Auge y caída de Juanjo Puigcorbé en Esquerra, el "Sean Connery" 'indepe'
- Así lo bautizó Alfred Bosch, presidente de ERC en Barcelona, que a la postre es la persona que lo ha echado del partido.
- El actor dimitió como concejal y diputado, pero ahora ha reculado y sigue como no adscrito.
- Está acusado de maltrato a sus subordinados de la Diputación de Barcelona por una auditoría anónima
A Joan Josep (antes Juanjo) Puigcorbé lo apodan el “Sean Connery” catalán. Eso es porque el actor que hizo de primer James Bond también se posicionó a favor de la independencia de Escocia. El que le puso el mote fue Alfred Bosch, presidente de ERC en Barcelona. Pero ha sido precisamente Bosch, que fue el que lo metió en las listas, el que ha acabado ejerciendo de villano para cargarse a su James Bond catalán. Y lo ha hecho con un papel.
¿Quién filtró el informe de la Diputación de Barcelona que hablaba de Puigcorbé como un presunto maltratador de trabajadores? Esa es una de las principales incógnitas de un caso que ha zarandeados los cimientos de Esquerra en Barcelona. El partido expulsó de sus filas al actor. Lo hizo tras exigirle su dimisión como concejal en el Ayuntamiento de Barcelona y diputado en la Diputación de Barcelona. En un primer momento, Puigcorbé accedió y renunció. Supuestamente a cambio de que no se filtrase dicho informe. Pero, a pesar de su dimisión, el informe llegó a la prensa y el escándalo estalló. Puigcorbé, al verse primero coaccionado y luego traicionado, ha dado marcha atrás.
Si Puigcorbé cumplió, ¿quién filtró el informe a la prensa? Un informe que en realidad no es más que un documento informativo. Una auditoría en la que se recoge el sentir de los trabajadores de la Diputación de Barcelona y que, por cierto, todavía no está acabada. Que maltrata a sus trabajadores. Que tiene con ellos una actitud arrogante y soberbia. Acusa también este informe a Puigcorbé de injerencias políticas. Un puñado de opiniones nefastas sobre él. Eso sí, todas anónimas.
Puigcorbé se ha convertido en una piedra en el zapato de Esquerra. El actor es independentista de nuevo cuño. Primero flirteó con el socialismo y se acercó a Zapatero, abandonó desengañado la causa socialista. Se proclamó independentista, catalanizó su nombre (granjeándose así muchas antipatías) y decidió meterse en en política de verdad. Y Esquerra pasaba por allí. “En un principio tenía que ser uno de esos fichajes que luce más por ser una celebridad que por otra cosa”, explican fuentes consultadas por EL ESPAÑOL. “Uno de esos nombres conocidos que te garantizan un golpe de efecto. Como cuando Pedro Sánchez fichó a Pedro Duque, que no sabes cómo te va a salir de ministro, pero que a la hora de venderlo a la ciudadanía es un buen reclamo por ser un hombre de la cultura y sin escándalos detrás”. Juanjo-Joan Josep fue así el reclamo de Esquerra en las listas del Ayuntamiento de Barcelona, donde consiguió meterse como concejal. Y de ahí, a compaginar el cargo con otro de la Diputación de Barcelona.
El hombre que quiso mandar
Parecía un plan sin fisuras, pero enseguida se resquebrajó todo. El rol que le tenían reservado al actor era el de político florero. Una imagen, una cara bonita, un rostro conocido… y poco más. Nadie en el partido se imaginaba que las aspiraciones de Puigcorbé iban mucho más allá. Quería formar parte del proyecto siendo parte activa. Quería hacer cosas. Quería mandar.
¿Es cierto que Puigcorbé es un maltratador? “A ver… no tiene un carácter fácil, y menos en la relación jefe-subordinado. Pero de ahí a maltratar… Lo que le pasa a Juanjo es que no soporta la actitud funcionarial. No concibe que una persona esté trabajando y esté pensando en la hora de fichar. De él se pueden decir muchas cosas, pero currante lo es y mucho. Es de estar conectado mañana, tarde y noche. Cuando llegas a la administración pública y detectas según qué vicios en tu equipo, los quieres erradicar. Y seguro que ahí alguna vez le han perdido las formas”, cuentan desde el entorno, donde la mayoría le sigue llamando Juanjo.
