Estremera (Madrid) es una de las cárceles más peligrosas de España. 19 módulos que acogen a 1.048 presos, algunos de ellos entre los más conflictivos del país. Estremera es, por número de incidentes, una de las prisiones donde más agresiones, peleas y muertes contabilizan cada años. Por eso es paradójico que actualmente sólo disponga de un médico, y que los enfermeros estén realizando tareas de facultativo que no les corresponden.
Uno solo. Solo ante el peligro. Aunque los estándares digan que en esta cárcel tendría que haber un mínimo de 9 doctores, la realidad es que ahora mismo solamente hay 4 en plantilla. De esos 4, una tiene una baja larga por un problema de salud y lleva más de año y medio fuera de supuesto. Otro ya había cogido la baja médica la semana pasada. Y este lunes ha hecho lo propio un tercero. Así, el único que se encuentra operativo es un doctor que está contratado como refuerzo estival. Cuando acabe el verano acabará su contrato. Si para entonces no se ha puesto solución a este problema, Estremera estará oficialmente sin médicos operativos.
Solamente uno... que se multiplica
Sólo un médico y además realizando infinidad de labores. “No es sólo la atención a los pacientes. También tiene que hacer labores administrativas, pasar los informes, tramitar las urgencias, controlar los expedientes… Realmente es una carga de trabajo tan inasumible, que está provocando estrés y ansiedad entre los trabajadores. Eso les motiva a pedir bajas médicas, por lo que el problema se acentúa”, señalan desde el sindicato mayoritario ACAIP.
Las cárceles españolas padecen un problema grave de falta de personal. Pero el caso de Estremera es digno de estudio. Se trata de la cárcel de alta seguridad más nueva de Madrid. Un centro en el que han convivido presos muy peligrosos con reclusos mediáticos, como los políticos catalanes presos. Uno de los centros penitenciarios más conocidos de España y que, por sus características, debería ser de los mejores cubiertos profesionalmente. Pero nadie quiere trabajar allí. Las condiciones, la masificación, el perfil de los presos y la falta de personal echan para atrás a todo aquel que debe elegir destino. El año pasado, todos los jefes pidieron el traslado para marcharse del penal y hubo que renovar por compleot esa escala de la plantilla.
Hasta la fecha, los facultativos tenían que hacer equilibrios para dejar de forma más o menos cubierta la salud de la gente de la cárcel. Había un doctor por la mañana y otro por la tarde. Por la noche y los fines de semana, las guardias médicas se hacen de forma ‘localizada’. Esto es, que el médico está en su casa con un móvil del trabajo y tiene que atender vía telefónica cuando lo llaman los enfermeros porque ha tenido lugar algún problema. Si el caso es grave, el médico tiene que desplazarse hasta la cárcel. Un trayecto que desde Madrid puede llevar una hora.
Situación insostenible
“La situación es insostenible”, cuentan en ACAIP. Consideran que el panorama es muy negativo tanto para presos como para trabajadores. “En el caso de los presos, se trata de personas que por su perfil requieren constantemente de atención médica. Bien sea por una sobredosis de pastillas, porque tienen enfermedades crónicas, porque son heridos en peleas… los reclusos siempre tienen una necesidad médica que aquí no se cubre. Y si no se cubre, se traduce en una mayor conflictividad en el centro”.
Respecto a los trabajadores, la media de agresiones a funcionarios de prisiones en España es de una al día. Hay penales muy tranquilos donde casi nunca pasa nada. Pero hay otros que son un polvorín y copan casi todas las agresiones. Estremera es uno de ellos. Para ilustrarlo, desde ACAIP explican un caso que sucedió hace muy pocos días: un funcionario de prisiones fue mordido en el brazo por un preso. “Muchos de ellos padecen enfermedades contagiosas, por lo que la víctima enseguida tiene que ponerse en tratamiento”.
La ratio de médico por paciente en esta prisión es escalofriante. La más baja de España. Más de mil presos por cada facultativo. Además, tener un número tan reducido de doctores impide que siempre haya uno de guardia. Esto deriva en que los fines de semana, la atención médica es solamente telefónica. Cuando acontece una lesión o dolencia grave, la situación se vuelve especialmente tensa porque los enfermeros tienen que llamar al médico de guardia, darle por teléfono todos los detalles, leerle el historial médico y proceder a llamar a las ambulancias para que lo deriven a un centro externo si es necesario.
“Estamos consumiendo recursos públicos que no requeriríamos si tuviéramos los doctores que necesitamos. Cuando hay un caso de preso con problemas médicos, lo más normal es que lo acaben derivando a un centro externo porque aquí no hay recursos. Eso conlleva avisar a la Guardia Civil, al 112, a la ambulancia…”, lamentan desde ACAIP.
Morir en prisión
Estremera es, además, uno de esos penales donde se producen peleas constantemente y uno de los que más fallecimientos registra. “En lo que llevamos de año al menos han muerto 4 personas en esta cárcel”, resumen funcionarios de prisiones, recordando casos en los que se ha evitado el fallecimiento gracias precisamente a la labor de los médicos, que son los que faltan aquí. Cuentan desde Estremera que la foto que ilustra el principio del reportaje, “fue una agresión brutal a un recluso al que le clavaron un palo en el cuello. En aquella ocasión, salvó la vida gracias al médico. El arma le tenía taponada la arteria. Si se la hubieran quitado se hubier a muerto. El médico hizo magia, literalmente. Actuó en dos minutos y decidió no quitársela y tratarlo así. Gracias a esa decisión, el preso salvó la vida. Si sucede eso en un momento en el que en la cárcel no hay médico, el recluso hubiera perdido la vida.
Los trabajadores de este penal madrileño no entienden como “otras cárceles como Menorca, que solamente tienen 60 internos, cuentan con 12 jefes de servicios. En Soto del Real hay 22. Nosotros en cambio solamente tenemos 9”. Dentro de estos jefes de servicio hay situaciones realmente extravagantes, como en lo correspondiente a la plaza de jurista: “Debería haber más, pero solamente hay una y además es una compañera en prácticas. Es decir: debería haber 5 plazas de juristas cubiertas, pero no hay ninguna. La que hay está en prácticas, por lo que no cuenta en lo que se refiere a puestos cubiertos” explican funcionarios a EL ESPAÑOL.
¿Cuál es la solución? Desde el sindicato lo tienen claro: “Conseguir una política de personal efectiva. Hay que contratar médicos, y eso es responsabilidad de la administración. Sobre todo priorizar, porque los recursos se están gestionando y distribuyendo de forma dudosa. Este año sí que ha habido dinero para piscinas. La administración pública ha pagado 340.000 euros para arreglar y poner a punto las piscinas de los centros penitenciarios de España. Que está muy bien que los reclusos tengan piscina. Pero que lo hagan cuando las necesidades de personal estén cubiertas”, concluyen desde el sindicato.