Cuatro austeras paredes y una cama. Una vez al mes, Jesús Escudero, el peluquero de la Manada, y su novia pueden tener intimidad en un pequeño habitáculo de la cárcel de Pamplona. Verse de cerca, tocarse, quererse. Arañar el tiempo para pretender olvidar que el sevillano, condenado a nueve años de prisión por agresión sexual, no volverá a ver la calle en un largo tiempo.
Escudero, Escu para sus amigos, no cree que haya hecho nada malo para merecer estar entre barrotes. Que lo que sucedió en el portal de la calle Paulino Caballero de la capital navarra en los Sanfermines de 2016 no fue nada más que relaciones sexuales consentidas entre cinco hombres y una joven de apenas 18 años. Que no violó a nadie. Que debería seguir en su Sevilla natal, a caballo entre la peluquería de su tío en Triana y su casa en el barrio hispalense de Amate. Por eso, Escudero quiere estar con su chica cuanto más junto mejor. No importa cómo. Así que ha decidido formalizar su relación, dar un paso más allá y convertirse en pareja de hecho, según informan fuentes penitenciarias a EL ESPAÑOL. Lo hicieron de manera exprés, improvisada. Pero era la única vía.
“En cuanto llegó a prisión, Escudero formalizó la relación con su novia para hacerse pareja de hecho y poder disfrutar de vis a vis”, confirman a este periódico. La chica no tardó en convencerse: no habían pasado apenas días desde que detuvieran a su por entonces novio. Si no lo hacía, no podría tocar ni ver a su pareja a través del cristal, porque necesitaba acreditar una relación de parentesco con el peluquero.
Una vez al mes, máximo tres horas
Los vis a vis íntimos tienen lugar en una habitación pequeña, cerrada, con una cama en el medio. Un preso tiene derecho, como mínimo, a ellos una vez al mes durante un tiempo de entre una y tres horas. Es el recluso quien tiene derecho a esas visitas y por tanto es Escudero quien autoriza quién va a verle. En segunda instancia lo aprueba la cárcel. En los vis a vis familiares, que también tienen que ser solicitados por el preso, ya pueden asistir los hijos de menos de diez años, padres o hermanos. Para ello se habilita una sala más amplia.
Una tercera vía consistía en que la chica acreditara visitas de tres a seis meses por locutorio -cristal mediante, comunicándose a través de un telefonillo- a su novio para poder, después, acceder al vis a vis, indican fuentes penitenciarias a este periódico. Pero ellos no querían esperar. Y, al establecerse como pareja de hecho, ya no hay impedimento.
Las visitas a los condenados por abuso sexual internos en la cárcel de Pamplona -José Ángel Prenda, Jesús Escudero y Ángel Boza- de sus familiares y seres queridos solían ser “semanales”, confirman a este periódico. Pero, en los últimos tiempos, ya se van espaciando cada vez más. Las nueve horas en coche que distancian el barrio hispalense de Amate del Centro Penitenciario Pamplona I pesan. Aunque, de momento, ninguno de los tres reclusos ha solicitado el traslado, según ha podido saber este diario.
Protagonista en Pozoblanco
Escudero fue uno de los primeros identificados por las autoridades en las horas posteriores al abuso cometido en Sanfermines. Llevaba un enorme reloj de color blanco tocado con una gran esfera de vidrio. Ese accesorio, que marcaría sus últimas horas de libertad, fue uno de los pocos detalles que podía recordar la víctima, junto con los tatuajes en su cuerpo. Escudero tiene dibujado uno enorme en su piel, en el lado derecho del torso: la huella de un lobo en la que se puede observar los ojos encendidos del propio animal.
No sería su única noche de caza con la Manada. El peluquero, que sigue ejerciendo como tal en prisión, estaba en el coche en el que él y sus amigos acosaban a una joven de 21 años en Pozoblanco (Córdoba). En las imágenes se aprecia cómo Escudero, vestido con una chaqueta marrón de cuero, manosea a una chica completamente inconsciente, que parece estar drogada.
El gesto es continuo. Pasan los minutos, la joven no reacciona y Escudero continúa sobándola. El joven mira a la cámara y posa agarrando el cuerpo inerte de la joven. Saca la lengua y sonríe de forma excéntrica mientras le toca los pechos a la chica. Lo hace de forma lasciva, zafia. No es el único. A la izquierda de la muchacha, el militar de La Manada también participa en los tocamientos, como el conductor, como Prenda. Todos abusan de ella.
"En mi vida he violado a nadie"
El joven sevillano ha sido el único de los cinco en admitir algo. En una vista con el juez instructor afirmó haberse portado mal con la víctima. Negó la agresión. "En mi vida he violado a nadie. Yo odio a los violadores. A mi pareja la violaron con 14 años, en dos años sale ese tío y yo le decía que le iba a matar. Fue todo consentido y nos tenéis encerrados en la cárcel".
Escudero siempre ha rechazado los cargos que se le imputaban durante el juicio a lo sucedido en Pamplona. Ahora tendrá que enfrentarse al proceso sobre los hechos de Pozoblanco.