Ella era una rubia sexy, hecha a sí misma. Él un monarca mujeriego al que nada ni nadie se le resistía. Esta es una historia de amor, desencuentros, celos, corrupción y espionaje que esta semana ha salido a la luz en su integridad a través de las cintas de Corinna, la "amiga entrañable" de Juan Carlos, publicadas por EL ESPAÑOL. Unas revelaciones que han hecho tambalear los cimientos de una institución en otro tiempo intocable en España.
Cuando el rey Juan Carlos I conoció a Corinna zu Sayn-Wittgenstein en una cacería en febrero de 2004 no fue ni su trayectoria profesional como intermediaria de negocios ni su interesante vida, a caballo entre Alemania y Brasil, lo primero que impactó al monarca. “Siéntate a mi lado, —le dijo el Rey a la organizadora del encuentro— que ésta es un putón verbenero que viene a cazarme”.
Para el Rey ‘campechano’ Corinna, 27 años menor que él, era una mujer explosiva, con carácter, candidata a sumarse a una larga lista de conquistas. Sin embargo, lo que ninguno de los dos sabía aún es que se convertiría en el último gran affaire de Su Majestad....
Divorciada del empresario Philip Adkins —con quien tiene una hija, Anastasia— y, después, del príncipe alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein, de quien conserva su apellido, su título de princesa y con quien concibió a su segundo hijo, Alexander, Corinna supo jugar bien sus cartas hasta el punto de conseguir, según ella, que el Rey, le suplicara en reiteradas ocasiones que se casara con él, como se apunta en las cintas.
Los inicios del idilio amoroso
Tan sólo un año después del ‘flechazo’ inicial y a pesar de que Corinna aún no había consumado su divorcio, Juan Carlos y la alemana emprendieron una aventura que los condujo hasta un lujoso piso dúplex de los Alpes suizos.
Era el refugio de amor ubicado a 1.500 metros de altura y con vistas a los picos de Les Diablerets, donde ambos residieron por temporadas durante los cuatro años siguientes al comienzo de la relación. Un costoso emplazamiento que, según cuenta la princesa a Juan Villalonga y al comisario Villarejo en la grabación, pagaron a medias. “Él dijo: 'No tengo dinero, te puedo prestar la mitad'. Entonces yo puse la mitad y él me hizo un préstamo por la otra mitad. Pagué el préstamo en un año. En mi cabeza, siempre pensé que él tenía suficiente dinero”, afirma Corinna en las cintas.
Así, la casa, situada en la localidad de Villars sur Ollon, en Suiza, dentro del complejo de lujo Domaine Rochegrise, se convirtió en el escenario de tórridas escenas de amor, encuentros furtivos, e incluso fue testigo del día a día de la que podría haber sido una familia atípica compuesta por la comisionaria, el monarca de España y el hijo de ella, Alexander, con quien Juan Carlos compartió momentos paternales. “Él me decía que se casaría conmigo y a su hijo —el Rey Felipe VI— le decía: 'No me casaré con ella'. Él quería el dinero”, afirma Corinna.
Despechada por las idas y venidas de su amante rey y arrumbada a un segundo plano, la alemana comenzó a sospechar de los verdaderos sentimientos del cabeza real. La base de la relación, asegura, se cimentó desde los inicios sobre ciertas pretensiones económicas. “Me dijo: ‘Mira, soy pobre. Tengo sólo 20 millones de dólares. Si tú quieres vivir conmigo tienes que trabajar, así que te voy a presentar a algunas personas. Yo le dije, ok sweethearth (cariño mío)”.
Corinna ascendió en el mundo empresarial, de la mano del Rey, como la espuma. Sin embargo, en lo personal, siempre sería "la otra". La buscavidas, la arruina matrimonios. Durante casi un lustro, el entorno familiar y de amigos del monarca retrató a la princesa como una "manipuladora" mientras Juan Carlos, ajeno a las habladurías, introducía a su amante en los círculos de la alta sociedad española, hasta llegar a formar parte de la comitiva real de viajes de Estado.
Durante esta etapa, Corinna fue testigo de los tejemanejes económicos de Juan Carlos. “Él llamó y dijo: ‘Puedes, por favor, poner un contrato de 100.000, un contrato de un millón…’. Yo estaba a su lado”, explica la princesa, que sitúa a Juan Carlos a la cabeza de la trama corrupta Nóos.
