"De aquellos barros vienen estos lodos", sentencia José, un anciano de Chilluévar (Jaén). El hombre habla con EL ESPAÑOL mientras mordisquea un tronco de regaliz que sale y entra de su boca. "No estoy diciendo que justifique lo que han hecho, porque es asqueroso, pero sí que hay que ver cómo han crecido esos chiquillos para entender lo que ha pasado", apostilla el hombre, sentado en una silla de plástico en la puerta de su casa.
La conversación con el reportero se produce la mañana de este pasado viernes. Una semana antes, el pasado 2 de febrero, un niño de nueve años le contó a su madre al salir de clase que cuatro compañeros de colegio le habían violado. Le dijo más: que no era la primera vez. Al menos hubo otras tres o cuatro anteriores, cuentan al reportero fuentes conocedoras del caso.
Inmediatamente, sus padres lo llevaron al hospital de Úbeda. Allí, los médicos confirmaron que el menor presentaba lesiones compatibles con una agresión sexual. Le habrían penetrado analmente. Se desconoce cuántos de los implicados participaron directamente, o si alguno o algunos sólo fueron testigos.
La Fiscalía de Menores, el Defensor del Pueblo andaluz y la Guardia Civil han investigado los hechos, que se conocieron este pasado jueves, seis días después de suceder. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, dijo sentirse "horrorizada".
Desde entonces, en Chilluévar, enclavado a los pies de la sierra de Cazorla, no se habla de otra cosa. Con sigilo, entre murmullos, pero el tema se escucha en la cola de la carnicería, en las tertulias de bar o en la puerta del colegio Nuestra Señora de La Paz, donde estudian los críos.
"Una desgracia"
"Ha sucedido una desgracia en un pueblo acostumbrado a que no pase nada", cuenta en su despacho del ayuntamiento el alcalde de Chilluévar, José Luis Agea.
El jueves 8 de febrero, el director del centro escolar en el que estudiaban tanto los agresores como la víctima decidió expulsar a los cuatro menores implicados en la violación. Eran de etnia gitana, tres hermanos y un primo de una misma familia, ninguno imputable porque no alcanzan los 14 años. Por eso la Fiscalía ha decidido archivar el caso.
Dos de los implicados tienen 13 años. Otro, 11. El más pequeño, de nueve, compartía aula con el niño violado. "Es cierto lo que te cuentan por el pueblo, esos niños no han tenido una infancia normalizada", afirma el regidor. "Pero yo ahí no he de entrar".
Sin padres, los cuidan sus abuelas maternas
Los cuatro niños viven en la zona alta de Chilluévar. Sus casas están a menos de 20 metros la una de la otra. Este viernes ya no han ido al colegio. No podrán hacerlo hasta el 22 de marzo.
Los tres hermanos y su primo llevan vidas paralelas. Sus respectivos padres los abandonaron hace años, dejando la responsabilidad de todos ellos a sus respectivas madres. "Es verdad, ninguno tiene padre", cuenta el tío de uno de ellos, vecino de Santo Tomé, una localidad cercana. "Estamos avergonzados, no te podemos decir otra cosa. Pero pedimos pruebas. No se les puede acusar así, sin dar explicaciones a las familias".
Los tres hermanos involucrados en la violación son, en realidad, cuatro. Dos de ellos tienen 13 años. El otro, nueve. Son los tres implicados en la agresión sexual. El cuarto, el menor de todos, no tiene nada que ver con los hechos.
Cuando el reportero visita su casa, una joven entreabre la puerta. Ellos están dentro. Se les escucha hablar. Los tres menores, a los que abandonó su padre, tampoco tienen madre. Murió por un cáncer a los 27 años.
Ahora los cuidan entre la abuela materna, el padrastro y la hermana de éste, que es quien habla con el periodista. "Yo soy su tía. Mi hermano, que es quien se ocupa de ellos, es jornalero y está en la aceituna [estamos en plana campaña de recolección del fruto de los miles de olivos que rodean el pueblo]. Ellos nos han negado todo. Nos cuentan que no han violado a nadie, ni siquiera pegado o insultado".
En el caso del otro menor implicado, de 11 años, el periodista habla este pasado jueves con su madre, R. Su hijo es primo de los otros tres chiquillos acusados de haber violado a un compañero de colegio. El niño también está a cargo de su abuela. Su padre lo abandonó. Ahora, su progenitora vive en Reus, lejos de él, junto a otro hombre que se presentó como "su padrastro".
"Yo vivo en Tarragona, sí, me lo cuida mi madre -dice R.- Tengo que trabajar. El año pasado sí estuvo escolarizado allí, pero este año ha vuelto a Chilluévar, donde ha crecido. No me creo que mi hijo haya violado a nadie. Cuando me llamaron del colegio pensé que era porque se había pegado con otro niño. Esto ha pasado porque somos gitanos. Creo que es inocente. Si él no ha hecho eso, la mancha será de por vida, imborrable".
El agredido, hijo de inmigrantes
El niño de nueve años que ha sufrido la agresión procede de una familia de inmigrantes que se instaló en Chilluévar hace más de una década. Tiene una hermana."Hay que protegerlos", dice el alcalde de la localidad. "Es necesario que, entre toda la población, les ayudemos a superar este trance".
El padre del menor agredido sexualmente trabaja en una finca como jornalero. Su madre tuvo un empleo en la ayuda a domicilio pero lo dejó cuando se le murió uno de los ancianos a los que cuidaba. "Le cogió miedo", cuentan en el pueblo. Son un matrimonio querido en Chilluévar.
"No les prestamos la atención que requerían"
El regidor del pueblo piensa que en casos como este, "más allá de la supervisión que se realiza en los centros educativos", las instituciones públicas deberían "vigilar más de cerca la realidad de chicos en circunstancias así".
"No estoy justificando nada, al contrario, pero todo trabajo previo es poco si se puede evitar una cosa así. Sabíamos quiénes eran, sabíamos que su entorno no es sencillo y, sin embargo, no les prestamos la atención que requerían", añade José Luis Agea.
Son las dos de la tarde y decenas de padres y madres esperan a sus hijos en la cancela de entrada y salida del colegio. Una mujer que tiene un niño de 10 años y que no quiere revelar su identidad, dice: "Vale, ahora están expulsados, sí. Pero, ¿y cuándo vuelvan? A mí me gustaría que les cambiaran de colegio. Si ya lo han hecho una vez, por qué no van a hacerlo otra..."
En Chilluévar no se fían de los cuatro niños 'huérfanos' que han puesto en el mapa a un pueblo de 1.400 habitantes donde, como dice su alcalde, "nunca pasa nada". Hasta que pasó.