El lunes por la tarde, algunos pacientes advirtieron por primera vez el hedor. Un fuerte olor que procedía del ascensor número 54 del edificio central, en el Hospital General de La Paz, al norte de Madrid. No fue hasta este martes, sobre las nueve de la mañana, cuando acudieron a revisar el hueco, y ya entonces se encontraron el cadáver de un hombre. El cuerpo, el de un varón de unos 50-60 años, estaba boca arriba y el perfume pestilente que surgía de allí era insoportable.
El cadáver del Hospital La Paz es ya un misterio a cargo del grupo V de Homicidios de la Policía Nacional. En proceso de descomposición, el cuerpo del hombre llevaba todavía la ropa del día de la desaparición, según ha podido saber EL ESPAÑOL. Tenía una pierna amputada y una herida en el pecho.
Las hipótesis corren como la pólvora a lo largo de la tarde del martes en los pasillos del hospital porque todavía nadie sabe con exactitud la identidad de la persona fallecida en el hueco del ascensor centro sanitario. Para muchos allí, resulta inexplicable cómo nadie pudo en cinco días echar en falta a aquel hombre, cómo nadie llamó ni se preocupó por saber que había sido de él.
Las llaves y un papel
Aunque todas las vías de investigación están abiertas, una de las teorías que los trabajadores del hospital consultados por EL ESPAÑOL descartan es que se trate de un paciente ingresado en el centro. "Nos habríamos percatado de su ausencia", aseguran.
Si bien el martes a última hora la principal hipótesis de la investigación era el suicidio, la agencia Europa Press ha informado este miércoles por la mañana que la Policía Nacional baraja un posible accidente laboral. El misterio ahora se centra en dos asuntos: la orden de trabajo que se le encontró al hombre -los agentes investigan ahora si pertenecía a alguna subcontrata de mantenimiento-, y la aparición junto al cadáver de una llave maestra para abrir ascensores.
A lo largo del día se revisaron todas las puertas del ascensor desde el que tuvo que caer al vacío. Ninguna estaba forzada, todas funcionaban a la perfección. De ese modo, la caída tuvo que producirse tras una apertura sencilla del hueco con la llave indicada para ello. No pudo abrirlas a la fuerza.
Durante el día, la zona por la que se accede a este elevador es una de las más transitadas del recinto sanitario. En la tarde del martes el trasiego en ese lugar es enorme. Esto lleva a pensar a que quizás lo ocurrido tuviera lugar por la noche.
Con estos datos sobre la mesa, una pregunta surge inevitable: ¿por qué tenía aquel hombre las llaves del ascensor, si es que las tenía? ¿Se arrojó él mismo al vacío? Por eso ahora se están valorando dos hipótesis para desentrañar el motivo por el que este hombre las tenía en su poder. Esto quizás podría estar relacionado con su trabajo bien fuera, bien dentro del hospital. Se valora, por un lado, que fuese un técnico operario de la empresa de los ascensores del recinto. Por otro, que hubiese robado la llave en algún despiste de los funcionarios del centro. Las posibilidades son múltiples y lo primero para conocer la intrahistoria y los motivos será realizar la autopsia e identificar el cuerpo del fallecido.
De momento, lo único seguro es que no era trabajador del centro hospitalario. Lo supieron porque no llevaba el uniforme de los efectivos sanitarios. Tampoco un paciente porque no iba con la bata reglamentaria. Lo que se desconoce es si se trata de un visitante o de otro tipo de persona externa al hospital. No llevaba dinero. Tampoco carné de identidad.
El cadáver fue trasladado sobre las 11.30 al Instituto Anatómico Forense. Después, comenzaron a revisar las grabaciones de las cámaras de cada planta que apuntan a las puertas del ascensor por el que se tiró.
Comprobaron las imágenes de los días anteriores. Este mismo miércoles tendrá lugar la autopsia para averiguar la causa del fallecimiento y el tiempo exacto que pasó desde su muerte hasta que fue hallado. De momento, el misterio del cadáver en el ascensor de La Paz queda en el aire.