El Rey, según ella, habría jugado un papel relevante en la estructura dirigida por el duque de Palma, Iñaki Urdangarin, y su socio, Diego Torres. Ambos se encuentran hoy en prisión. “¿Tú sabes todas las cosas que yo sé? Tengo las copias de las cuentas bancarias del otro —en referencia a Juan Carlos—. Tengo las copias... la estructura organizativa. Y no las tengo porque las haya robado, sino porque él me las dio”, afirma la examante, que ya tenía clara cuál era la debilidad de su pareja: “El Rey no distingue entre lo que es legal y lo que es ilegal”, dice en otro momento de la larga grabación.
Durante esta convulsa etapa, Corinna se aseguró de mantener un perfil bajo mientras avanzaba en su carrera profesional y agendaba contactos de la jet set. Lo que había comenzado siendo un simple lío de faldas evolucionó hasta convertirse en una ‘relación estable’. Ella era la obsesión del Rey. “¡Por favor, Corinna, quiero casarme contigo! Tengo aquí los planos del palacio del Pardo…”, le suplicó el monarca a la princesa mientras le mostraba los planos y le exponía que podrían vivir bajo el mismo techo.
“Yo. No quiero ser la otra”, le contestó Corinna, indignada, mientras hacía las maletas. Poco le duró el llanto... Ella y su hijo se instalaron en la finca La Angorrilla, en el El Pardo. Una vivienda que previamente había sido habitada por el guardia forestal de la zona y alrededor de la cual se alzó un muro para evitar miradas indiscretas. Para Corinna, la relación con Juan Carlos era el negocio de su vida. Para él, ella era un soplo de juventud, aunque no el único….
Precisamente fueron los escarceos amorosos continuados y simultáneos del monarca los que llevaron la relación con la alemana al límite. Corinna vio cómo todo se le podía venir abajo. En el año 2010 descubrió la identidad de dos nuevas aventuras amorosas del Rey: Sol Bacharach, empresaria valenciana y viuda del eminente catedrático y político valenciano Manuel Broseta, asesinado por la banda terrorista ETA en 1992, con quien mantuvo una relación de hasta tres años. A esta se le sumaría la relación con Carol McFadden, una empresaria norteamericana con quien mantenía furtivos encuentros en un hotel de Beverly Hills, en Los Ángeles (Estados Unidos), pagados, según la princesa, por Álvaro de Orleans, primo segundo del Rey.
“Me usó como testaferro, —para ocultar patrimonio y propiedades en el extranjero— no porque me quería, sino porque soy residente de Mónaco", se queja Corinna amargamente en la cinta.
Una ruptura presagiada
Fueron varias las rupturas que la pareja protagonizó durante estos años. En 2009 el padre de Corinna falleció de un cáncer. Eran tiempos difíciles para ella, que durante meses permaneció al lado de su progenitor. Además, ese mismo año al Rey se le detectó un tumor benigno en el pulmón, del que fue operado con éxito en 2010. Durante este periodo ambos amantes se distanciaron. Los celos fueron la causa. Al menos así lo explica ella.
El deterioro físico del Rey fue el principal motivo por el que Corinna, según dice, continuó a su lado. Concretamente hasta el año 2013, para, como confiesa, “apoyarle” en su proceso médico. “En 2010 —señala la alemana—, Juan Carlos pensaba que iba a morir de cáncer. Me quedé con él para ayudarle a superar sus problemas de salud”. Pero, a los días se les sumaron las semanas, a estas los meses y así ambos llegaron de la mano hasta Botsuana, África.
Durante tres largos años, la princesa fue, según narra, acosada por los servicios de inteligencia españoles: “En el año 2013 me di cuenta de que me podían matar. Es muy fuerte”, asegura en las grabaciones. En aquel entonces Corinna ya tenía en su haber una serie de documentos que el Rey le entregó en mano. Archivos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que comprometerían la seguridad de España y de la Casa Real, pero que serían la salvaguarda de la pareja del Rey. Eso es lo que revela el comisario Villarejo en una carta enviada a Mariano Rajoy, según ha publicado este viernes EL ESPAÑOL.
