La comunión transcurría entre copas, flamenco, reguetón y drogas en el restaurante Los Pulpos, un conocido local de la barriada algecireña de El Rinconcillo. Era media tarde. Hacía un rato que ya había terminado el almuerzo, en el que no faltaron las gambas, el jamón ibérico y el rebujito (vino fino con refresco). La mayoría de la gente se había levantado de las mesas.
Los invitados, entre los que había numerosos traficantes de hachís de Algeciras (Cádiz), estaban dispersos. Unos bailaban. Otros, con el cubata en la mano, fumaban mientras charlaban en la puerta del bar. Alguno que otro había consumido cocaína. Los niños correteaban de un lado para otro.
Sobre las seis de la tarde, el sonido de tres disparos sobresaltó a un grupo de mujeres que estaban en las proximidades del local. Hubo varios gritos. Eran invitadas. Todas las miradas se dirigieron hacia un aparcamiento colindante. De allí procedían las detonaciones. Un guardia civil había sacado su pistola y había lanzado tres tiros al aire.
Él y otros ochos compañeros estaban recibiendo una paliza con bates de béisbol, botellas rotas, piedras y maceteros. Al instante, varias patrullas de la Policía Nacional alertadas por un vecino que había llamado al 091 llegaron al lugar del suceso. Gracias a la presencia policial, la tensión se redujo y el ambiente se calmó. De nuevo se había dado otro episodio más en la escalada de violencia contras las fuerzas de seguridad del Estado en la comarca gaditana del Campo de Gibraltar, convertida para muchos en la Medellín de sur de España.
Los hechos ocurrieron este pasado sábado. Los nueve guardias civiles agredidos eran miembros del Grupo de Acción Rápida de la Guardia Civil, destinado de forma temporal en la Comandancia de Algeciras para apaciguar la zona. Procedían de Navarra. Iban vestidos de paisano. Dos de ellos eran sargentos. Los siete restantes, agentes rasos. En su día libre habían almorzado juntos en un restaurante cercano.
Sobre las seis de la tarde, los agentes fueron hacia el aparcamiento donde tenían estacionados sus coches. Fue en ese momento cuando varios invitados a la comunión que se celebraba en el restaurante Los Pulpos les preguntaron qué querían hacer y les negaron el paso a la zona de estacionamiento. Al instante se generó un roce entre los guardias civiles y aquellos hombres.
Inmediatamente, una turba compuesta por unas 40 personas, entre las que había hombres de diversa edad y también mujeres, la emprendieron a golpes contra los guardias civiles, que trataron de protegerse agrupándose en círculo. Los agresores usaron palos, bates de béisbol, maceteros, piedras y botellas y vasos de cristal rotos.
Aunque los agentes gritaron que eran guardias civiles, la turba sólo dejó de pegarles cuando uno de ellos sacó su arma reglamentaria y lanzó tres disparos al aire. Ocho de los nueve agentes recibieron asistencia sanitaria en la Clínica del Rosario de Algeciras (Cádiz). Ninguno sufrió heridas de consideración, tales como roturas de huesos o cortes profundos. Horas después recibieron el alta médica. Uno de los agresores, que presentaba un elevado estado de embriaguez, tuvo que ser evacuado en ambulancia al Hospital Punta Europa de Algeciras.
Existe, sin embargo, una segunda versión de los hechos en la que los nueve agentes de la Benemérita habrían tratado de entrar en el restaurante Los Pulpos. Este se encontraba reservado por completo para la celebración de la comunión y ahí es donde se habría producido el primer altercado. Los guardias civiles se habrían enfrentado en un primer momento con tres hombres antes de que la turba creciese hasta las 40 personas que les agredieron finalmente.
Fuentes policiales explican a EL ESPAÑOL que a última hora de la noche de ayer ya había cinco personas identificadas como los principales instigadores de la agresión. Uno de ellos ya habría sido detenido y se espera que los otros cuatro lo sean en breve. El detenido tiene antecedentes por narcotráfico. Entre los identificados, al menos uno ha pasado por prisión por tráfico de drogas. Una vez se produzcan más detenciones, la Policía Nacional, que investiga el suceso, podrá establecer un relato más cercano a lo ocurrido.
Las fuentes consultadas afirman que, aunque la investigación está en sus inicios, la paliza no se desencadenó por el hecho de que los agresores hubiesen identificado a los agentes. Es decir, no sabrían que eran guardias civiles. La hipótesis más probable es que se produjera un roce entre los agentes de paisano y varios invitados a la comunión que, en pocos segundos, congregaron a una turba entorno a ellos."Es más -explican- los agresores de los guardias llegaron a pegarse entre sí, probablemente por las altas dosis de alcohol y otras sustancias que habían consumido".
La Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) acusó este domingo al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, de "mirar para otro lado" después de la agresión en Algeciras. "Los narcos continúan marcando el territorio impunemente", lamentó el colectivo a través de un comunicado.
El secretario general de la asociación, José Cobo, denunció "el grave problema de seguridad ciudadana" que soportan los guardias civiles en el Campo de Gibraltar y, más en concreto, en las localidades de La Línea de la Concepción y Algeciras, donde los reciben a tiros o los embisten con sus coches cuando alijan hachís en las playas. "Los continuados ataques a los compañeros que luchan día tras día contra las bandas de narcotraficantes no nos permiten mirar para otro lado como sí hacen desde el Ministerio del Interior, que sólo se acuerda de nuestros compañeros cuando buscan una portada de periódico o un minuto de telediario", aseguró Cobo.
La AEGC solicita a Zoido una dotación mayor de agentes en la zona, "un refuerzo necesario en la puerta de entrada de la droga a Europa". "Con tan escaso personal es imposible contener a los narcotraficantes", señaló dicho comunicado.