María Judith Martins Alves, de 57 años, llevaba poco tiempo viviendo en A Coruña. Mujer luchadora, trabajadora, compartía piso con su marido, Ramón Saiz González, en la zona más céntrica de la ciudad gallega. Entre el ruido y el gentío de la zona, la vida de María Judith transcurría con normalidad, incluso cuando tuvo que dejarlo todo por una grave enfermedad. Hasta que, este miércoles, su pareja la asesinó.
El matrimonio trabajaba en la misma calle en la que residían: la calle de la Estrella. Les unía el mismo lugar de trabajo. Ella se ganaba la vida como cocinera: se encontraba entre los fogones del Restaurante Portofino. Su marido, por su parte, era camarero, siempre de cara al público. Era una metáfora de sus formas de ser, porque María Judith era una mujer discreta y trabajadora. Ramón era, a priori, más extrovertido. Pero parece que su carácter no cuadraba con su empleo. Los vecinos le describen para EL ESPAÑOL como una persona “agria”.
Actualmente, la pareja no trabajaba y no pasaban por una buena situación económica, según indican a este periódico quienes los conocían. María Judith padecía fuertes dolores y tenía problemas de movilidad. Había abandonado su empleo y ya casi no la veían por la calle. Ramón también había dejado su empleo. Los vecinos de la zona mantienen que la tarde en la que sucedieron los hechos el hombre acudió a O Fogar da Bruxa, un establecimiento que está a los pies de su domicilio, para pedir dinero.
Cuando Ramón regresó a la vivienda, en torno a las 19:00, se acercó a su mujer y la degolló. Tras tan brutal asesinato, el hombre intentó quitarse la vida, no sin antes dejar una carta en la vivienda y llamar a la Policía para confesar su crimen.
Sus problemas de salud apenas le permitían salir
María Judith vivía lejos de su familia. Era madre, pero en A Coruña tan solo contaba con Ramón, su actual marido. Debido a su enfermedad -que continúan estudiando las autoridades a la espera de los resultados forenses, pero que todo apunta a que se trata de un cáncer óseo- la mujer apenas salía del domicilio.
María se encontraba en un momento duro. El cambio en su vida debido a sus problemas de salud le había llegado a sobrepasar. Se lesionó y trató de quitarse la vida en varias ocasiones anteriores, pero los servicios de emergencia siempre llegaban a tiempo para salvarla
Pero algo cambió en la fatídica tarde del pasado miércoles. María Judith esperaba a su marido en casa. Cuando este llegó, la atacó y le quitó la vida con un arma blanca. Tras el asesinato, Ramón intentó suicidarse. Sin embargo, fue él quien dio el aviso a la Policía Nacional. Llamó por teléfono y confesó el crimen. “He matado a mi mujer”, esgrimió en la llamada a las autoridades.
El asesino les abrió la puerta
Cuando llegaron los agentes, encontraron el cuerpo de María, ya sin vida, en el domicilio. El asesino les había abierto la puerta y presentaba heridas en las muñecas tras su intento de suicidio. Finalmente, fue trasladado al Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña para realizarle un examen psicológico.
La psicóloga Bárbara Zorrilla explica a este periódico que los maltratadores tratan de quitarse la vida tras el asesinato de su pareja porque supone un fracaso para ellos. “Se trata de la pérdida del dominio y el control sobre la mujer”, sostiene Bárbara. El suicidio es, por lo tanto, una respuesta frecuente en estos casos.
La pareja de María Judith permaneció ingresada y custodiada por agentes hasta que le dieron el alta el pasado viernes. El juez encargado del caso tuvo que acudir al hospital para tomarle declaración. Acusado de homicidio, Ramón entró en prisión provisional sin fianza el pasado viernes.
Un caso de violencia machista
La enfermedad de María Judith hizo dudar a los investigadores en un principio. No sabían si considerar el caso como un asesinato por compasión o un nuevo crimen de violencia de género. Por eso no descartaron ninguna hipótesis inicial.
En la pareja no existían denuncias previas. Pero la experta en violencia de género mantiene que “en un asesinato por compasión no te degüellan” y así lo consideraron los investigadores, que finalmente calificaron el caso como un asesinato machista.
Muchas mujeres, a pesar de sufrir maltrato por su pareja o expareja, no avisan de su situación ni se atreven a denunciar. De las 25 víctimas de violencia de género en lo que va de 2018, solo 5 de ellas pusieron una denuncia a su agresor. “La culpabilidad y el miedo” que sienten les impide incluso hablarlo con su familia o su entorno, porque saben que les van a insistir en que pongan la denuncia.
Sin embargo, la denuncia no es necesaria para recibir las ayudas que se ofrecen para estos casos. La psicóloga anima a las mujeres a pedir ayuda, aunque no deseen acudir a la policía para denunciar, ya que existen otras soluciones como la elaboración de un plan de seguridad individualizado. María Judith es la segunda víctima de violencia de genero en Galicia en lo que va de año.
María Judith Martins Alves es la vigésimo quinta mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. En España, en 2018, también han sido asesinadas Paula Teresa Martín, de 40 años; Cristina Marín, de 24; Ati, de 48 ; María Isabel Fuente, de 84; Martha Arzamedia de Acuña, de 47; Raquel Díez Pérez, de 37; Jénnifer Hernández Salas, de 46; Laura Elisabeth Santacruz, de 26; Pilar Cabrerizo López, de 57; María Adela Fortes Molina, de 44 años; Paz Fernández Borrego, de 43; Dolores Vargas Silva, de 41; María del Carmen Ortega Segura, de 48 años; Patricia Zurita Pérez, de 40; Doris Valenzuela, de 39; María José Bejarano, de 43; Florentina Jiménez, de 69; Silvia Plaza Martín, de 34,; María del Mar Contreras Chambó, de 21; Vanesa Santana Padilla, de 21; María Soledad Álvarez Rodríguez, de 49; Josefa Martínez Utrilla, de 43; Magdalena Moreira Alonso, de 47, y una mujer de 40 años que no ha podido ser identificada.
La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas sólo en 2017. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.