'Operación perdón' a Letizia y Leonor: el gabinete de crisis que obligó a la Reina a hacer teatro
Tras la escena en la Misa de Pascua de Palma de Mallorca, la imagen de la Reina Letizia y de la Princesa de Asturias había sufrido un "estropicio brutal". Por eso, la operación de rodilla del Rey se convertía en el escenario perfecto para la reconciliación real. El criterio de Felipe VI se impuso: también Leonor tenía que 'pedir perdón' a su abuela.
14 abril, 2018 01:37Noticias relacionadas
"Las niñas van el domingo con la Reina Sofía sí o sí". Así de tajante se mostró Felipe VI ante su mujer en la reunión que tuvo lugar, el pasado jueves 5 de abril, para intentar solucionar la ya llamada crisis de las Reinas. Conocedor del lío que se había montado y preocupado por la imagen que se estaba dando de su hija mayor, la Princesa de Asturias, el Monarca tenía claro lo que había que hacer: tanto Letizia como Leonor tenía que pedir perdón, pero no a su madre, la Reina Sofía -hay cosas que ya no tienen solución-, sino a toda España.
¿Quién le iba a decir a Zarzuela que -por una vez- una de las muchas operaciones quirúrgicas de don Juan Carlos le iba a venir tan bien?
La intervención en la rodilla derecha del Rey emérito llevaba semanas programada. El doctor Primitivo Gómez Cardero, jefe de Traumatología del Hospital Universitario de La Moraleja, tenía ya fecha para sustituir un implante que don Juan Carlos llevaba en la articulación desde hacía muchos años.
No se trataba de nada complicado. Un par de días ingresado para ver que el cuerpo de don Juan Carlos, de 80 años, reaccionaba bien y a casa. Si todo marchaba en orden, en un principio, en Zarzuela sólo se planteó la visita al centro médico el sábado siguiente de dos personas, la Reina Sofía y Felipe VI. Ni Letizia, ni las nietas Leonor y Sofía.
Un estropicio "brutal"
Pero todo cambió el domingo anterior, 1 de abril. Tras la escena en la Misa de Pascua de Palma de Mallorca, el plan dio un giro de 180 grados, la operación de rodilla del Rey se convertía en el escenario perfecto para la reconciliación real.
El domingo de Resurrección ha hecho un "estropicio brutal" en la imagen de la Reina. Tras producirse los hechos -y una vez que el vídeo empezó a circular por las redes sociales y tras pasar la línea que hace que algo viral se convierta en portada de periódico-, Zarzuela empieza a verle las orejas al lobo. Una vez más, reaccionaron tarde. Al tratarse de una escena más de la familia, nadie de la Casa se sorprendió. Ya se les pasará el disgusto, todo queda dentro.
Sin embargo, 48 horas después, el martes 3 de abril, el vídeo llega a manos del tuitero Por el rabillo del ojo. El huracán Letizia, enemiga de España empieza a recorrer las redes.
"Bendita chilena de Ronaldo"
Esa misma noche, el Real Madrid juega el partido de ida de cuartos de final de la Liga de Campeones contra la Juventus de Milán. Cristiano Ronaldo mete un gol de chilena que se convierte en uno de los mejores de su carrera. En Zarzuela respiran: "Bendita chilena de Ronaldo". Con este golazo, nadie hablará de lo de Palma.
Pero se equivocan, la cosa va más allá. Los medios de comunicación hacen de la escena noticia de portada, los informativos de las cadenas privadas -en la pública todavía buscan al responsable que ha filtrado el vídeo- hacen hasta tres piezas sobre el tema, incluso recordando escenas parecidas. Esto ya no hay quien lo pare: la Reina Letizia está en la picota, condenada, juzgada y, por supuesto, es culpable.
Cuando los medios llaman el departamento de comunicación de Zarzuela para preguntar por el asunto, la misma respuesta para todos: "No vamos a decir nada, queda todo en el ámbito privado". Sin embargo, en la catedral de Palma nada quedó en el ámbito de lo privado. Hay muchos móviles grabando la escena, tenemos todos los ángulos del vídeo. Es EL ESPAÑOL, en su sección Jaleos, el que da el golpe definitivo al poner palabras leyendo los labios a las protagonistas de la dantesca escena. Está claro, hay que hacer algo.
