"Soy huérfano de violencia de género. Asesinaron a mi madre. Tengo 26 años. Soy el tutor legal de mi hermano pequeño". Así arrancaba el testimonio de Josua, un joven gallego que en febrero de 2017 perdió a su madre en Chapela (Redondela) cuando su ex pareja hizo volar la casa con bombonas de butano. Lo había planeado todo para matarla. Un drama que ayer revivió su hijo en la Cámara Alta en unas jornadas promovidas por la Fundación Mujeres, que denuncia el desamparo institucional de los jóvenes.
Su relato fue de lo más emotivo. En ningún momento le tembló la voz. Josua contó a los parlamentarios del Senado cómo ha sido su último año en Galicia, sin su madre, tratando de gestionar él solo a su familia. Explicó cómo Emilio Fernández Castro logró atraer con una llamada a su madre, Sesé, a la casa. Había provocado una fuga de butano. Luego hizo que todo explotase.
Aquella familia quedó destruida. "Sufrimos el peor de los golpes". Desde entonces, Josua ha tenido que coger las riendas de la familia. Se ha puesto manos a la obra para reformar la casa, pero todo han sido problemas e inconvenientes derivados del asesinato de su madre, del agresor machista que se la llevó por delante. "Un seguro de la casa a nombre de un asesino, del que no se hacen cargo al haber sido un suicidio; declaración de herederos; impuesto de sucesiones, nadie tenía el testamento hecho; cancelación de deudas, tutela... Mil y un trámites con el desembolso económico que conlleva".
"La casa donde estaban todos mis recuerdos". Aquel lugar en el que nació y creció, en donde jugó de pequeño y donde se ha hecho mayor ahora tan solo le trae recuerdos teñidos de miedo y horror. Y así denunció ante el Senado el desamparo de su familia.
Han sido los vecinos de la familia, así como diversas asociaciones locales, las que han ayudado al joven durante todo este tiempo. Y él lo reprocha a quien se lo tiene que reprochar. "El pueblo ha hecho lo que los políticos no son capaces de hacer. ¿Entonces para qué están? La mayoría de ellos buscan la foto en el momento que más les conviene".
Había superado un cáncer
María José Mateo García tenía 51 años y era vecina de la parroquia de Chapela, un barrio a la orilla de la ría de Vigo de arraigada tradición pescadora. No en vano, Pescanova, una de las grandes empresas pesqueras del mundo, tiene su sede en el lugar. La mujer se estaba separando de su marido, su asesino.
María José y Emilio llevaban 8 años casados.
Se encontraban en trámites de separación. La mujer había rehecho su vida con una nueva pareja. Era el segundo matrimonio de ella; del primero tenía dos hijos. Josua era el mayor, y vivía en el propio barrio. También una chica, cuya residencia se encuentra en las Islas Canarias.
Dos años antes de que su marido la asesinase, María José le diagnosticaron cáncer de mama al que sobrevivió. “Era una persona valiente, agradable, que luchó mucho. Vecina de aquí de toda la vida. Este año no dijo que le habían salido de nuevo unos bultos, pero que no nos preocupáramos, que eran benignos”, explicaba una vecina de la zona a EL ESPAÑOL.
Ahora Josua ha cogido el testigo de su madre para luchar contra la violencia de género. "Vivimos en una sociedad machista. Seguimos haciendo chistes machistas y nos reímos de ellos. Yo ya no me río".