Los 10.000 soles que Alberto, el 'padre coraje' de Elche, ofreció para liberar a Patricia de una secta en Perú
- “Aún no he estado con Patricia pero sí la he visto bajar del autobús. Enseguida la han metido en una pick-up de la Policía y la han trasladado para realizarle los reconocimientos médicos. Van a valorar en qué estado está”.
- El padre de Patricia Aguilar rescata a su hija de una secta peruana
Tras un año de desesperación, Alberto Aguilar, panadero de profesión, decidió embarcarse en un viaje a Lima, donde ha conseguido rescatar a su hija Patricia de las entrañas de una secta gnóstica que la mantenía en cautiverio desde el pasado 9 de enero de 2017. “Aún no he estado con Patricia pero sí la he visto bajar del autobús, enseguida la han metido en una pick-up de la Policía y la han trasladado para realizarle los reconocimientos médicos. Van a valorar en qué estado está”, declaraba este jueves a EL ESPAÑOL Aguilar nada más conocer los detalles del operativo.
Este padre coraje, natural de la Vega Baja alicantina y con residencia en Elche, llevaba desde el pasado 9 de junio pegando carteles en la capital andina: “Se ofrece una recompensa de 10.000 soles -2.597 euros- a quien dé con la ubicación del grupo”. Así lo explica en exclusiva a EL ESPAÑOL el hermano y socio de Alberto, José Aguilar: “Mi hermano se marchó a Perú de forma indefinida, hasta que lograra contactar con Patricia. En estas semanas se ha dedicado patrullar, junto a otras familias, las zonas en las que creían que podrían estar estas jóvenes; también a pegar carteles ofreciendo una recompensa a quien tuviera información sobre su hija, como se ve en las películas del Oeste”.
De hecho, hace tan sólo quince días y con la investigación avanzada, Aguilar solicitó a través de un vídeo difundido en Facebook la colaboración de las Fuerzas de Seguridad del Estado español: “Estamos avanzando pero necesitamos medios, apoyo desde España. Necesitamos apoyo gubernamental, que se pueda conectar el caso de Patricia con el de las chicas desaparecidas en Perú. Estamos trabajando con la policía peruana, que no tiene infraestructura. Yo mismo he acompañado al oficial a realizar algunas gestiones”, decía.
Patricia, de 19 años, es la única víctima española de la red que lideraba Felix Steven Manrique, -apodado como el Príncipe Gurdjieff-, una corriente que amalgama varias religiones y filosofías, y que se definen a sí mismos como la "iglesia invisible de Jesucristo". La joven, que fue captada por Steven cuando era aún menor de edad, huyó el pasado 9 de enero de 2017 al cumplir la mayoría con 6.000 euros sustraídos del negocio familiar.
Fue reclutada a través de las redes sociales, cuando buscaba respuestas esotéricas a la muerte de su tío, José Manuel, de 29 años, a quien consideraba como su hermano mayor. Desde entonces, Alberto y Rosa María, padres de la joven, se han dedicado en exclusiva a la búsqueda de su primogénita, hasta el punto de realizar diversos viajes a la capital, Lima, para investigar el funcionamiento de la red, asentada en una región selvática del país.
Steven ha sido detenido este jueves por la policía nacional peruana y el resto de las víctimas, entre las que se encuentra la española, que en este tiempo de cautiverio ha sido madre. La niña cuenta con un mes de vida. Todas fueron localizadas tan sólo cinco horas después del arresto del Príncipe Gurdjieff. Además, también han sido rescatados otros cuatro menores de entre cuatro y 10 años, todos ellos hijos del líder con otras mujeres. En las próximas horas se espera que Patricia pueda encontrarse con su padre.
“Que Steven Manrique vaya a prisión por trata de personas o por lo que sea, a mí me da igual, lo que me importa es el estado de mi hija”, asegura a El ESPAÑOL el afligido padre. Según la Municipalidad distrital de Pangoa (Junín, Perú), “varios funcionarios participaron en el operativo desplegado en el poblado de Alto de Celendín, a 10 horas de Lima”, donde se han podido capturar fotos de la joven: “Físicamente no reconozco a mi sobrina. Está muy deteriorada y en unas condiciones infrahumanas. No sé ni cómo ha podido dar a luz a un bebé en esas circunstancias”, comenta José Aguilar.
El ruina económica de la familia de Patricia
El tiempo se detuvo hace a un año para esta familia alicantin. Ni un día han cesado en la búsqueda de Patricia. De hecho, el negocio familiar, Alberto Javier Aguilar Berna S.L, está en quiebra.
Cada mañana los Aguilar recorrían la provincia de Valencia en sus dos furgonetas blancas, comercio a comercio, donde entregaban levaduras, blondas y bandejas para cumpleaños, entre otros productos. “Es una persona muy noble, agradable y bastante humilde. Desde que desapareció la chica le hemos visto muy mal anímicamente, cabizbajo. Es realmente una persona muy querida por los vecinos de la región y por eso nos hemos volcado con este caso”, explica a EL ESPAÑOL Conchi, la propietaria de la panadería Quilesl, en el municipio de Almoradí, ubicado al sur de la provincia de Alicante.
Como este, decenas de comercios de la provincia han iniciado una campaña de recogida de fondos a través de la venta de pulseras -a dos euros- en las que se lee: “Yo no olvido a Patricia Aguilar”. Con esta acción los vecinos de Alicante esperan poder recaudar suficiente dinero para cubrir los gastos de los viajes y la investigación iniciada por los padres de la joven.
“Mi hermano lleva un año y medio enganchado a Internet, sin desconectar de las redes sociales. Se ha gastado un dinero que no tiene en buscar a su hija. Ha sacrificado su vida, su trabajo, sus bienes y su futuro. En un principio pensaba que iba a contar con más apoyo, pero únicamente cuando el caso salió a relucir en los medios y se ha conocido que la familia ofrecía una recompensa económica es cuando la gente ha abierto los ojos”, cuenta José Aguilar.
Hace meses que Alberto abandonó su furgoneta por un ordenador portátil a través del cual poder bucear en busca de cualquier pesquisa que le condujera hasta su niña. Su dedicación absoluta a la investigación ha forzado a la empresa a incorporar a más personal que cubra su vacante. Concretamente, su sobrino e hijo de su hermana, Juanjo Peral Aguilar, ocupa desde hace meses la vacante de su tío.También se ha incorporado Rosa María, madre de Patricia, que hasta ahora era ama de casa pero que ahora realiza labores administrativas.
“Mi cuñada, que tiene una fuerte depresión, ha tenido que volcarse en el negocio, como también lo ha hecho en la búsqueda de su hija. Mi sobrino, el hermano menor de Patricia, que tiene unos 12 años de edad, está muy mal anímicamente. Al principio no se daba cuenta de la gravedad de lo que estaba ocurriendo pero ahora está sobrepasado”, explica el tío de la víctima. Los abuelos de Patricia, por su parte, aseguran haber sentido un gran alivio al conocer la noticia de su rescate. “Mi madre, -narra José- que es muy mayor, no ha parado de llorar de felicidad en toda la mañana. Realmente ya creía que se iba a morir sin ver de nuevo a su nieta…”, que permanece en Perú a la espera de conocer cuál serán los siguientes pasos que ella y la menor, de nacionalidad peruana, han de realizar para poder regresar a España.