"Fuera, bruja, floja": Letizia se rompe
Todavía paralizados ante tanto revuelo, Zarzuela continúa con su política de silencio. Pero hubo un hecho que les hizo reaccionar, cambiar de opinión. Miércoles 4 de abril. Han pasado tres días desde la misa de Pascua y la Reina preside en Madrid un acto sobre el tratamiento informativo de la discapacidad. A su llegada por la mañana, un grupo muy reducido de personas que la esperan, la insultan: ‘fuera, fuera, bruja, floja…’. Ella saluda y sonríe, pero, al volver a casa, se rompe. Además, el Rey está preocupado, sobre todo por la imagen que se está dando de su hija, la Princesa de Asturias. La Reina es fuerte, ella aguanta lo que le echen encima, aunque nunca pudieron imaginar los Reyes la inquina y ganas que le tenía la gente. Ha sido como destapar una caja de truenos.
Ambos Reyes deciden convocar una reunión, un gabinete de crisis. Hay que ponerle fin, no ya a los memos y chistes que se cuentan por miles, pero sí a que todo el mundo no hable de otra cosa.
El jueves 5 por la mañana, en una sala de reuniones del edificio de oficinas de Zarzuela, se reúne el gabinete de crisis. Don Felipe; la Reina Letizia; doña Sofía; el Jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín; el secretario de la Reina, José Zulueta, y el jefe de comunicación de la Casa, Jordi Gutiérrez. Todos se reúnen alrededor de una gran mesa para poner fin a la crisis de las reinas.
Un perdón sin humillación
Es en este momento cuando la operación de rodilla de don Juan Carlos deja de ser una más y pasa a ser la más importante tras su rotura de cadera de Botsuana en abril de 2012. Todos están de acuerdo en una cosa: hay que pedir perdón. Pero ni la Reina ni ninguno de los sentados en esa mesa ven necesario unas disculpas tan explícitas como el ‘perdón, me he equivocado’ pronunciado por el Rey emérito.
Finalmente, se llega a la solución de que la Reina acompañe a su marido y a su suegra a visitar, el próximo sábado, a don Juan Carlos a La Moraleja. Y se piensa en un gesto, que, sin ser humillante para Letizia, pueda evidenciar el sentimiento de disculpa ante lo ocurrido. ‘De acuerdo, abro la puerta del coche’, acepta la esposa de Felipe VI.
Todavía queda por arreglar un tema: la imagen de Leonor. A sus doce años, la Princesa estaba impoluta de faltas ante los ojos de los españoles. En el acto de imposición del Toisón de Oro, con motivo del 50 cumpleaños de su padre, se vio a una niña preciosa, emocionada ante las palabras de Felipe VI, educada y respetuosa con sus abuelos, los Reyes eméritos. Sin embargo, su manotazo para deshacerse del brazo de su abuela Sofía el domingo anterior en Palma le había hecho caer en los infiernos. Maleducada fue lo más fino que se dijo de la hija mayor de los Reyes.
Esto preocupaba mucho a don Felipe y dolía a la Reina, que ha tenido como consuelo el que la gente piense que es culpa suya y no de Leonor. Que ella les obligaba a comportarse con desprecio y sin cariño hacia su abuela y que no era cosa de la pequeña.
Letizia no quiere que Leonor pidiera perdón y el Rey se impone
Sin embargo, y a pesar de tener claro que la imagen de Leonor había sufrido un gran revés, la Reina no quería ni oír hablar de la posibilidad de que la Princesa de Asturias pidiera un perdón público de ninguna de las maneras, no quería para ella un ‘Borbón y cuenta nueva’.
Pero el Rey no lo ve tan claro y tras discutirlo con su mujer y con el voto a favor del jefe de Comunicación de la Casa, Jordi Gutiérrez, que también lo ve necesario, se impone ante la Reina. ‘Las niñas van el domingo a ver al Rey sí o sí, con la Reina Sofía y conmigo’. El Monarca deja en manos de su esposa si les acompaña o no, pero ella lo tiene claro: no va a dejar a sus hijas solas en esa situación. Ante todo, es madre.
Así se monta la ‘Operación perdón a Letizia y Leonor’. Comienza el teatro.
