Despertador, ducha y escritorio. Cuando arranca el día, Andrés se levanta, se deshace de las legañas y se pone a estudiar. Es la rutina del opositor: implacable, nieve, llueva o truene. Aunque eso no se preste mucho en su Sevilla.
En la capital andaluza vive Andy Moradiello, Andrés en el DNI. Él, joven -34 años, en esa ingrata franja de los treinta y pocos, que se evapora sin frontera clara para dejar paso a la parca e hipotecada adultez-, no puede evitar que su cabeza encuentre grietas entre folios y apuntes por las que se fugue su verdadera pasión: la música. Lo lleva en la sangre. Su abuelo era José Pérez Moradiellos, maestro coplero, autor consagrado a la canción española y referente para grandes folclóricas como Isabel Pantoja, Charo Reina o María del Monte.
Andy es cantante, pero se ha hecho famoso en España por otra razón bien distinta. El cuento que emocionó a Patricia Ramírez, la madre de Gabriel Cruz, que se lo agradeció en la breve alocución que dirigió a los medios de comunicación al finalizar la misa por su hijo.
Mamá, estoy bien. Pese a que estés muy triste, sé que tu primer pensamiento es que no lo merecía y es cierto, no lo merecía. Tienes toda la razón, pero no quiero que pienses que somos los perdedores de esta historia. Porque he vencido, mamá, aunque el precio para vosotros haya sido muy alto. He vencido y estoy feliz en un lugar donde nunca jamás nadie podrá hacerme daño. He vencido, mamá, porque nunca la bruja del cuento pensó que un pez tan pequeñito fuera a plantarle cara. He sido valiente, mamá, aunque mi cuerpecito es pequeño Digo pequeño en comparación con mi corazón y mi valentía, nunca pensé que fuera tan poderoso, mamá, pero lo soy y he ganado.
Ella lo había conocido por redes sociales. Ya roza los 150.000 compartidos, sólo en Facebook.
En el momento de la escritura del texto, “no pensé en nada, sólo sentí. Tenía un malestar enorme dentro. Desde que supe que le habían encontrado con el peor resultado posible me sentía fatal”, cuenta el propio Andy a EL ESPAÑOL. Está viviendo un vaivén de sensaciones, ya no solo por su implicación emocional con el caso, como podría haber sentido cualquier otro ciudadano ajeno a la tragedia familiar. Desde que Patricia Ramírez le agradeció su historia, se ha atado aún más al discurrir de esta familia. Se emociona varias veces durante la conversación y su voz sufre requiebros, aunque se recomponga. O lo intente.
“Normalmente yo me desahogo a través de la escritura, porque creo que así sacó lo mejor de mí, que me expreso mejor”. Era el lunes 12, por la mañana. Andy llevaba siguiendo el caso Gabriel desde el primer día y, en la misma línea que la Guardia Civil, siempre pensó que lo encontrarían vivo al chiquillo. “Eran cosas tan delicadas y yo tenía tantas esperanzas de que el niño estuviera en algún sitio, tanta fe de que lo fueran a encontrar bien, que cuando me entero del terrible desenlace, desde esa misma tarde yo estoy fatal”, reconoce.
Os he enseñado la verdadera cara de un alma oscura. He rescatado a papá de las fauces de la bruja. He podido romper ese hechizo que nunca nadie pudo romper, porque soy mágico, mamá. Por más que hayan querido esconderme, brillo, mamá. He conseguido que papá y tú estéis más unidos que nunca; no creáis que no os he visto agarraros las manos como nunca. He ganado, mamá, y soy invencible. Invencible y eterno. Soy eterno en el corazón del mundo, en vosotros -que sois yo mismo- y en la mente de la bruja malvada, que siempre me verá en sus sueños y cada vez que intente ser feliz, mire a un niño o al suyo propio, si alguna vez consigue que alguien vuelva a amarla.
Desde que se levantó el lunes, Andrés sentía “ansiedad”. “Estoy en la ducha dándole vueltas, viendo cómo enfocar lo que sentía para que tuviera algo en lo que apoyarme, para que me diera luz en esta historia. De la ducha fui al salón y me brotaba. Iba solo”, describe el autor.
En el cuaderno de las oposiciones
Cogió el primer papel que pilló. No podía contener sus palabras, que manaban con una furia típica de lo que se pare directamente desde las entrañas. De hecho, utilizó uno de sus cuadernos de las oposiciones al TUSSAM, el servicio de transporte municipal de la ciudad hispalense. “Quería ver algo de luz, quería que no fuera todo oscuro. Que pudiera alumbrar a esa familia y a cualquier tipo de persona que se sintiera como yo. No pensé que fuera a dispararse de esta manera”.
