Las cámaras de seguridad rodean el perímetro del inmeso chalet de 600.000 euros. Las lentes y la alarma de la empresa Drin son testigo de las idas y venidas del líder de Podemos, Pablo Iglesias, y la portavoz del partido, Irene Montero, desaparecidos durante dos meses hasta su reaparición este lunes en televisión. La larga avenida, que conduce a la urbanización Ríomonte, ubicada La Navata (Galapagar, Madrid), parece desierta. Los transeúntes han desaparecido de las aceras. Con ellos también sus vehículos. Nada hace sospechar que el líder de la tercera fuerza política de España resida en el interior de los gruesos muros de piedra y hormigón.
La pareja, que ha escapado de la escena pública durante casi 60 días no se ha dejado ver durante todo este tiempo. Han obviado cuestiones claves como la inmigración; el polémico fichaje de Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez por el Instituto de Empresa; la revelación de las cintas de Corinna, publicadas en exclusiva por EL ESPAÑOL y pulso independentista en Cataluña.
Únicamente en las inmediaciones de su lujoso chalet, Iglesias y Montero han encontrado este verano la normalidad que sus vidas perdieron cuando Leo y Manuel vieron la luz el pasado 3 de julio y a las 27 semanas de gestación.
“Desde aquel 3 de julio en el que llegaron por sorpresa, nos repetimos una y otra vez la misma palabra: vamos. Se trataba primero de salir adelante y después de ir superando etapas de recuperación”, afirmó Pablo Iglesias en un comunicado publicado este lunes a través de la red social Facebook. Los bebés presentaron dificultades médicas durante su recuperación en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Esta situación puso en duda la continuidad de la actividad política de los progenitores, volcados día y noche en sus hijos, mientras el partido, huérfano de líder perdía influencia e iniciativa. “Se trataba primero de de salir adelante y después de ir superando etapas de recuperación”, afirmó Iglesias este lunes en un comunicado publicado este lunes a través de la red social Facebook.
El chalet fantasma en el que hacen vida Pablo e Irene
Junto a la puerta principal, un coche acumula polvo a pesar de estar cubierto por una lona. Todo parece en calma hasta que desde el interior de la vivienda, flanqueada por altos setos, se escucha un potente ladrido. Es el perro guardián, el único que habita la casa ‘de los 600.000 euros’ que la pareja pagará durante 30 años y en mensualidades de 800 euros. Él es el encargado de ahuyentar a los curiosos que se aproximan a la zona.
Sus vecinos, que también ocupan lujosas viviendas, algunas adornadas con columnas griegas, prefieren no hacer declaraciones. La desorbitada urbanización se caracteriza por su discreción a la hora de hacer comentarios.
“Se les ve de vez en cuando por aquí. Hace un par de meses comenzaron a venir y durante el verano se les ha visto en bastantes ocasiones”, asegura el camarero del bar Marcelino, el más próximo a la vivienda de los Iglesias-Montero. Está situado a apenas 800 metros. ‘Marcelino’ es un bar con solera. Un confortable rincón donde disfrutar de un aperitivo y un trato amable. El menú, de 10 euros y los precios, razonables, son los más humildes de la zona. Sin embargo, la pareja aún no ha pisado el local.
Sí han visitado otros restaurantes de La Navata, el pueblo en el que se encuentra su ‘hogar’. “Suelen ir a comer a ‘El Tablao’,” aseguran en el bar. Se trata de una freiduría andaluza ubicada en la carretera de Galapagar y a unos diez metros de la estación de renfe. El restaurante, referencia en el pueblo, destaca por su amplia carta de pescados y mariscos. El precio medio es de unos 43 euros aunque también hay disponible una opción de menú de lunes a viernes por 12’50 euros.
Además de visitar restaurantes, la pareja también ha sido vista realizando la compra habitual. “Suelen comprar en Supercor”, asegura un vecino. El supermercado está ubicado a 650 metros de su domicilio y es una filial de El Corte Inglés. También es uno de los supermercados más caros de España y cuyos precios son la antítesis del que hasta ahora era el ‘super’ fetiche de Iglesias: Alcampo. En esta ocasión la pareja habría descartado otros centros más económicos como Mercadona, también próximo a su domicilio.
No obstante, la discreta vida de Irene Montero y Pablo Iglesias se refleja en el comportamiento de los vecinos. En la Farmacia ‘La Navata’, prefieren no realizar declaraciones a los medios aunque no desmienten que la familia acuda a comprar aquellos medicamentos que precisen. En definitiva, la ley del silencio se impone en un pequeño municipio, que es ahora el refugio de los líderes de la coalición morada. El lugar en el que vivirán definitivamente tras su reaparición en la escena política el mismo día en el que sus dos únicos hijos han cumplido dos meses de vida.