“Así es como te siento, tan cerca Diana... Como siempre hemos estado y seguiremos estando, no puedo expresar con palabras el dolor que siento dentro de mi, pero me consuela saber que nuestros corazones seguirán latiendo juntos en el mío. Has sido la mejor hija que podía tener y ojalá sientas lo orgullosa que me siento de todo el bien que has hecho a todos los que has tenido alrededor”.
El 6 de enero, Día de Reyes, Diana López Pinel se encuentra en su casa y escribe el siguiente mensaje en las redes sociales. Apenas ha pasado una semana desde la detención de José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle, el asesino confeso de su hija. Desde la aparición del cadáver de Diana. Desde que todas las esperanzas se evaporasen para siempre.
Durante estos tres meses, desde el hallazgo del cadáver, la madre de la joven madrileña asesinada en Galicia en agosto de 2016 se ha mantenido apartada de los focos de la opinión pública. No ha querido ni buscado protagonismo, tan solo paz y anonimato para recuperarse y aprender a vivir con unas heridas que estarán ahí para siempre. Ha sido el padre de Diana, Juan Carlos Quer, quien se ha encargado de llevar adelante la lucha por el mantenimiento de la prisión permanente revisable. Prácticamente todos los días, desde la aparición del cadáver de la joven, el hombre se ha mantenido en los medios para continuar su lucha titánica. Ha aparecido en el Congreso de los Diputados, en manifestaciones multitudinarias como la que hubo en Huelva el pasado 19 de marzo. Ha visitado gabinetes de abogados, ha dado entrevistas en televisiones autonómicas, en televisiones nacionales. Ha visitado a políticos, empresarios, poderosos, decenas de ciudades de todo el país. Una actividad frenética que ha mantenido casi a diario. Sin embargo, su ex mujer se mantuvo hasta ahora en un discreto segundo plano.
La vida de los Quer se ha truncado por completo en apenas un año y medio. La madre atravesaba en las últimas semanas una situación complicada. “Está viviendo el día día de la mejor manera posible. En pleno duelo y desgarrada de dolor y pena. Diana sólo tenía 18 años y toda la vida por delante. Es contra natura enterrar a un hijo”, explican desde su entorno a EL ESPAÑOL.
En los casi 500 días que transcurrieron desde la desaparición de su hija hasta la aparición del cuerpo y detención del presunto asesino, Diana López Pinel sufrió lo indecible. Primero fue la esperanza y la angustia al constatar que, con el paso de los días, el cuerpo no aparecía. Luego, la rabia ante las insinuaciones de la prensa, que la apuntaron de pleno con los focos tanto a ella como a Juan Carlos, el padre. Después, con la investigación estancada, en punto muerto, la resignación y la pena ante la perspectiva de que Diana ya no iba a aparecer nunca. Por último, la indignación más extrema, el dolor más horrible que una madre puede llegar a experimentar: el saber que un “monstruo”, como explican desde su entorno, había sido el culpable del asesinato de la joven madrileña.
Esa nostalgia, la rabia, la tristeza de una madre rota quedaron reflejadas en el mensaje que lanzó al firmamento de las redes sociales ese 6 de enero, un día que tradicionalmente pasaban en familia. Un día en el que la madre, echó más de menos que nunca a Diana, a quien estaba unida como si fueran uña y carne. ¿Dónde estaba hasta ahora Diana López-Pinel? Luchando por seguir adelante.
“Tu bondad no tenía límites y seguirá haciendo el bien desde donde estés para que nadie sufra lo que lamentablemente te ha tocado a ti. Pero acuérdate de lo que siempre te dije: Dios te escogió como una de sus mejores guerreras para la batalla más dura. Muchas seguirán viviendo gracias a ti, hay un antes y un después de tu existencia, viniste a cumplir una misión como ángel que eras, seguro que Dios te arropará entre sus brazos como hacía yo aquí en la tierra. Te amo más de lo que jamás pensé que se podría, y eso me lo enseñaste tú”.
Esta era la continuación del mensaje que la madre de Diana lanzó a las redes sociales durante estos meses desaparecida de la escena pública.
Lejos de las cámaras
Domingo 24 de diciembre, Nochebuena en Galicia, en Pobra do Caramiñal (A Coruña). En el lugar de O Xobre, una madre y su hija pasan juntas la noche para celebrar las fiestas. Hacía tiempo que no regresaban a ese hogar, el oasis de rocas forman las playas de Pobra, Ribeira Corrubedo. Allí peregrinaban cada verano, en un eterno retorno a la naturaleza más salvaje de de Galicia. Son Diana López-Pinel y su hija, Valeria Quer. En ese lugar pasaron tanto ese día como el siguiente, lunes de Navidad. Un rincón en el que echaron veranos muy felices, antes y después de la separación de Diana y Juan Carlos, el padre de las dos hijas de la familia. Desde entonces, solo la madre y las dos hijas disfrutaron de la casa al borde de la ría de Arousa. Allí volvieron ambas en Navidad a recordar, de algún modo, a su hija y hermana, casi 500 días después de que desapareciese sin dejar rastro.
Al filo de la Nochevieja, madre e hija estaban de vuelta en Madrid para recibir el nuevo año. Allí se enteraron de las novedades del caso, la alerta que enervó e indignó a toda España cuando se supo que El Chicle, un pequeño traficante, era el responsable de tanto dolor. Volvieron de inmediato a Galicia junto a Juan Carlos Quer, el padre de la joven madrileña.
