Cuando Ángel Boza Florido fue detenido por la Policía Local de Sevilla este martes, probablemente sintió algo parecido a un déjà vu. El sevillano, que en octubre cumplirá 27 años, el menor de los cinco de la Manada, sabía lo que le esperaba. Porque no era la primera vez que tenía un encontronazo con las autoridades al volante.
Daba igual si era un coche o una moto, Boza no le hacía ascos al motor. La velocidad, el olor a gasolina. Los derrapes. Pisar el acelerador. Le gustaba.
Hacía solo unos días que, tras salir en libertad provisional bajo fianza, había recuperado su carné de conducir. Lo había recogido él, personalmente, en dependencias judiciales en Sevilla. Porque su historia con la licencia era de idas y venidas: la Justicia le había prohibido más de una vez en los últimos años seguir circulando, tal y como confirma el TSJA.
2014: huye de un control mientras conduce borracho
La primera ocasión en la que su conducción le llevó al calabozo fue en mayo de 2014. Boza tenía 23 años. La Policía sevillana le pilló conduciendo un coche mientras iba borracho. Él intentó saltarse el control y salir huyendo, pero finalmente le arrestaron. Al final, a Boza no le quedó otra que aceptar la condena que le impuso el Juzgado de Instrucción número 12 de la capital andaluza: el magistrado le encontró culpable de un delito contra la seguridad vial y de una falta de desobediencia. El resultado fue una pena de 32 días de trabajo en beneficio de la comunidad y a la privación de conducir vehículos a motor y ciclomotores por un tiempo de ocho meses y un día.
Su idilio con el carné se rompió en mil pedazos. Tuvo prohibido conducir desde el 23 de mayo de 2014 hasta casi ocho meses después, el 18 de enero de 2015.
Pero tuvo que volver a los Juzgados tiempo después por este incidente. Había dejado de acudir a los trabajos en beneficio de la comunidad por el que fue sentenciado, pero el Juzgado de lo Penal nº 15 de Sevilla le absolvió un delito de quebrantamiento de condena. Porque sí que comenzó a cumplirlos, pero encontró trabajo. El magistrado consideró que estos motivos laborales lo imposibilitaban.
2016: rebasa a gran velocidad un semáforo en rojo
Su historial no se quedó ahí. Boza, el más discreto, el más silencioso, el único que no era miembro ‘oficial’ de la pandilla de los sevillanos de Amate, volvió a ser condenado en febrero de 2016. En esta ocasión se le encontró culpable de la comisión de un delito contra la seguridad del tráfico y otro delito contra la seguridad vial. Había conducido una motocicleta borracho, otra vez más, y había rebasado a gran velocidad un semáforo en rojo.
El Juzgado de Instrucción Nº 10 de Sevilla fue quien lo juzgó en esta ocasión. Boza aceptó una condena firme de multa de cuatro meses con una cuota diaria de 6 euros. A eso se le añadían ocho meses y cuatro días de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por el delito contra la seguridad del tráfico.
Habría más. Por el delito contra la seguridad vial recibió una condena de cuatro meses de prisión y otros ocho meses y cuatro días de privación del derecho a conducir. Pero se libró de entrar a prisión durante un periodo de dos años gracias a un acuerdo.
2018: robar unas gafas de sol y salir pitando en coche
Sin embargo, este jueves, Boza no ha conseguido eludir más la prisión. A pesar de haber estado en la calle tras la condena por abusos sexuales con prevalimiento, emitida por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, el juez ha entendido que no ha infringido las condiciones del auto de libertad provisional.
El magistrado se ha limitado a valorar el delito de robo con violencia, dado que el robo de las gafas de sol -valoradas en 200 euros- es un delito menor. Pero el juez también ha tenido en cuenta las heridas que infligió a los vigilantes de seguridad del centro comercial mientras huía.
Así lo recoge la propia Policía Local de Sevilla en el atestado. Son lesiones menores: uno de los guardias, herido en una mano, con la que golpeó el capó del coche de Boza; el otro, en la cadera, que se hizo al caer para evitar que el vehículo lo arrollara. Ángel Boza, por su parte, afirmó a los agentes que fue uno de los miembros de seguridad quien golpeó su coche cuando intentaba salir del parking.