Cuando el agente de la Policía Nacional le tomó las huellas dactilares, el marroquí Sbahi entendió que su huida había terminado. La Policía Nacional llevaba casi dos años tras su rastro después de matar a José Luis Z. G., de 67 años, en su casa de Ceuta. El miércoles de la semana pasada, Sbahi embarcó en una patera junto a una veintena de inmigrantes. Partieron de una playa del norte de Marruecos. La Policía española piensa que pretendía huir hacia a algún país de Europa y tratar de que su turbio pasado cayera en el olvido. Pero lo detuvieron al llegar a las costas andaluzas.
El pasado 4 de abril, cuando Salvamento Marítimo divisó la patera, rescató a los tripulantes de la embarcación en la que viajaba Sbahi. La barcaza se encontraba en aguas del Estrecho de Gibraltar. Luego, los trasladó hasta el puerto de Tarifa (Cádiz), donde la Policía se hizo cargo de ellos. Al llegar a la comisaría de Algeciras, Sbahi, que no llevaba ningún tipo de documentación encima, dijo un nombre falso. Pero cuando los agentes cotejaron sus huellas, saltó la alarma. Se le buscaba por matar, en septiembre de 2016, a un ceutí en el interior de su casa, próxima al puerto de Ceuta. Se ponía así punto y final a la fuga de uno de los asesinos más buscados de la ciudad norteafricana.
El suceso ocurrió sobre las tres de la madrugada de aquel septiembre de hace dos años. A la mañana siguiente, un vecino llamó al 091 porque la noche anterior había escuchado golpes en la casa de José Luis Z. G. Cuando la Policía logró acceder al inmueble, encontró ensangrentado el cadáver del representante comercial. Tenía numerosos golpes por todo el cuerpo y signos de haber sido asfixiado. Su asesino se había llevado la televisión y un puñado de dinero.
El caso quedó en manos de la Policía Científica y de la Unidad de Droga y de Crimen Organizado (UDYCO). Ambos grupos iniciaron dos investigaciones en paralelo que, a las 48 horas, confluyeron en el mismo sospechoso: un marroquí nacido en 1991 que entraba y salía de Ceuta sin documentación y que usaba dos nombres diferentes. Uno de ellos era Sbahi.
La Científica encontró las huellas de Sbahi en distintos lugares de la casa de José Luis. Por otro lado, gracias a unas cámaras de grabación de la calle, los agentes de la UDYCO ubicaron al asesino caminando cerca de la zona donde vivía su victima poco después minutos después de matarla. También confirmaron que Sbahi había hecho una llamada con el teléfono de José Luis tras quitarle la vida y robarle.
Pero cuando supieron que Sbahi había sido el autor del crimen, el joven marroquí ya había cruzado la frontera y huido a su país natal. La Policía Nacional tramitó una orden de busca y captura para tratar de detenerlo. Los investigadores no lograban ponerle las manos encima pese a tener la certeza de que el asesino se movía entre Castillejos y Tetuán, ciudades marroquíes vecinas a Ceuta.
Durante los últimos 22 meses, Sbahi fue capaz de esquivar a la Justicia. Sin embargo, el miércoles de la semana pasada cometió un error. Se subió a una patera pensando que al llegar a la Península nadie le tomaría sus huellas dactilares. No fue así. La Policía Nacional hizo su trabajo y metió en prisión al asesino de José Luis Z.G., el comercial al que mató para robarle una televisión y unos cuantos euros.