El 17 de enero, Diana López apareció en la iglesia de Santa María de Caná, en Pozuelo de Alarcón. Llegó vestida de negro y apenas pudo pronunciar palabra ante las cámaras que la esperaban a ella y a su ex marido Juan Carlos. Una semana antes, en el entierro, la mujer estaba rota de dolor. En ambas ocasiones aparecieron juntos, cogidos de la mano en el dolor. Desde ese día, la madre de la joven madrileña asesinada en Galicia hace más de año y medio no volvió a aparecer. Al menos hasta este último sábado.
El último mensaje de Diana
Lo único que tenían de Diana eran sus últimas palabras. A ellas se aferraron durante meses para saber lo que le había ocurrido. Era una de las principales pistas: el último mensaje de whatsapp de Diana Quer. Databa de las 2.43 de la mañana de aquel día. Era, en cierto modo, revelador. O puede que tampoco demasiado.
- “Me estoy acojonando. Un gitano me estaba llamando”.
No queda claro si esa expresión de la joven se ajusta a la literalidad de lo que ocurrió. Pero lo cierto es que los investigadores hacía ya muchos meses que habían valorado la implicación de 'El Chicle' como uno de los principales sospechosos del caso. Guardaron esa información con cautela, pero se la iban contando al juez. La señal de su teléfono le situaba en el mismo sitio que el teléfono de la joven. Luego comprobaron sus movimientos y vieron que realizaba un recorrido similar. Tenía que ser él.
Al ser interrogado, al claudicar, El Chicle condujo la madrugada del 30 al 31 de diciembre a los agentes de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) hasta el pozo al que había arrojado el cadáver de la joven. Allí la encontraron. Y ahí se acabó un misterio que, durante meses, afligió a Juan Carlos y a Diana López.
Desde ese momento, la madre de Diana decidió aislarse. Pasó los últimos meses tirando para adelante como pudo. Apoyándose en Valeria y en los familiares y amigos más cercanos. “Ella es una mujer maravillosa, y aún destrozada de dolor es una persona positiva. Ojalá lo consiga”, explica a EL ESPAÑOL una de las personas que mejor la conoce.
La manifestación a favor de la prisión permanente revisable
Tras semanas de duelo interno y de lucha, intentando rehacer la vida, llegó el sábado 17 de marzo. En la Puerta del Sol estaba programada una manifestación para pedir la no derogación de la prisión permanente revisable. Iba a ser la primera vez que la madre de Diana hablase en público tras meses y meses de silencio.
Diana López-Pinel reapareció en público para pedir a los políticos que trabajen para que la ley siga en vigor. Bajo la lluvia, una mujer rota de dolor alzó la voz: “No es una ley de venganza, sino de justicia para la seguridad de todos los españoles. Ayudará a evitar muchas muertes. Lo que no podemos permitir “que esta gente se ría de nosotros, que digan que a los 7 años van a estar fuera" ¿Cuántas muertes en frío hacen falta para que no se derogue en caliente”. Luego, bajo una pequeña carpa, decenas de personas firmaron a favor de que se mantenga esta condena en el Código Penal. Desde que la iniciativa arrancó, en la plataforma change.org se han recogido hasta 250.000 firmas. Sin embargo, los grupos políticos todavía no han llegado a un acuerdo en cuanto a la polémica medida.
Diana López no estuvo sola. A su lado, amigos, familiares y políticos comprometidos con su causa. Dicen quienes la conocen mejor que esta lucha que está llevando a cabo para mantener la prisión permanente revisable la está ayudando. Tras pasar muchas semanas aislada, la batalla legal, las manifestaciones y la vuelta a la calle le están ayudando. “Todo esto ha sido y esta siendo muy duro para ella porque estaba muy unida a Diana. Toda la lucha por lo de la prisión permanente las manifestaciones le está ayudando a sobrellevarlo”, explican en su entorno.
Ese día, también habló Valeria, la hermana de Diana. Ambas eran su soporte, su razón de ser. Ahora se aferra a ella como nunca. Por redes sociales, Valeria está siendo quien más mensajes está lanzando en nombre de la familia. El pasado sábado volvió a alzar la voz: “Que un hombre que haya matado a mi hermana en siete años esté fuera y que mi hermana no vaya a volver nunca es una injusticia y queremos que la gente se conciencie, nos ayude, tengamos su apoyo y no se derogue la ley”.
La nostalgia
Diana López pasó unos meses sin poder hablar, tratando de recuperarse de una pérdida que marca para siempre. Sus amigas la definen como madre coraje. Parece que ahora lo está consiguiendo. “Vamos a intentar llegar a todos/as los ciudadanos, ya sea en residencias de la tercera edad, universidades, iglesias, institutos y muchos sitios más para que podamos firmar todos. Aportemos nuestro granito de arena, por una causa justa y necesaria”.
Sin embargo, es imposible sustraerse a la nostalgia. A Diana López-Pinel, como es normal, le invade constantemente el recuerdo de su hija a la que tan unida estaba. Cada pocos días, una nueva instantánea aparece en sus redes sociales y todo es ya recuerdo. El 26 de febrero sube a sus redes sociales una fotografía antigua. En ella, Diana Quer apenas tiene dos o tres años, va sentada en un carrito de bebé de cuadros azules y abre mucho los ojos al mirar a la cámara. A su lado, una joven Diana López-Pinel aprieta su cara contra la de su querida pequeña y sonríe de oreja a oreja. “Siempre conmigo, te amo más que a mi vida, mi cielo con estrellas, un día más y un día menos...”