Un simpa legendario. Fue una boda hermosa, repleta de lujos y suntuosidades, una jornada idílica para el matrimonio que se casaba en un hotel de Viveiro (Lugo). Un banquete para el recuerdo, una fecha señalada en el calendario. La jornada estuvo repleta, cómo no, de toda esta clase de tópicos a la hora de que sus invitados definieran la alegría de presenciar el enlace de un nuevo miembro de la familia. Y claro, si te sale gratis, la alegría viene a ser una cosa que pesa el doble.
No fue tan alegre la jornada para el dueño del establecimiento en el que aquella feliz pareja celebraba su boda. Sobre todo, cuando se dio cuenta de que no le iban a pagar. De que le habían dado gato por libre. Tuvieron que pasar algunos días para que el dueño del local advirtiese que no había entrado en sus arcas más que el escueto anticipo que el hermano del novio prometió. Y así se consumó el impago. Ocho mil euros de deuda en una boda de 200 invitados.
La boda fue la clásica ceremonia de una boda gitana rumana. La novia lució un traje con cristales tallados. Algunos de los presentes los identificaron a lo grande, como si fueran gemas talladas del mismísimo Swarovski. Hubo un equipo de cámaras y de vídeo que grabó todo con el fin de inmortalizar la jornada. El convite estuvo amenizado con uno de los más famosos cantantes del género musical balcánico conocido como manele, una exótica mezcla derivada de las canciones de amor turcas que mezcla música tradicional rumana, música balcánica, rap... Un cóctel imperdible.
El festejo comenzó a las seis de la tarde y se alargó hasta bien entrada la madrugada. Hubo baile, refrescos, vino y buen whisky. Todo parecía acabar en buenas lides cuando el hermano del novio convenció al dueño del establecimiento de que volvería al día siguiente a pagar los 8.266 euros de la factura. Su padre, dijo, era el que tenía el dinero.
Parte de la factura, por anticipado
Los meses previos a la celebración, el hermano del novio fue pagando porciones de la boda: 500 euros en marzo, 700 en abril y 300 al empezar este mes.Con ese dinero contrató el alquiler del salón y el servicio. Al principio, cuando negociaban el modo en que se realizaría el banquete, sugirió que quizás no sería preciso contratar el servicio de restaurante. El menú y la bebida lo iban a llevar ellos, dijo. Pero al final pidió que les preparasen algo, que había cambiado de opinión. Se concretó que habría filetes de merluza y chuletas de cerdo, además de refrescos, vino normal y buen whisky.
Aparte del deslumbrante traje de la novia y del vestuario de otros participantes, fuentes que conocen detalles explican que el famoso cantante escenificó una estelar llegada al país desde Rumanía. Se bajó en España de su avión privado, acompañado de cuatro músicos.
La metodología del fraude recuerda a las técnicas depuradas el año pasado por la que fue conocida como "La banda del simpa", una familia de etnia rumana en León en la que se encargaban bautizos, bodas y comuniones, en la que se hartaban de comer y de beber y en la que tenían costumbre de abandonar el local bien entrada la madrugada haciendo la conga. Agarrados los unos a los otros, en fila india, lograban escabullirse y marcharse sin pagar.
Además de abonar por anticipado parte del alquiler del local, se acreditó con documentos, dio un número de teléfono móvil y firmó contratos y facturas. Los gestores del local hostelero confiaban en que el día 10 les pagaría, pero volvió para decirles que su padre aún no podía darle el dinero porque seguía mal de tanto como había bebido durante la fiesta.
Y así durante los días siguientes. En el restaurante se comenzaron a impacientar y empezaron a insistir con más llamadas telefónicas. No contestó nunca y tampoco a los mensajes de WhatsApp. La pareja llevaba tiempo en Viveiro, viviendo con otros rumanos. Hace dos días los hechos fueron denunciados en la Comisaría de Viveiro, según La Voz de Galicia. La atención es máxima ahora y están encendidas todas las alarmas. Desde la Policía Nacional de la localidad piden la cooperación internacional para localizar a los hacedores del simpa. Quién sabe si no era la primera vez que trataban de eludir el pago de lujosos banquetes.