Una sofocante tarde de verano en el centro de Barcelona. Es miércoles y el sol cae. Los turistas pasean y se multiplican en el punto álgido de la ciudad condal. Las Ramblas están a tope; Plaza Cataluña, también. Pero, a las 21:22, todo cambia: un altercado entre un grupo de manteros y un viajero norteamericano que desemboca en una pelea a latigazos, cinturón en mano.
Todo pasó por un carrito de bebé. Según cuentan testigos presenciales a EL ESPAÑOL, la trifulca estalló cuando una mujer, de nacionalidad española, intentó pasar cerca de los puestos de los manteros con un carro. Como no pudo atravesar la zona, tuvo que pedirle a los vendedores que le dejaran espacio. Y los subsaharianos, contrariados, comenzaron a discutir con la mujer.
Las palabras iban en aumento y el resto de paseantes que poblaban la Plaza Cataluña no daba crédito a lo que sucedía. Un grupo de 10 turistas norteamericanos -4 adultos y 6 menores- pasó por la plaza, frente al icónico Café Zurich barcelonés, en aquel instante. Uno de ellos se detuvo y se acercó a los manteros para ayudar a la mujer. Su intromisión les enfadó.
A cinturonazo limpio
En un vídeo grabado por una testigo se aprecia cómo uno de los manteros azota a cinturonazos contra el turista, que solo trataba de ayudar a la señora. La mujer del agredido también recibió algunos golpes.
El turista, de 51 años, sale corriendo. Pero los latigazos con el cinturón le afectaron gravemente en la femoral, con un corte, y en la cabeza, por el impacto de la hebilla. Perdió un litro de sangre y tuvo que ser rápidamente ingresado en el Hospital Clínico de Barcelona. Su estado era grave, pero no se temió por su vida en ningún momento. Este jueves ya había sido dado de alta.
Los Mossos D’Esquadra han indicado que de momento no hay ningún detenido. La policía autonómica y la Guardia Urbana han abierto una investigación.
Los manteros se esconden
El suceso trastocó de algún modo el discurrir cotidiano de Barcelona. Costaba ver a un mantero en la calle el día después de los hechos. La Plaza Cataluña aparecía mucho más vacía de lo normal. La policía todavía no ha practicado detenciones, por lo que hay miedo a posibles actuaciones. Los vendedores ambulantes son cautos y prefieren que pase el tiempo.
Los manteros tienen un (seudo)sindicato, desde donde no se pronuncian. Su portavoz declinaba hacer declaraciones. “Estoy trabajando, no puedo atender. No voy a hacer declaraciones”, se disculpaba. La sede de dicho dindicato está en la calle Picalquers, un callejón peatonal del Raval. Allí, en el portal, un cartel de aviso:
“No habrais (sic) la puerta ha (sic) nadie que os pregunte por algún nombre de vecino y os digan que son policías”.
A última hora de la tarde, cuando el sol da una pequeña tregua, los manteros empiezan a dejarse ver por la Plaza Catalunya. En menor medida que el resto de días. Ninguno quiere saber nada del suceso del día anterior. Todos aseguran no conocer a los agresores. Alguno incluso intenta despistar: “Marroquinos, eran chicos marroquinos”, insiste.
Cada vez más agresivos
Pero no es cierto. Los agresores del turista americano herido de gravedad en el Zurich son de origen subsahariano. Lo asegura Javier, un camarero que lleva 12 años en el Zurich y asegura que “hace tiempo que están por aquí, pero últimamente están más agresivos y hay más problemas”. Javier vio el incidente desde lejos, pero tiene claro “que no son marroquís ni pakistaníes, que también hay muchos vendiendo”.
También certifica que los agresores son subsharianos el vídeo publicado por la tuitera @Akur0mu . La grabación muestra como varios manteros la emprenden a golpes con un hombre de unos 50 años, corpulento. Es el turista que vio cómo unos vendedores ambulantes se encaraban con una mujer con un carrito de bebé. Intenta ayudarla, pero seis manteros salen en tromba a por él. En la secuencia se ve como el turista estadounidense logra zafarse de la lluvia de golpes y de un intento de derribo. En ese momento, cuando ya parece que los hostilidades han acabado, aparece otro mantero armado con un cinturon y le empiza a atizar con él. Es la causa de las lesiones de la víctima. El cinturón le alcanza la cabeza, provocándole una brecha que sangra profusamente, y en la pierna. La hebilla del cinturón es cortante y le golpea en la pierna, con tan mala suerte que le corta la femoral. Cuando llegó al Hospital Clínic de Barcelona, el hombre había perdido un litro de sangre.
Los manteros se han convertido en un problema para Barcelona. Tanto, que se ha constituido una Plataforma contra los Manteros que aglutina a más de 40 entidades de Barcelona. Hay comerciantes, entidades culturales, asociaciones de vecinos… Su presidente, Fermín Villar, recuerda que “llevamos intentando encontrar una solución desde 2015. Pedimos presencia policial preventiva. No queremos represión para los vendedores, pero queremos que venga la policía por las mañanas y les diga: “Hola, soy policía y hoy n vas a vender. Aquí hay un agente social que te va a ayudar a encontrar alternativas a esto. Porque nosotros estamos por la labor de ayudarles, de que se les den soluciones. Pero no de mantener esta situación”.
Entre 3.000 y 6.000 euros al mes
¿Son receptivos a estas posibles soluciones? Villar explica el motivo por el que no: “Es un negocio que mueve mucho dinero. Pueden vender entre 3.000 y 6.000 euros al mes. Los costes son mínimos: pagar el género que venden y ya está. Porque no pagan autónomos, licencias, Seguridad Social… A veces, cuando se ha intentado alguna medida para sacarlos de la manta y ayudarlos a encontrar otro trabajo ha costado mucho. Porque enseguida ven que no van a cobrar lo mismo”.
Asegura Villar que “no hay ninguna mafia detrás de ellos. Igual de otras nacionalidades sí, pero los subsaharianos van bastante por libre. Compran su género, se buscan el sitio junto a sus compatriotas, venden… Al final, cuando llevas mucho tiempo vendiendo y son veteranos sí que pueden alquilar su zona a otros vendedores que luego les pagan una parte”.
“En vivienda también gastan poco; suelen vivir en pisos patera donde pagan 50 euros y comparten con otros 10 o 12”, explica Villar. Muchas veces viven fuera de Barcelona ciudad y llegan solamente para vender. Y en Barcelona hay sitio para todos. Asegura un comerciante de la Rambla de les Flors que “la policía es muy permisiva con ellos. Nosotros estamos aquí ahogados a impuestos. Ellos no solamente no los pagan, es que su actividad es ilegal. Pero están cada día, señal de que no se estarán empleando a fondo con ese problema. Vas por la plaza y esta lleno, Bajas a la estación y no se puede ni caminar porque vas esquivando mantas. Y así hasta que haya un susto”.
Incidentes también en Salou
El susto se produjo ayer, un día después de que en Salou otros manteros también pritagonizasen unos incidentes que acabaron con la policía huyendo del lugar. Pero parece que las cosas no tienen visos de cambiar. Los manteros, eso sí, están más atentos que nunca; muchos ni han salido a la calle. Aun y así, en la plaza hay una franja de más de 20 mantas. “Hoy hay pocos”, asegura un camarero. El subsuelo está lleno. La estación de tren y metro es un hervidero de puestos de gafas, camisetas falsificadas de Messi y de bolsos que imitan a los de Louis Vuitton. Las administraciones se van pasando la patata caliente. La pelota está en varios tejados… y la manta sigue en el suelo.