estuvo cerca de una semana bajo el efecto de los barbitúricos. Este extremo ha sido confirmado por una de las testigos, otra chica rumana prostituída por el clan, que ha declarado que vio que drogaban tanto a A.I.S. que la chica acabó “echando espuma por la boca. Uno de ellos decía que le diesen leche para que no se muriera”.
Paliza por ponerse una chaqueta en el burdel
Otra ha declarado que los Sandulache las golpeaban constantemente y sin motivo. Que en los prostíbulos las obligaban a trabajar en interminables jornadas de hasta 14 horas, siempre con ropas muy ligeras y provocativas, pero que como hacía frío, ella una noche se puso una chaqueta y eso le valió que los hermanos le pegasen una paliza.
Además de trata de seres humanos, a los Sandulache se les imputa un delito de blanqueo de capitales. Por ese motivo se están investigando los misteriosos envíos de dinero que se realizaron a Rumanía desde varios locutorios asturianos. Misteriosos porque muchos de ellos se llevaron a cabo a altas horas de la madrugada, en un horario en el que esos establecimientos permanecían cerrados. El propietario de uno de esos locutorios ha asegurado que durante la época que se envió ese dinero, él denunció el ataque de unos hackers a sus equipos informáticos.
La esposa del propietario, por su parte, sí que ha declarado recordar que de vez en cuando las denunciantes a acudían a su locutorio a enviar dinero. Siempre iban, dijo, acompañadas “de una chica muy guapa”. Esa chica muy guapa es la hermana de los Sandulache, que hacía las labores de custodia de las mujeres y retenía sus pasaportes. De hecho, la propietaria del locutorio ha confirmado que cuando iban al establecimiento, la hermana de los Sandulache era la que guardaba y presentaba la documentación de las chicas. Y que incluso cuando ellas querían comprar algo, le tenían que pedir permiso primero a su custodia.
De todo ello se deduce que algunos de los envíos de dinero que llegaban a Rumanía eran realizados por las propias prostitutas. Con eso, el clan se aseguraba no levantar sospechas enviando mucho dinero a su nombre. Lo enviaban ellas, como si enviasen dinero a sus propias familias… pero en realidad se lo estaban mandando a la matriarca de los Sandulache, que con ese dinero (casi dos millones de euros), ordenó levantar una mansión en Constanza, (Rumanía).
La hermana no está encausada. La víctima, sí.
Para hacerlo todo más rocambolesco, la hermana de los Sandulache no está imputada, pero sí que lo está una de las denunciantes. Esto se debe a que la fiscal entendió que, al haber sido novia de Cristian, ella también gozó de algunos beneficios del clan. En la sesión de ayer, la propia fiscal rectificó y reconoció que no hay nada que demuestre esos presuntos beneficios.
A todo esto, Judith Gómez, la abogada de una de las víctimas, ha declarado que se sorprende de que "con tantos testimonios confirmando que las violaciones eran constantes y sistemáticas, a estos tipos sólo se les esté juzgando por trata y por blanqueo de capitales, y no por violación".
"Ellas sólo quieren una indemnización"
Las chicas vivían en un absoluto estado de pánico. Los policías que han investigado a los Sandulache han explicado que cuando tomaron declaración a una de las denunciantes, se encontraron “con una persona aterrorizada que realmente temía por su vida”. Además han hecho hincapié en el alto tren de vida de los hermanos, capaces de gastarse 3.000 euros en una sola noche.
Contrastan las declaraciones policiales con lo que aseguran los Sandulache. Muy enfadados, han querido atacar a las denunciantes diciendo que "ellas no son víctimas y todos lo vais a ver". Tal y como se esperaba, han negado todas las acusaciones que se les imputan, incluso la de que se dediquen a la prostitución: aseguran que lo que tienen es un pub musical en Oviedo y de eso viven.
Para colmo, han declarado que las denuncias de las chicas contra ellos tienen dos motivaciones: la primera es el despecho. Aseguran que las jóvenes decidieron denunciarles cuando acabaron la relación sentimental que mantenían con ellas. La segunda es el dinero. Sostienen los Sandulache que lo único que persiguen las denunciantes es “una indemnización de 400.000 euros que, si no le pagamos nosotros, se la va a pagar el estado español”. Igual de otras cosas no están muy informados, pero de las obligaciones del estado español en caso de que ellos se declaren insolventes sí que parecen haberse informado bien.