Visceral, lo colgó rápidamente. Necesitaba quitarse esa losa que sentía, ese peso que le lastraba. A pesar de no tener relación alguna con la familia. A pesar de que le separaban de los Cruz Ramírez más de 350 kilómetros de distancia.
Bolígrafo en mano, empieza a “a dibujar ese lugar en mi mente en el que yo quería, con todas mis fuerzas, que Gabriel estuviera”. Un remanso de paz, en el que el niño fuera inmune a las maldades humanas. Y, cuando vio lo que sus letras habían hecho sentir a Patricia, Andy se echó a llorar. “Vi que se apoyaba de alguna manera en mis palabras. Compartí el cuento porque no podía estar solo en mi casa y no compartirlo con nadie, a los que le había transmitido alma y un poco de esperanza”.
Soy un guerrero, mamá. Aquí, donde os estoy esperando a todos, tengo una armadura dorada y brilla más que el sol. Porque yo soy el sol, el que os alumbrará siempre en los días más difíciles. Soy el encargado de iluminar la mirada y el corazón de todos los que aún vivís ahí, en ese lugar hostil y lleno de maldad, para que caminéis lo más felices posible hasta mi reino de hadas. Donde nunca entran brujas malas, ni personas con el alma contaminada. Solo vosotros, mamá. Las personas como tú o como yo.
Hay una princesa en este reino. Se llama Marta y es muy bonita, mamá. Tiene un hermoso castillo desde el que podemos ver el mar. Me cuida mucho porque dice que me comprende muy bien. Bajamos todos los días a la playa y hacemos en la arena pescaditos y castillos, pero estos castillos no se los lleva el mar, ni los pescaditos se deshacen con las olas porque queremos que todos veáis lo bonitos que son.
¿Y quién es la otra protagonista del cuento? “Una hermana mayor, una hermana que lo va a cuidar, que va a estar con él y le comprende mejor que nadie. Que lo mima, que lo cuida. Que él le responde de una manera recíproca, que la admira, la quiere. Que le aconseja”.
En el discurrir de la conversación, Andy continúa mentando a Marta. Habla de ella con una familiaridad pasmosa, como quien honra la memoria de un colega, de un amigo con el que se han compartido cañas y duelos.
ㅡ¿Pero está basado ese personaje en alguien real?
ㅡClaro, es Marta del Castillo.
“Ese drama también lo viví muy de cerca”, explica Andy. Lo cierto es que el padre de la chica sevillana, desaparecida y asesinada hace 9 años, se ha mostrado muy cercano al caso del pequeño Gabriel Cruz Ramírez en redes sociales. “Se vivió tan intenso aquí en Sevilla que la gente estaba en la calle. Estábamos en la calle, no en las redes. De alguna manera yo la vi a ella con él y quise que los dos estuvieran dándose cariño y consejo”, afirma.
Del cuento a la canción
Al final, Andy Moradiello va a reinventar el texto. Reutilizar la víscera con la que redactó el cuento sobre el niño ‘pescaíto’. “De ese relato voy a sacar otras cosas. No va a ser letra por letra, va a ser el inicio de otros proyectos”, indica. Como, por ejemplo, una canción. El paso lógico dada su trayectoria artística. “El cuento es el cuento y la canción va a ser diferente, con la misma idea, con un mensaje directo y en el que quiero transmitir algo tranquilo, algo dulce. Será algo acústico, muy simple de musicalidad, que no tenga mucho ritmo sino muy íntimo”.
Marta me dice que no estéis tristes, que allí solo somos piel pero aquí somos solo lo que importa. Somos alma, almas limpias, grandes y todos un día dejaremos de estar allí para venir aquí. Menos las personas malas, que siempre estarán atrapadas en sus remordimientos. Mamá, descansa, hemos ganado y lo he conseguido yo solo, siendo un pescadito tan pequeño. Sois libres papá y tú porque ya no hay personas malas tan cerca de vosotros. No os soltéis las manos porque es cuando más brilla mi armadura. Sí, la del guerrero, la del príncipe que con su luz alumbró el camino de la verdad y dejó al descubierto el odio, la maldad y la mentira. Mamá, nos volveremos a ver y te enseñaré todos los pececitos que dibujo en la orilla del mar. Mamá, hemos ganado. Mamá, hoy he vencido a la oscuridad.