Un puñetazo en el ojo izquierdo y en la nariz que la hizo caer al suelo. Esta fue la lamentable respuesta que obtuvo una joven de 18 años de A Coruña que se negó a dar a dos menores rumanos su número de teléfono móvil. El padre de la chica -un militar retirado- se encontró a su hija en el suelo ensangrentada y a los dos agresores huyendo del lugar. Desde ese momento hasta que han sido identificados, el padre ha trabajado incansablemente para dar con los menores que agredieron a su hija.
La agresión tuvo lugar en la plaza As Conchiñas, en A Coruña, durante la madrugada del pasado 21 de abril. En aquel momento, según informa La Voz de Galicia, la joven estaba con una amiga menor de edad, cuando dos hermanos se encontraban cerca jugando al fútbol. Siempre según su relato, los chicos se acercaron para preguntar a las dos chicas por su edad y le pidieron sus números de teléfono. Ante la negativa, ambas jóvenes fueron insultadas y amenazadas.
Entre insultos -en rumano y castellano- la hija del militar le contesto con un "no tenéis edad para estar por la calle a estas horas". Sin mediar más palabras la chica de 18 años recibió tal puñetazo que le impactó en el ojo izquierdo y en la nariz hasta hacerla caer al suelo. "Ellos tendrían entre 15 y 16 años", explica la agredida al periódico regional. "No pensé en ningún momento que me fueran a pegar", asegura la joven que avisó a su padre cuando empezaron los insultos y amenazas.
Su progenitor sólo pudo llegar cuando su hija ya estaba en el suelo ensangrentada tras haber sido golpeada. "No logré alcanzarlos, pero vi a uno, el otro llevaba la capucha puesta", recuerda el padre, quien trasladó a su hija al hospital más cercano. Allí le certificaron que tenía una fractura nasal y del suelo de la órbita izquierda con un pequeño hundimiento.
La joven gallega fue operada cinco días más tarde de la agresión. Mientras su padre, se dedicó durante todas esas jornadas a peinar la zona para intentar localizar a los agresores.
Fue operada cinco días más tarde, el día 26, y tuvo que permanecer ingresada una noche en el hospital. Mientras tanto, el padre se dedicó, desde el primer día, a peinar la zona a distintas horas para intentar localizar a los agresores. Y lo consiguió.
Tras la operación de su hija, en la misma plaza donde se produjo la agresión grabó a dos chicos con el teléfono móvil sin que se diesen cuenta. Después su hija pudo corroborar en el vídeo que eran ellos. Llamó a la Policía Nacional e hicieron la parte final del trabajo: llegaron a los agresores y estos reconocieron los hechos. Caso resuelto.