Un experto en la montaña, un maestro de la escalada y de la supervivencia en lugares límite. Un hombre que, en su tiempo libre, se dedicaba a escalar ocho miles. Jos Brech era también un pederasta y el asesino del pequeño Nick Verstappen. También, como han informado algunos medios holandeses y ha podido confirmar este periódico, este hombre fue en su día sospechoso del caso Madeleine.
En un momento dado, los investigadores sospecharon que el pequeño Nick, asesinado en agosto de 1998 durante un campamento de verano por Brech, había caído presa de la misma persona que estaba detrás de la desaparición de la niña británica Madeleine McCann, que desapareció de la habitación de hotel de su familia durante unas vacaciones en Portugal en 2007 a la edad de tres años. Nunca se supo más de ella.
Brech estuvo siempre en el punto de mira de los investigadores holandeses, y su historial con distintos casos relacionados con abusos sexuales a menores hizo pensar que podía ser él también el responsable de uno de los casos más mediáticos de las últimas décadas.
Detenido a las 15 horas del domingo por un equipo de los Grupos de Operativos Especiales de Seguridad (GOES) de la Policía Nacional, Brech venía huyendo por los montes de Europa hasta recalar en las faldas del litoral mediterráneo. En Cataluña vivía como un fugitivo. En casa contaba con multitud de víveres, tantos como para aguantar durante meses.
Experimentado montañero, dedicó su vida al mundo de la escalada y las actividades en la montaña. Viajó a países como Nepal, India, Pakistán. En sus redes sociales colgaba instantáneas y momentos que capturaba con su cámara durante sus viajes. Las autoridades holandeses, según la policía española, lo describen como una persona capaz de sobrevivir en solitario en el bosque, haciendo uso de refugios, cabañas de montaña e incluso cuevas.
La desaparición de Jimmy
Brech tiene 55 años y elude la justicia desde hace 20, cuando tenía 35. En concreto desde el 10 de agosto de 1998, el día en que desapareció Nicky Vestappen. Nicky Vestappen era un joven holandés que vivía en la aldea de Heibloem, en la provincia de Limburgo, un pequeño pueblecito que apenas alcanza los mil habitantes. Aquel verano, Nicky disfrutaba de un campamento en De Heikop, una localidad situada 60 kilómetros al sur de su pueblo natal, casi en la frontera holandesa con Alemmania. El campamento había sido organizado por jóvenes del pueblo.
La noche antes de su desaparición, las actividades del campamento acabaron a las 22.00. Después, los monitores enviaron a los niños a dormir a sus tiendas. Entre ellos estaba Nicky. De madrugada, un compañero lo vio despierto alrededor de las 5:00 de la mañana. Tres horas después, había desaparecido del campamento.
Preocupados, los monitores salieron, sin éxito, en su búsqueda. Después recurrieron a la policía. Y pegaron centenares de carteles con su cara en la zona. Por la noche, la noticia ya se conocía en Heibloem, y decenas de personas, entre ellos los padres del pequeño, llegaron para ayudar en la búsqueda.
Hubo que esperar hasta el día siguiente para las peores noticias. Esa jornada, la búsqueda fue ya a gran escala, con la ayuda de la policía, soldados del ejército holandés, aviones y perros de rastreo. A las nueve de la noche, apareció el cuerpo de Nicky. Estaba tirado cerca de una parcela de árboles de Navidad, a unos 1.200 metros del campamento. La autopsia del cadáver determinó que había sido violado, y después asesinado.
Pronto la policía llegó a Brech como uno de los sospechosos, pero nunca pudieron demostrar nada y pasaron página. En 1998 vivía con su madre a 13 km del campamento en el que Nicky pasaba el verano. Fue interrogado tres veces durante la investigación. La primera vez dos días después del asesinato. La policía lo detuvo después de encontrarlo caminando a medianoche cerca de la escena del crimen. Las dos veces siguientes, admitió haber tratado de abusar de niños en años posteriores a 1998. Había sido absuelto en un caso previo por delitos sexuales en el año 1985. Por los crímenes posteriores al asesinato de Nicky, no fue investigado y siguió colaborando en distintos campamentos juveniles como si nada hubiera ocurrido.