"La tesis demuestra la importancia que la promoción y defensa de los intereses económicos han adquirido en la política exterior española". Es la cita con la que Pedro Sánchez abre la página 307 de su tesis doctoral, la última antes de que comience el desfile propio de los títulos que aparecen en la bibliografía. A esa conclusión, y a la tesis en sí, ha tenido acceso EL ESPAÑOL.
Es cierto que una conclusión, en sí misma, muchas veces no es más que el modo de finalizar un relato, de englobar lo dicho anteriormente y de abrocharlo para dejar bien clara la idea que se ha querido transmitir en las páginas anteriores. En este caso, Pedro Sánchez determina con una muy particular claridad lo que se trató de exponer durante las 323 páginas en las que despliega su investigación: que defender los intereses económicos es algo clave en las relaciones con otros países. ¿Vale esta conclusión un cum laude?
La tesis ha sido puesta en tela de juicio en los últimos años, y especialmente en esta última semana después de la caída de la ministra de Sanidad, Carmen Montón. Ha sido revisada, juzgada y valorada por decenas de periodistas que han acudido en procesión a la Camilo José Cela para consultarla. Sobre ella se han juzgado muchas cosas, entre otras su originalidad académica, su escritura, su contenido, su exclusividad y la ausencia de plagios en el texto.
De esto último, parece que la tesis del socialista ya ha quedado liberada. La sombra de la copia a otros autores, tanto por vía de la Universidad Camilo José Cela como por las comprobaciones de EL ESPAÑOL, desaparece al ser inferior al 15% que marcan los investigadores consultados. Sin embargo, cabe preguntarse tanto por la calidad académica como por la personas que juzgaron la tesis y le otorgaron la máxima calificación posible.
La conclusión de la tesis de Sánchez
Son unas nueve caras de folio. Con ellas finalizan algo más de 300 páginas de análisis de la relación entre la diplomacia y la economía española a lo largo de la última década. Con ella, hace seis años, dio por finalizado un trabajo de casi tres años en el departamento de la Camilo José Cela, donde ejerció como Profesor Asociado de Estructura Económica Española y Mundial. Tras sus indagaciones, Sánchez finaliza su tesis cum laude, a la que ha podido acceder EL ESPAÑOL, de la siguiente manera:
La tesis demuestra la importancia que la promoción y defensa de los intereses económicos ha adquirido en la política exterior española. Con todo, esta no deja de ser una acción económica exterior muy centrada en la diplomacia comercial y las estrategias Marca País, relegando otros elementos de la diplomacia económica (por ejemplo, la seguridad económica, la energía y la cooperación al desarrollo) sin duda importantes.
Resulta, en consecuencia, necesario concebir una diplomacia económica con márgenes más amplios, que ensanche su horizonte de actuación hacia terrenos como la gobernanza económica global, la seguridad económica global, la seguridad económica, la energía y la sostenibilidad global.
Es un campo fecundo, aún poco explorado en España, para la acción política y la investigación académica de la diplomacia económica, a la que la presente tesis ha tratado de realizar una humilde contribución.
Con esta sencilla conclusión remata Sánchez el trabajo que cinco expertos valoraron después con la máxima calificación.
Tribunal de noveles
Como adelantó ayer EL ESPAÑOL, uno de los misterios más inescrutables e incomprensibles de la tesis de Pedro Sánchez tiene que ver con el tribunal que la juzga. Estaba integrado por cinco personas cercanas, jóvenes y con poca experiencia como doctores. Uno de ellos, en concreto, acababa de rematar su propia tesis. Según se puede comprobar en la base de datos Teseo, los nombres de las personas que tuvieron que valorar el trabajo del presidente son los siguientes: Cristina Ruza y Paz-Curbera, profesora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED); Santiago Pérez Pérez-Camarero, profesor asociado de la Universidad de Castilla-La Mancha; Alejandro Blanco Fernández; por último, dos profesores de la propia UCJC: nuestro ya conocido Juan Padilla Fernández-Vega, antiguo vicerrector de Extensión Universitaria, actual secretario general de la UCJC; y Ricardo José Rejas Muslera, profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas.
De los cinco miembros del tribunal que juzgó la tesis de Sánchez, tan solo Cristina Ruza contaba con más de cinco años de experiencia como doctora. La profesora de la UNED se doctoró en 2004, según aparece en su página web. En Teseo nada se dice de su tesis. El resto de los miembros del tribunal apenas cuentan con la dilatada experiencia que se le requiere a aquellos que tienen que evaluar este tipo de trabajos.
Santiago Pérez, por ejemplo, que aparece como secretario en el tribunal, defendió su tesis tan solo un par de meses antes que Sánchez, el 28 de septiembre de 2012. Alejandro Blanco se doctoró el 24 de julio de 2011, tan solo 12 meses antes. Juan Padilla, el estadístico que trabajó en el mismo departamento de Sánchez y con el que el socialista escribió dos de sus tres únicos artículos académicos, defendió la suya el 21 de septiembre de 2011. Ni siquiera Rejas Muslera contaba con una experiencia acorde a lo que se le suele exigir a estos órganos: la defensa de su tesis data del 17 de mayo de 2007. Cinco años antes que el ahora presidente del Gobierno.
“Esto no lo he visto nunca. El proceso no es muy normal, con un tribunal de jovencitos”, dice un catedrático con 30 años de experiencia en una universidad del norte de España a EL ESPAÑOL. ¿Se ajusta este tribunal a la ley? La normativa vigente de la Universidad Camilo José Cela sostiene en su artículo 28 que los doctores que formen un tribunal de tesis deben contar con “experiencia investigadora acreditada”.
Ninguno de ellos contaba en aquel momento con una producción académica notable y reseñable, por razones evidentes y temporales. A ojos de la comunidad universitaria, casi todos los miembros del tribunal de Sánchez estaban dudosamente capacitados para formar parte de un órgano así. Más que nada, porque eran un tribunal prácticamente de noveles. Sin veteranos. Ahora, conclusión de la tesis: ¿cum laude?