Ana Julia Quezada podría haber enterrado el cuerpo de Gabriel y no haberlo lanzado a un pozo en las tierras de la finca de la familia de Ángel David Cruz, su pareja y padre del niño aparecido muerto este domingo.
Al menos así lo piensan los investigadores y se lo han trasladado al juez instructor del caso, Rafael Soriano, que este lunes, acompañado de la fiscal y de agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha estado en dicha finca, ubicada en Rodalquilar, a tres kilómetros de Las Hortichuelas, donde desapareció el menor el pasado 27 de febrero.
Tal y como explican fuentes de la investigación consultadas por EL ESPAÑOL, las sospechas de la Guardia Civil se basan en tres razones: que el niño apareció manchado de barro, que la autopsia preliminar ha determinado que presentaba hematomas o signos de haber sido agarrado con fuerza a la altura de las muñecas y porque un perro adiestrado se tumbó y olisqueó con intensidad sobre una zona de tierra concreta.