Para el director del CNI, Félix Sanz Roldán, Corinna se había convertido en una molesta protagonista. Ella dice que llegó a temer por su vida y la de sus hijos cuando, en 2012, Sanz Roldán, muy próximo al rey Juan Carlos, la amenazó supuestamente de muerte durante un ‘encuentro’ que ambos mantuvieron en secreto. Ese mismo año, la casa de la alemana fue asaltada por un grupo de mercenarios que accedieron a su domicilio y robaron documentación confidencial de entre sus enseres. ¿La historia se repetía? ¿Esto no había ocurrido antes con otra de las sonadas amantes del monarca, la actriz Bárbara Rey?
Tan sólo un año más tarde el huracán Corinna se desató. La única forma de protegerse era situarse en el foco mediático. La princesa comenzó a hablar sobre la relación confidencial y delicada que mantenía con el Gobierno de España en diferentes exclusivas concedidas a medios nacionales. En este momento, Sanz Roldán se vio forzado a comparecer en la Comisión de Control de los Créditos Destinados a Gastos Reservados.
Colapso en Botsuana: un reencuentro y una historia de soledad
“Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a suceder”, aseguró Juan Carlos en las dependencias del Hospital USP San José de Madrid tras ser operado de la cadera cuando se dirigió a la nación en un momento en el que su imagen y la de la monarquía tocaron fondo. Era el 18 de abril de 2012 y la situación parecía cada día más insostenible para el entonces jefe del Estado.
Cinco días antes, el 13 de abril, Su Majestad había sufrido un grave accidente cuando se encontraba en Botsuana cazando elefantes junto a Corinna, su hijo Alexander y el multimillonario sirio Mohamed Eyad Kayali, entre otros invitados. Lo que iban a ser unos días de retiro en un idílico paraje natural al que el Rey y sus allegados se desplazaron en jet privado, se convirtieron en la pesadilla de la Corona.
Un mal tropiezo del monarca, que entonces tenía 74 años, le costó una fractura de cadera, seguida de un escándalo mediático que finalizó con su abdicación. Tan solo 24 horas más tarde, el 14 de abril, fecha en la que se conmemora el aniversario de la II República española, el Rey fue intervenido por el doctor Ángel Villamor. La operación resultó un éxito. Pero ahora quedaba lo peor… El romance del Rey y Corinna, al estilo Memorias de África, la famosa película protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, donde no se habla de dinero, no como en este relato entre Corinna y Juan Carlos, con su nido de amor y de impuestos en Mónaco, abrió la caja de Pandora a las especulaciones sobre las intimidades de las Familia Real, que ya se habían convertido en asunto de Estado.
Apenas unas horas después de que el monarca despertara de la anestesia, la princesa y su hijo se encontraban en la escalerilla de un avión que les conduciría a París. Bon voyage Corinna...
Tuvo tiempo más que suficiente, durante los dolorosos meses de rehabilitación, para reflexionar. Habían sido muchas mujeres las que habían pasado entre sus brazos, pero sólo a una le había entregado parte de su fortuna: el Rey se negaba a vivir sin Corinna. "Por eso, en verano de 2013, cuando Juan Carlos se vio físicamente afectado por sus dolencias físicas, comenzó a valorar las virtudes de la fidelidad: “Ya no existía romanticismo alguno”, aseguró la princesa...
-Corinna: "Yo he sido la última…"
-Villalonga: "¡Qué romántico!"
-Corinna: "No, eso no ha sido romántico. En 2012-2013 cuando no tenía otra opción".
-Villalonga: "Claro, cuando ya no te funciona esto, le dices a tu mujer: Oye, mira, soy totalmente leal, ya soy fiel completamente".
-Corinna: "Sí, ha sido así. Claro, el romanticismo se fue ya en 2009-2010. Porque a mí me ha dolido muchísimo, yo el sufrimiento lo he tenido en 2009-2010, pero él lo tuvo mucho más tarde... "
La sucesión al trono estaba en marcha, solo quedaban resolver algunos flecos económicos…Y como ocurre en estos casos, la pareja, que puso punto y final a su relación de amor, en noviembre del año 2014, acabó como el rosario de la aurora.
Ese mismo año, explica Corinna, “Juan Carlos le pidió a mi exesposo —Philip Atkins, también íntimo amigo del Rey— que le pagara una habitación del hotel. Philip pagó con su tarjeta de crédito. Le dijeron que se lo devolverían y así lo hicieron, en diez días”. ¡Cómo podía ser posible! ¿Juan Carlos ya tenía nueva novia?
El orgullo de Corinna quedó reducido a pedazos. Pero como bien tenía aprendido la princesa: la venganza se sirve en plato frío. O en una cinta 'caliente'.