A última hora de la tarde de este pasado martes, el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, subía una foto a su perfil de Twitter en la que aparecían reunidos él y Abdesalam El Hinda, nuevo delegado de la Comisión Islámica en la región andaluza. “Primera toma de contacto. Colaboración plena con la comunidad musulmana para garantizar respeto y convivencia”, se leía en dicha publicación.
Precisamente, al hijo de 15 años de El Hinda se le detuvo en febrero de 2017 por haber sufrido un proceso de radicalización islamista a través de internet, tal y como contó EL ESPAÑOL en octubre de 2017. Hasta la fecha, es la persona más joven detenida en España por su presunta vinculación con el yihadismo.
El encuentro fue una reunión “protocolaria”, un mero formalismo de “carácter institucional”, explican fuentes de prensa de la Delegación del Gobierno. El Hinda es el nuevo representante de la Comisión Islámica en Andalucía desde hace cinco meses, como él mismo ha confirmado a este periódico mediante conversación telefónica.
La Guardia Civil, en el marco de la Operación Rádix, detuvo al hijo de El Hinda y a otros dos menores también de origen magrebí en Lucena (Córdoba). El arresto se precipitó cuando la Benemérita supo que los tres adolescentes, de 15, 16 y 17 años, habían decidido comprar armas de manera inmediata. En la actualidad, explican fuentes de la lucha contra el terrorismo, el menor se muestra contrario al fundamentalismo islámico.
Las alarmas habían saltado dos años antes, cuando durante una actividad en el instituto una profesora pidió al hijo del delegado de la Comisión Islámica en Andalucía que compusiera una canción de temática libre. El descendiente de El Hinda escribió: “Somos terroristas, vamos a hacer bombas, te vamos a reventar la casa y el piso. Vamos a hacer boom. Tú sólo sal corriendo. Voy a cargarme el instituto con C4 y dinamita. Todos los judíos boom”. En ese mismo folio dibujó pistolas y emuló deflagraciones.
Aquella profesora trasladó la canción de Amid a la dirección del centro. Estaba sorprendida de que un niño que por aquel entonces tenía 13 años pudiera tener esas ideas en su cabeza. “El alumno muestra un conocimiento y una excesiva curiosidad por la fabricación y manejo de explosivos, que traspasa el interés y la curiosidad típicas de un adolescente”, señaló en su informe, adelantando por la ya desaparecida Interviú.
Fue entonces cuando el director del instituto informó a la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Córdoba. A su vez, este organismo público denunció los hechos ante la Guardia Civil, que abrió una investigación en coordinación con la Sección de Menores de la Audiencia Nacional.
Eufórico tras los atentados de Niza
Tras la denuncia del instituto en el que estudiaban los tres menores, los investigadores comenzaron a seguir de cerca sus pasos. Hasta la detención de los tres, que se produjo el 16 de febrero de 2017, las pesquisas duraron en torno a dos años. Durante ese tiempo, y a ojos de sus profesores, los chicos mostraron un “proceso de radicalización” que se plasmó en un cambio de actitud y de comportamiento.
En una ocasión uno de los chicos llegó a mostrar a varios compañeros de clase un cuchillo de grandes dimensiones. Al mismo tiempo, el profesor de Ciencias Naturales alertó de que el hijo de El Hinda se mostraba muy interesado en el uso de sustancias como la nitroglicerina, utilizada para la fabricación de explosivos.
Durante la investigación, los agentes interceptaron una conversación entre El Hinda y su hijo. Está fechada pocas horas después del atentado que el 14 de julio de 2016 se llevó la vida de 86 personas en Niza (Francia). Un tunecino les arrolló con un camión mientras caminaban por el paseo marítimo de la ciudad. Aquella barbarie la reivindicó poco después el ISIS. Ese mismo día, el hijo de El Hinda llamó a su padre con tono de euforia. Su progenitor tuvo que apaciguar los ánimos de su chaval.
“Ahora el chico está tranquilo”
Cuando en octubre de 2017 este reportero habló con el hijo de El Hinda a las puertas del instituto, el chico dijo que había cambiado y que aquello había sido “tonterías de niños”. Su padre, con el que también contactó este periódico, señaló: “Creo que todo fue una chiquillada. Ahora el chico está tranquilo”.
Fuentes de la Guardia Civil explican a EL ESPAÑOL que el niño “ha mejorado”, que su actitud ha cambiado y que ha dejado de consumir mediante internet propaganda terrorista vinculada con el fundamentalismo islámico. La Audiencia Nacional decidió no tomar medidas cautelares y se encuentra en libertad, aunque el CNI sigue sin quitarle el ojo. Ni a él a ni a sus dos amigos.