Despertador, ducha rápida. Yohanna Alonso no para. Ella, marcial, al compás del minutero, vertebra su rutina en torno a dos grandes pilares: la Benemérita y las artes marciales. Dos vasos comunicantes en una vida en continua ósmosis. Porque Alonso (Gijón, 1983) es guardia civil y doble campeona del mundo en Muay Thai.
La llaman la Leona y no resulta extraño. Con la misma fiereza gatuna con la que engancha a sus rivales en el ring, soltando golpes con rodillas y codos, defiende como agente a cualquier ciudadano, pero, especialmente, a mujeres víctimas de violencia de género. Es especialista en este ámbito, tiene formación psicológica para ello y orgullo para rato. No desperdicia oportunidades: “La seguridad ciudadana, sobre todo para mujeres, es una asignatura pendiente en España”, esgrime en conversación con EL ESPAÑOL. Rápida, ágil, concisa. Ahora está estrenando destino: vive en Huelva tras dejar atrás el León que la crió.
Alonso tuvo claro desde bien pequeña que lo suyo eran los deportes de contacto. También la Guardia Civil. Su familia, leonesa y practicante de arte marcial, no veía, sin embargo, con buenos ojos que una niña pegara golpes. “Mi casa es muy de pueblo, tradicional”, confirma. Mientras su hermano sí acudía a clases de lucha leonesa, apuntaban a la chica a gimnasia rítmica. “Mi padre no me dejaba, no. Estuve luchándolo hasta los 17 años. Ahí ya me apunté a Muay Thai”, ríe la guardia civil. Antes, fan de distintas películas de artes marciales -con Van Damme al frente-, esperaba a que llegara su hermano mayor para practicar golpes juntos. Eso sí, a escondidas. Su familia hoy en día es su “gran apoyo”.
Arte marcial tailandés
El muay thai es el arte marcial tailandés por excelencia. Tiene una tradición histórica enorme en el país asiático e incluso un punto identitario, patriótico. Parece similar al boxeo, pero combina piernas, brazos, pies, rodillas y codos, además de algunos barridos, sujeciones y lanzamientos. Para Alonso se trata del arte marcial “más completo”. “Pega con codo, rodillas. Da patadas. Enganchas, hacen click y, cuando te tiran al suelo, se para”, resume. Los combates se realizan entre dos personas.
Pero su organización internacional es un pequeño enjambre. Hay distintas denominaciones, federaciones. En España, pese a que, según la Federación Española de Muay Thai, los adeptos a este deporte han crecido un 60% en los últimos 10 años, la jungla es similar. No hay unificación y por eso son importantes las siglas. Alonso, por ejemplo, se acaba de federar este mismo año.
Yohanna es la campeona vigente del mundo de AITMA Muay Thai, un título revalidado. Lo había ganado un año antes y, en el mundial anterior, perdió en la final. Sin embargo, no es su única arma. Ella le da “a todo lo que se puede” y domina seis artes marciales más. “Cuando empezamos a entrenar, miramos en los gimnasios a ver qué había. Karate, Judo y Muay Thai es lo más común. Pero ya, en función de donde estuviera, me apuntaba a lo que se enseñara”. “La primera pelea que tuve -velada- me hice daño. Pero me gusta pelear y el dolor es parte de ello”. Su primera competición oficial fue en Alicante, en 2006. Fue practicando jiu-jitsu. Su favorita -salvando el deporte tailandés-: el BRICPOL. De este arte marcial, creado por Santiago Bango, también es dos veces campeona de España. En julio se medirá para ver si revalida título.
Resulta difícil imaginarla parada, de brazos cruzados. Carga a sus espaldas jornadas maratonianas, eternas. “En el ejército tenía las tardes libres para mí. Ahora hago lo que puedo”, concede a la reportera. Dependiendo del turno que tenga en el cuartel, lo compatibiliza con gimnasio, fisioterapia y clases de inglés, según precisa desde el otro lado del teléfono. Pero ríe, le resta importancia y normaliza con una contundencia prácticamente irrebatible. Gajes del oficio: no en vano, ella es la autoridad. Eso sí, cuando emplea sus conocimientos marciales en su trabajo siempre lo hace “para reducir, nunca para golpear”. Atiende a este periódico en uno de los pocos momentos de descanso de los que goza: entre el cuartel y el gimnasio dedica su tiempo libre a distintas causas solidarias. Ahora está en Nepal ayudando a una ONG en un campo en el que viven niñas víctimas de violación.
"Disciplina, respeto y compañerismo"
“Al final del día, los pilares de ambos trabajos son los mismos. Disciplina, respeto y compañerismo”, argumenta Alonso. Porque si en algo cree la campeona mundial es en la Guardia Civil. De familia con agentes de la Benemérita, fue una decisión fácil y natural el unirse al Cuerpo. “Siempre quería ser o policía o médico, para ayudar a los demás. Así que con 18 años decidí que quería hacer la mili”, cuenta. De ahí, tras tres años y medio en el Ejército, primero en artillería de campaña y después en la Policía Militar -como escolta de un coronel en Ferral del Bernesga-, se unió a la Guardia Civil. Terminó las oposiciones con 22 años. “Yo quería ser guardia civil, por pura vocación, porque tiene muchas más puertas”, afirma, rotunda.
En las dos esferas en las que Yohanna Alonso se desenvuelve hay otra tónica: son, mayoritariamente, hombres. “No es fácil”, reconoce la leonesa. Le costó que la tomaran en serio y aún hay quien la critica. “Pero en la Guardia Civil hay cada vez más mujeres y en el Muay Thai hay muy buenas guerreras profesionales que nos han abierto camino a nosotras. Cada vez hay más adeptos”.
La mira la tiene ahora en su nuevo destino, Huelva, en el que aterrizó en el mes de abril. “Ahora me gustaría hacer una especialidad. Policía judicial, estilo CSI, para entendernos. Me encanta ese trabajo”, cuenta Alonso. Es exigente consigo misma y capaz de mantener un horario a rajatabla a pesar de los sacrificios que entraña. “La vida social sí que me es un poco más difícil. Pero mis amigos ya saben cómo soy y me quieren tal cual, con mis taras”.
Mientras, continuará peleando en el gimnasio para seguir coronándose en el ring. Aunque no se considere como la estrella que realmente es. “Aún no creo que sea buena en esto. Me apaño”.
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