Los pisos colmena llegan a España: cápsulas de 3 metros cuadrados a 250 euros al mes
- Los residentes tienen que tener entre 25 y 45 años, no tener antecedentes penales ni mascotas y tienen que contar con unos ingresos mínimos de 450 euros al mes.
- Los inquilinos no podrán criticar en redes sociales el funcionamiento de las colmenas de Haibu 4.0.
Vivir en un espacio de 1,2 metros de alto y ancho y 2,2 metros de largo puede resultar agobiante pero sin duda es económico. Así al menos lo vende la empresa Haibu 4.0 que ya ha adquirido su primer local en Sants-Montjuïc (Barcelona) en el que va a abrir los primeros pisos colmena.
Se trata de viviendas mínimas por 250 euros al mes, con los gastos de suministro y limpieza de zonas comunes incluidos. Con este modelo la compañía ha protagonizado un polémico aterrizaje en la ciudad condal, donde el precio de alquiler del metro cuadrado llega a alcanzar los 16,99 euros. “Queremos dar la posibilidad a gente con medios económicos restringidos de poder resurgir después de esta crisis económica, que todavía dura, y que casi acaba con la clase media”, aseguran.
El proyecto que, como dice Haibu, pretende ser una solución para la arquitectura y presentación de la ciudad no cuenta sin embargo con el apoyo del Ayuntamiento. “El proyecto no tiene cabida en Barcelona ya que no cumple de ninguna forma los requisitos mínimos de habitabilidad -5 metros cuadrados por individuo y al menos 12 para que puedan vivir tres personas- que se exigen para poder vivir con dignidad y en unas condiciones adecuadas", afirma el consistorio.
En este caso el interior de los cubículos de madera cuenta únicamente con luces led que servirán para iluminar el diminuto espacio; una puerta acristalada con persiana opaca que evite las miradas indiscretas, un sistema de ventilación y un pequeño espacio de almacenaje.
Los inquilinos tienen que tener entre 25 y 45 años
Un vacío legal ha permitido a la empresa, que dirige Marc Olivé y Eddie Wattenwill, llevar a cabo la construcción de los pisos colmena, concretamente en una zona colindante con L'Hospitalet. El proyecto, aseguran, tiene un trasfondo social: “Nosotros te enseñamos cómo vivir con más personas en las colmenas. Actualmente el sistema capitalista separa a las personas. En los Haibu hacemos lo contrario, juntamos a la gente para conseguir sus metas”.
Pero no todo el mundo puede acceder a un piso colmena. Entre los perfiles a quienes se dirige Haibu 4.0m que pretende ampliar las colmenas a ciudades como Madrid, Dinamarca o Roma, se encuentran estudiantes con escasos recursos económicos, trabajadores que se ven forzados a desplazarse decenas de kilómetros cada día o personas en riesgo de exclusión que deben cumplir con una serie de requisitos. Los inquilinos, además, que tienen que someterse a una entrevista personal previa, han de tener entre 25 y 45 años y unos ingresos mínimos de 450 euros mensuales. Tampoco pueden tener antecedentes penales antes de la entrada ni durante el tiempo de residencia. No se pueden tener mascotas.
Quince camas en un local reformado
La primera colmena, que contará con quince camas es un local reformado y rehabilitado aunque no disponen de cédula de habitabilidad. Cuenta con zonas comunes, una cocina equipada únicamente con encimera y microondas, zonas de aseos mixta, wifi y suministros de bebidas y comida. También hay un asesor para la comunidad disponible las 24 horas del día que marca las pautas de convivencia, entre las que se encuentra la participación en actividades voluntarias para conocer a los residentes. "Además si uno de los residentes conoce de un trabajo que pueda interesar algún miembro de las otras colmenas, será de gran ayuda", especifica la empresa.
Pero no todo es ‘jauja’ en este nuevo modelo de comunidad. Los inquilinos están sometidos a una normativa, al estilo soviet, que prohíbe alojar a otras personas en los nichos, los ruidos o llamadas telefónicas en espacios que no son los comunes, prestar el cubículo a amigos o familiares o criticar el funcionamiento de las colmenas en público o perfiles sociales. Concretamente este último punto, el más polémico de todos, supondría la expulsión del residente de la comunidad.