Un teatro en dos actos
El telón se levanta el sábado día 7 de abril a las cinco de la tarde. Un coche conducido por Felipe VI llega al Hospital Sanitas La Moraleja. En él, las dos Reinas. Letizia se baja y, con una gran sonrisa, le abre la puerta a su suegra. Ambas se miran con caras sonrientes: el río vuelve a su cauce. Sólo ellas saben lo que piensan por dentro. Posan ante los medios en la puerta del centro médico y entran.
Dentro les esperan el Rey Juan Carlos y el equipo médico que le ha operado. Tanto la Reina Sofía como don Felipe les saludan y les dan las gracias; Letizia se queda un poco atrás charlando con una persona de su equipo. Tras los saludos, todos entran a ver al Rey, nadie se queda fuera. La visita es corta, el Emérito está recién operado y tiene dolores en la rodilla.
No es verdad que no quisiera ver a su nuera. La Reina entra como los demás y su suegro se muestra cordial y cariñoso: ya se le ha pasado el enfado que se cogió una semana atrás, tras presenciar el desaire de Letizia hacia su mujer. Entonces se mostró más indignado que doña Sofía y llegó a decirle a su hijo ‘Si no quiere que los abuelos se hagan fotos con sus nietas, que no las traiga’.
¿Crisis? "Todo bien, gracias"
Tras visitar a su padre en el hospital, Felipe VI atiende a los medios. Una reportera de Telecinco es la única que se atreve a preguntarle algo sobre la crisis de las Reinas y él simplemente dice que "todo bien, muchas gracias". Por si la periodista intenta seguir con el tema, la Reina Letizia -un poco alejada, junto a su suegra- insiste en la respuesta: "muy bien, gracias". Esa es la señal de que no hay más preguntas sobre el tema. Que se acabó. Y los tres toman rumbo hacia Zarzuela.
Al día siguiente, domingo 8 de abril, el mismo coche -pero con dos ocupantes más, Leonor y Sofía- llega al Hospital Sanitas La Moraleja. Fuentes cercanas a Zarzuela aseguran a EL ESPAÑOL que la idea de que la Princesa de Asturias ayudara a bajar a su abuela Sofía fue de la propia nieta, un gesto espontáneo (si es que en toda la escena existe algún momento de eso). Sonrientes y de la mano de su abuela, posan ante los medios.
A la salida de la visita al abuelo, todos posan de nuevo ante los gráficos. La Princesa y la Infanta vuelven a sonreír de la mano de su abuela, pero la Reina Letizia lo vuelve a hacer. Ejerce el control sobre sus hijas y, con un pequeño toque de su bolso en el culo de Leonor, le indica que tiene que pegarse más a la Reina Sofía. Pero no se puede forzar a una niña de 12 años a sentir algo que no ha ‘mamado’. Claro que las hijas de los Reyes quieren a su abuela paterna, pero no sienten la misma devoción que unos nietos que vimos unas horas después.
Froilán y Victoria, unos nietos devotos de Sofía
Porque doña Sofía volvió a ver a su marido. Esta vez, acompañada por la Infanta Elena y sus hijos Froilán (Pipe, como le llaman todos) y Victoria Federica. A la salida los dos nietos agarran a su abuela, casi la abrazan, con muchísimo cariño ante los medios que estaban en la puerta, lanzando un claro mensaje recogido por muy poca prensa: nosotros sí queremos a nuestra abuela.
Finalmente, con estas dos visitas hospitalarias, Zarzuela da por cerrada la crisis de las reinas. La semana ha traído la visita del Rey de Arabia Saudí y sus petrodólares, donde Letizia ha vuelto a demostrar su profesionalidad en su papel.
Sin embargo, tanto su equipo como ella son conscientes de que el daño que le ha hecho la escena de Palma de Mallorca va a tardar en sanar. Si de algo ha servido este enjuiciamiento público que ha sufrido durante dos semanas es para darse cuenta de que gran parte de la sociedad española no le tiene mucho cariño y que es en empatizar, en los gestos y en las muestras de ser algo más que una alta funcionaria del Estado (como ella misma se considera) donde tiene que trabajar y mucho, a partir de ahora.
Porque puede que fuera un solo un gesto, un mal momento, a la salida de una Misa de Pascua, la que le ha hecho vivir a Letizia los días más duros de su historia como Reina.