-¿Pero estaba aquí, en el ascensor?
-No, hombre, no. Estaba en el foso, debajo de nosotros.
En los últimos días la conversación surge de forma inevitable en los pasillos de todas las plantas del Hospital Universitario La Paz. Visitantes, pacientes, doctores y enfermeros lo comentan siempre que tienen ocasión. Cuando se suben en el elevador aledaño, el 53, observan que en el de al lado luce un cartel en la entrada que reza "fuera de servicio". Y ahí aparecen las preguntas entre quienes habitan el hospital a lo largo de la jornada, pero siguen siendo preguntas que no logran llegar a ninguna respuesta.
La aparición del ya famoso cadáver el pasado martes continúa siendo un misterio que no se ha podido resolver. Tampoco su identidad. Pero en el hospital los diálogos y los interrogantes deambulan de planta en planta porque quedan muchas cosas todavía por saber.
El cuerpo desfigurado por la caída llevaba en el hueco, según ha podido saber este periódico, desde el día 2 de julio, pero nadie lo ha reclamado desde entonces. Su historia comienza a ser la de un misterio que crece con el paso de las horas, pero sobre todo, la historia de un cadáver sin dueño. Un cuerpo que se pudrió en un foso durante días sin que nadie lo reclamase y sin que nadie se preocupase por él.
Un cadáver que nadie reclama
Conforme pasan las horas, el caso se enreda más y más. Y mientras tanto, nadie reclama el cuerpo que tiene en vilo desde hace días a los trabajadores del Hospital. En los pasillos, junto al ascensor, dos sanitarios comentan para sí lo extraño que resulta todo. "Es que aquí no se entiende que venga un tío a suicidarse dentro de un ascensor".
Los interrogantes se han multiplicado de forma irremediable en las últimas horas. En Sanidad siguen insistiendo un día tras otro en el hecho de que en el hospital no falta nadie. Está toda la plantilla al completo, y lo saben porque lo han revisado a propósito de la aparición del cadáver. No contemplan que fuera paciente ni tampoco una persona ingresada.
Tampoco la empresa contratada sabe nada del cuerpo. Schindler es la marca de los ascensores. Una firma, conocida y boyante, que atiende a innumerables empresas de todos los sectores económicos. Sus técnicos llevan un uniforme identificativo en el hospital.
De ese modo, el cuerpo continúa en manos de los investigadores de la Policía Nacional, y su autopsia todavía está pendiente de realizar. Tal y como está el cadáver, harán falta todavía unos días para que se pueda determinar quién es el misterioso y presunto suicida, a quien las cámaras del hospital captaron arrojándose al vacío por el hueco del ascensor.
Una hora en el ascensor
En el ascensor caben unas 9 o 10 personas un poco apretadas. Cada uno de los elevadores soporta un peso de hasta 1.000 kilos. Este jueves uno de los dos ascensores estaba detenido y sigue sin funcionar, pero el hedor detectado por los pacientes y los sanitarios el pasado martes ya no existe. En la forma, el centro ha vuelto a la tranquilidad.
La clave de todo es la llave maestra que el hombre llevaba consigo cuando se halló el cuerpo desmembrado y sin vida en el foso del hueco del elevador. En cada una de las plantas del hospital, en la puerta del ascensor, hay una pequeña ranura genérica en la que se puede introducir la llave maestra para forzar la puerta y abrirlo por si el ascensor se queda atascado. El hombre tenía que saber que esa ranura existía.
Para poder llevar a cabo sus oscuros propósitos, el hombre, el presunto suicida, debía conocer bien el hospital. Solo así podía saber que el área en la que sucedieron los hechos cuenta con 14 plantas con sus correspondientes paradas de ascensor. O sea, una zona idónea para arrojarse al vacío desde una distancia considerable. Sabía, por tanto, cuál era el lugar adecuado.
El hombre, tristemente muerto, tenía que saber también que por el día la zona elegida se trata de una lugar con gran afluencia de público. De día pudieron verle con facilidad, bastante más fácil que si los hubiere perpetrado. Además, no correría el peligro de que alguien escuchase el golpe del cadáver contra el suelo del foso del ascensor. Por eso cabe la importante posibilidad de que los hechos hubieran sucedido una noche de la semana anterior.
Sobre todo ello, se produce una conversación en los pasillos del hospital entre varios profesionales del centro.
-El tío tenía que tener algún conocimiento del tema de ascensores.
-Claro, si no no conocería el detalle de la puerta. Por eso pensaban que era un técnico.
-Puede ser una persona que haya trabajado en el sector.
-Claro. Es que una accidente no es. El tío tenía que saber del tema. Y esas llaves son fáciles de conseguir.
Cuando apareció el cuerpo, el hombre ya llevaba ocho días muerto. Ocho días en los que nadie se acercó al hospital a preguntar por él. Ahora la hipótesis que más fuerza coge es la del suicidio. En el centro hospitalario conocen bien otros casos de pacientes o visitantes que se acaban quitando la vida. Es un tabú, pero sucede. Muchos se suelen tirar por las ventanas. "Es muy raro, yo nunca había visto algo así", comentan fuentes del centro a EL ESPAÑOL. "Sí que se han visto otros casos, porque suele pasar por las ventanas, pero así es raro. Una mujer se tiró el año pasado en el edificio redondo de la maternidad. Esto, por desgracia, sucede en ocasiones en muchos hospitales".
También en 2017, a principios de año, un hombre se tiró por la ventana de su habitación con su hijo en brazos. Su objetivo no era otro que hacer daño a su mujer. Después de discutir con ella brevemente en la habitación, cogió al bebé en brazos y se arrojó por la ventana. Antes de tirarse, le dijo: "Te voy a dar donde más te duele".
Nadie entiende nada estos días en los pasillos del hospital. No entienden cómo ha podido suceder. No entienden qué fue realmente lo que sucedió. No entienden por qué se eligió ese lugar. Y, sobre todo, no entienden por qué nadie ha ido en todos estos días en busca del cuerpo.