Un tipo ambicioso
Los rumores de que perdía las formas llegaron a Alfred Bosch, que aunque fue su mentor, enseguida percibió que se había equivocado al meter en la película a su Sean Connery particular. La relación entre ambos dejó de ser fluida casi desde el momento en el que Puigcorbé asumió sus cargos. Connery-Puigcorbé se había convertido en un elemento incómodo. Además de su carácter, sus ambiciones no agradaban en demasía a los republicanos. Estas cosas no gustan en una superestructura como un partido, tan conformado por bloques y familias. Y menos cuando vienen de un independiente que además es ajeno a la política. Poco a poco se fue convirtiendo en una prioridad lo de sacar de la escena al actor. Lo de cargarse a James Bond.
Pero no era sencillo. El acta de concejal no es del partido sino de la persona. Para quitarse de encima a Puigcorbé hacía falta una maniobra efectista. Una explosión de película. Una de esas bombas que detonan si no desactivas a tiempo el temporizador.
La bomba fue la auditoría
La bomba fue una auditoría interna. Una especie de cuestionario anónimo que le pasaron a los trabajadores de la Diputació. Nadie sabe muy bien de dónde vino la orden. El anonimato que garantiza a los denunciantes que no van a ser delatados, y a los que lo elaboran que pueden incluir sin miedo todo tipo de denuncias. Total, a nadie va a haber que pedirle responsabilidades sobre sus declaraciones; es lo que tiene el anonimato.
Un detalle sobre dicho informe: además de las acusaciones más aparentes, como las de maltrato a los trabajadores, menosprecio o soberbia, hay otra a apuntar. La de las injerencias políticas. Esa es una acusación que difícilmente habrá realizado un técnico o un trabajador de su equipo. Lo normal es que la haya formulado un político. Tal vez uno de estos que estaba por la labor de cargarse a James Bond.
Rendición... o no
Ahí se produjo una situación que algunas fuentes próximas consideran “coaccionante; es como un chantaje. El informe llegó misteriosamente a las manos de Esquerra. Desde el partido le obligaron a que renunciase a sus actas, si no quería que el informe se filtrase”. Puigcorbé claudicó. Tal vez su imagen pública, labrada durante muchos años, era más importante que seguir en el proyecto. Anunció que dejaba sus cargos. Los motivos no trascendieron. Anunciaba James Bond que se rendía.
El esperpento llegó después. A pesar de anunciar su renuncia, la dimisión no se había hecho efectiva todavía porque tenía que pasar por pleno. Entre tanto, y a pesar de que Puigcorbé cumplió su parte del plan, la información fue filtrada a la prensa. El Periódico publicó el informe. Acto seguido, Esquerra anunciaba la expulsión de Puigcorbé de las filas republicanas. Renegaban de él por un informe con testimonios anónimos.
Connery recula
Fue entonces cuando Joan Josep, Juanjo o James, decidió dar marcha atrás. Lo que parecía irrevocable se hizo factible. Nunca digas nunca jamás. Puigcorbé decidió que no renunciaba. “¿Yo voy a dimitir? Yo voy a dar la cara”, explicaba el actor y político. Como no habían cumplido su parte, el actor decidió aferrarse a los cargos, que son de la persona y no del partido. Al improvisado Dr. No que es Bosch le salió el tiro por la culata. Puigcorbé se queda con los cargos como no adscrito.
“Ahora no es el momento de hablar”, asegura Puigcorbé, al que sus asesores le han recomendado que no hable más de lo que lo ha hecho. Sostiene que no ha hecho nada. Que lo que le achacan no es real y que lo que hizo no fue tan grave. Que va a luchar por lo que es suyo. Cuando parecía que estaba muerto y enterrado, James Bond ha sobrevivido como es habitual y sigue preparando el futuro en su cargo. Porque el mañana nunca muere.