El moho se concentran en los recovecos de las comisarías más longevas de España. Las paredes, mugrientas y envejecidas, piden a gritos un lavado de cara a la par que el metal, oxidado, se convierte en un foco de infección. “Es una vergüenza. Da mucha pena que este sea el aspecto y la imagen de nuestra Policía”, se queja una ciudadana frente a la comisaría de la calle Leganitos (Madrid).
Ubicada en el centro neurálgico de la capital, es la Comisaría más frecuentada del país. Abre 24 horas y da trabajo a cerca de 500 agentes que, bajo una pila de papeles y rodeados de suciedad, desarrollan diariamente su labor. Es una triste instantánea. Una penosa imagen para los miles de turistas extranjeros que, víctimas de hurtos o robos, acuden a pedir ayuda diariamente a este edificio. “El estado de nuestras comisarías afecta gravemente a nuestra imagen exterior”, explica a EL ESPAÑOL Ramón Cossío, portavoz del Sindicato Unificado de la Policía (SUP).
En total existen 241 comisarías en todo el territorio español, siendo Madrid, con 31; Valencia, con 19; Sevilla, con 14; Málaga, con 12; y Barcelona, con 11, las ciudades que más acumulan. Sin embargo, el estado decrépito de una gran mayoría dificulta el trabajo de los cerca de 65.000 agentes que componen el Cuerpo Nacional de Policía. En muchos casos los agentes no disponen de conexión a internet, tal y como asegura el SUP, y se ven obligados a usar sus propios datos para funcionar. “No es culpa de nuestros responsables policiales, que también se ven afectados. Es una cuestión de Estado. Es necesario que los gobiernos se tomen la seguridad como lo que es: uno de los pilares del Estado del bienestar junto con la Educación y la Sanidad”, explica Cossío.
Tanto el SUP como el resto de sindicatos policiales han denunciado en reiteradas ocasiones, a través de la Comisión Nacional de Riesgos Laborales, el mal estado en que se encuentran estos edificios, llenos de humedades y cuya edad media es de 43 años. “Con la anterior administración -al frente de la cual se encontraba el ex-presidente del Gobierno Mariano Rajoy- hubo cierta intención de hacer algo. Entre enero y marzo se mantuvieron algunas reuniones entre el Ejecutivo y los sindicatos pero se nos echó encima la crisis en Cataluña; al final las prioridades pasaron a ser otras. Con esta nueva administración -liderada por el socialista Pedro Sánchez- no hemos tenido todavía contacto ni nos han comunicado que vayan a mejorar nada”, asegura el portavoz del SUP.
“Austeridad y Seguridad no son compatibles”
El tiempo pasa y sigue haciendo mella en edificios que, como el ubicado en el barrio de Moratalaz, (Madrid), han sufrido derrumbes recientemente. A esta circunstancia se suma la insalubridad que padecen los bloques, plagados de ratas. “Es una vergüenza el estado en el que trabajan. No sólo por los desperfectos y por la antigüedad del mobiliario, sino porque algunas son auténticas pocilgas”, comenta una mujer que abandona el edificio tras renovar su DNI.
De hecho, un tuit del SUP denunció este mes de agosto las condiciones de este mismo complejo.
Como éste, el Complejo Policial Zapadores (Valencia) se enfrenta también al riesgo de derrumbe y otros, como el de Palma de Mallorca, no cuentan con una entrada de acceso para personas con discapacidad o mantienen ascensores que no cumplen la normativa de seguridad vigente.
Circunstancias lamentables que el ex-subsecretario de Interior, Luis Aguilera, prometió solventar. De hecho, el Ministerio del Interior anunció en abril un ‘superproyecto’ para rehabilitar medio centenar de comisarías de la Policía Nacional. También se redactaron varios planes para la adecuación del Centro de Procesamiento de Datos de la Secretaría de Estado de Seguridad y de los edificios que albergarán la Comisaría de Policía de Cuenca; del edificio de la Subdelegación del Gobierno de Soria y la nueva sede de la Comisaría de Policía de Córdoba y Jaén.
El problema es que el plan, contenido en los Presupuestos Generales del Estado, quedó en stand by con el cambio de Gobierno y aunque se hayan aprobado las cuentas públicas aún está por ver qué parte del mismo se va a cumplir o en qué plazos se realizarán las obras. A día de hoy los agentes siguen esperando la consecución de estos proyectos. “Nosotros queremos dar un servicio de calidad a los ciudadanos. Queremos poder hacer el trabajo en las mismas condiciones que lo hacen, por ejemplo, los policías autonómicos o nuestros vecinos europeos”, asegura Cossío.
El portavoz del SUP se refiere a las instalaciones policiales ubicadas frente al peñón de Gibraltar. Las comisarías británicas, resplandecientes, son la envidia de los agentes españoles situados al otro lado de la frontera, abandonados a suerte en plena Línea de la Concepción (Cádiz). “Sus instalaciones distan años luz de las nuestras. Son centros modernos, con aparcamiento. Lo propio de un país occidental”, asegura Cossío. Como ocurre en La Línea, también claman al cielo los agentes de Ceuta y Melilla. “Austeridad y Seguridad no son compatibles y al entrar a las dependencias españolas parece que estás en un país del centro de África; no tiene nada que ver con un país desarrollado”, dicen desde el sindicato.
Una austeridad que también padecen las precarias instalaciones de La Escuela Nacional de Policía de España. “La Academia de Ávila era la envidia de todo nuestro entorno en los años 80. Desde entonces, no se ha invertido en ella. Como consecuencia el año pasado los estudiantes pasaron el invierno duchándose con agua fría, a cinco grados bajo cero”, protesta Cossío.