Así se define el primer colegio español del Opus Dei en abandonar la educación diferenciada por sexo: una asociación de “padres de familia animados por San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei”. La Institució Igualada, formada por el Colegio Montclar -para chicas- y el Colegio Mestral -para chicos-, se creó en 1973 con el objetivo de ofrecer “atención personalizada” a sus alumnos a través de la separación por géneros. Sin embargo, todo tiene un precio y 45 años después ha tenido que renunciar a este sistema.
Debido a un descenso de la natalidad en Jorba -municipio barcelonés de 823 habitantes donde se localiza la Institució-, el Montclar y el Mestral no alcanzarían el próximo curso el mínimo de alumnos estipulado en la normativa de educación catalana para que los colegios concertados como este puedan optar a las subvenciones económicas de la Generalitat: 20 estudiantes en Educación Primaria y 25 en Educación Secundaria Obligatoria. En el caso de la Institució Igualada el subsidio asciende a 1.428.000 euros anuales -765.000 para el Montclar y 663.000 para el Mestral-, teniendo en cuenta el número de aulas de cada uno.
Para poder seguir disfrutando de este concierto, el colegio, que ofrece formación desde la guardería hasta Bachillerato, se ha decantado por eliminar la educación diferenciada y convertirse en una institución mixta, la primera de la historia del Opus, ya que así conseguirían juntar el número de alumnos suficientes. Esta decisión será permanente, según han asegurado fuentes del centro a EL ESPAÑOL. La Institució Igualada es una de las 16 escuelas relacionadas con el Opus Dei en Cataluña y recibe un total de 30 millones de euros anuales en subvenciones de la Generalitat.
La decisión de acabar con la separación por sexos se aplicará el próximo curso a todos los ciclos excepto en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria, ya que por el momento sí se llega al mínimo de alumnos requerido por las instituciones. De igual manera, la intención de los responsables del centro es convertirlo totalmente en mixto. Desde el colegio aseguran que “las familias lo han entendido muy bien” ya que la consecuencia de no unificar las clases sería “muy dura”.
El problema de los estereotipos
Esta resolución ha vuelto a abrir el debate entre los partidarios de la educación diferenciada o segregada y los defensores de la educación mixta o coeducación. Desde la Institució Igualada, defienden la primera opción como un modelo que permite a los docentes “adaptarse a los diferentes ritmos de aprendizaje” de niños y niñas. Sin embargo, un estudio publicado por la revista científica Science concluyó que, aunque sí existen diferencias físicas entre los cerebros de un sexo y otro, ninguna de ellas está relacionada con su rendimiento académico.
Según el citado estudio, “existen pruebas” de que la educación diferenciada “potencia los estereotipos de género y legitima el sexismo institucional”. Para el colegio catalán la situación es directamente opuesta y ven la educación separada como una manera de formar a sus alumnos en un “entorno desprovisto de géneros”, en el que se sentirán “más libres”. Para ellos, “la igualdad se puede conseguir de muchas maneras” y el hecho de “juntar” personas de ambos sexos en una misma clase no implica acabar con los estereotipos.
No obstante, la educación separada sí presenta una “carencia” -en palabras de los representantes del colegio- frente a la educación mixta: los niños sólo estarán acostumbrados a estar en clase y a realizar trabajos en grupo con estudiantes de su mismo sexo, al igual que sucedería en el caso de las niñas. Si se entiende la escuela como un “entorno supervisado” en el que se socializa a los más jóvenes y se les prepara para el mundo laboral de los adultos, los alumnos de colegios no mixtos se encontrarán, entonces, en desventaja para con los estudiantes que hayan crecido trabajando con personas de ambos sexos.
Para la Institució Igualada es más importante “el autoconcepto” que tenga de sí mismo el estudiante que el hecho de que esté acostumbrado a trabajar en grupos mixtos. Además ven en la educación diferenciada la mejor manera de inculcar a los alumnos “seguridad en ellos mismos”. Los responsables del centro educativo señalan esta autoconfianza como el motivo de que haya más chicas interesadas en la rama de ciencias tecnológicas, “tradicionalmente vinculada a los hombres”, así como una mayor cantidad de chicos que prefieren la rama de humanidades, atribuida históricamente a las mujeres.
Subvenciones públicas, ¿sí o no?
Una de las mayores polémicas generadas por este debate es la idea de que los colegios que apliquen la educación diferenciada reciban subvenciones por parte de las Comunidades Autónomas -a quienes corresponde esta competencia- como cualquier otra escuela concertada mixta. En 2013, la Junta de Andalucía acordó la retirada de estos subsidios a los centros que separaran a sus alumnos por su sexo, ya que entendían que se trataba de “un modelo en contra del principio constitucional de igualdad y no discriminación” recogido en el artículo 14 de la Constitución española. Cataluña y Andalucía son las Comunidades que tienen más colegios concertados de estas características en España.
A pesar de que el gobierno andaluz -abiertamente partidario de la coeducación- consiguió con esta iniciativa que dos de los 12 colegios que apostaban por la educación diferenciada adoptaran un modelo mixto, el Tribunal Constitucional falló a favor de la separación y obligó a la Junta a mantener el concierto a los centros que implementaran este modelo. En abril de este año, también desestimó el recurso de inconstitucionalidad que interpuso el grupo socialista contra la LOMCE por considerar las subvenciones a este tipo de colegios como un incumplimiento del artículo 14 de la Carta Magna.
En España, de los 100 colegios que apuestan por la educación diferenciada, 67 mantienen conciertos con las Administraciones públicas y muchos de ellos están vinculados al Opus Dei. En Madrid hay 18 centros de estas características que reciben subvenciones de la Comunidad, nueve de ellos asociados a esta obra religiosa. En 2016 estos colegios recibieron 37,7 millones de euros de las arcas autonómicas. El ejemplo más notable de la capital es el del colegio masculino Tajamar, que dicho año recibió un subsidio de 4,6 millones de euros, tres millones más que el que correspondería a la Institució Igualada en su totalidad.