Fue la octava planta del edificio general del Hospital La Paz la escogida por el presunto suicida del ascensor para arrojarse al vacío y acabar con su vida. Antes de la misteriosa muerte era un piso más que albergaba tres disciplinas médicas distintas. Ahora, sin embargo, se ha convertido en el escenario del trágico suceso que desde hace ya siete días envuelve al hospital.
Este martes se ha cumplido una semana desde que se halló el cadáver mutilado de un hombre de entre 50 y 60 años en el hueco del ascensor número 54 del hospital madrileño. Más de dos semanas han pasado desde que el 2 de julio una persona ‘invisible’ saltó al vacío para, supuestamente, acabar con su vida. A día de hoy, la víctima sigue sin ser identificada por el mal estado en que se encontraba el cuerpo, decapitado por el movimiento del ascensor en el momento del hallazgo, según ha podido saber EL ESPAÑOL.
El grupo V de homicidios de la Policía Nacional continúa trabajando en la investigación. La información se va desvelando, pero con cuentagotas. Según los últimos datos conocidos, el hombre se tiró desde la octava planta del edificio del Hospital General, en la que se encuentran las especialidades de coronarias, hemodiálisis y nefrología. Una construcción de ocho pisos tiene una altura estimada de 24 metros, pero a esto hay que sumarle el semisótano y el sótano. En total, sufrió una caída de unos 30 metros aproximadamente.
Otras fuentes afirman que la planta desde la que saltó fue la duodécima, que alberga la especialidad de numología. Tomando esta hipótesis como cierta, el hombre se habría precipitado desde más de 40 metros de altura, aproximadamente.
Siguiendo la versión de los investigadores, lo más probable es que el desconocido llevara a cabo su trágico plan por la noche. De día el hospital está muy concurrido y sería fácil que alguien escuchara el impacto del cuerpo contra el suelo. Tras el atardecer, hay mucha menos gente y se concentran en las zonas de urgencias o de pacientes ingresados. Por lo tanto, vía libre para abrir las puertas del ascensor y saltar.
Salto mortal
Así lo muestran las grabaciones de una de las cámaras de seguridad del hospital. El supuesto suicida aparece abriendo la puerta del ascensor de la planta inferior -la séptima- con una llave maestra. No se tira. Cambia de planta subiendo las escaleras y se dirige al ascensor. Esta vez sí. Abre la puerta de nuevo y se arroja al vacío.
Fuentes policiales han informado a este periódico de que el cadáver sigue sin ser identificado debido al mal estado en que se encontraba. Cuando se abrió el ascensor, el cuerpo -amputado de una pierna y con una herida en el pecho- llevaba ocho días ahí y ya había empezado a descomponerse. Además, debido a la fuerte caída, estaba lleno de heridas, contusiones y fracturas abiertas.
El plan del hombre no tenía fisuras. Cuando presuntamente fue al hospital a acabar con su vida no llevaba ningún documento identificativo ni dinero. Portaba lo único necesario para cumplir con su objetivo: la llave maestra del ascensor, de forma triangular y que puede conseguirse en cualquier ferretería. Vestía un pantalón corto y una camisa de cuadros.
Invisible y calculador
Tampoco lucía ninguno de los uniformes que se ven por los pasillos de La Paz: no era sanitario, paciente o empleado de mantenimiento de la empresa Schindler, encargada de los ascensores. Pero lo más extraño de todo es que, tras dos semanas desaparecido, nadie ha preguntado por él ni ha sido capaz de arrojar algo de luz acerca de su identidad.
Sin embargo, aquella noche del 2 de julio no podía haber sido la primera vez que el misterioso adulto acudía al edificio. Su modus operandi deja entrever una exhaustiva labor de documentación y análisis del lugar. En esto coinciden todos los entrevistados hasta este momento: conocía el hospital a la perfección.
Así supo la planta desde la que debía saltar, el momento oportuno y los instrumentos que necesitaría para abrir las compuertas del ascensor. La única pista que dejó a los investigadores fue un papel que contenía una orden de trabajo. Sin embargo, una de las opciones que se barajan es que el azar haya querido que alguien la perdiera por el hueco del mismo montacargas en los ocho días que permaneció oculto el cadáver. La empresa Schindler ya ha aclarado que el fallecido no era empleado suyo.
"Ahí se ha quedado"
Una vez eliminado el profundo hedor que delató la presencia del cadáver en el hueco del ascensor, el Hospital Universitario La Paz ha vuelto a la normalidad. Según cuentan fuentes de la institución, el misterio “se ha abandonado” y ha sido sustituido por el “caos veraniego” habitual en estas fechas. Mucho trabajo y ninguna llamada buscando al fallecido.
Este martes se ha cumplido una semana desde que, alertados por el hedor y unos ruidos extraños en uno de los ascensores del Hospital General, el personal de mantenimiento encontró un cadáver en el hueco del elevador. Siete días en los que se han barajado infinidad de hipótesis, pero en los que apenas se descarta alguna. El hombre, todavía anónimo, ha sido suicida, trabajador del hospital, técnico de ascensores, y suicida de nuevo según ha avanzado la investigación.
El misterio se mantiene, con el teléfono en silencio y el cadáver sin dueño. En palabras de un trabajador, “ahí se ha quedado”.