El pasado 18 de septiembre, Arcadi Espada, de 61 años, en su blog, publicaba una columna titulada: “Aznar, sin complejos”, en referencia a la comparecencia del expresidente en la comisión de investigación de la caja B del partido Popular. El texto, de dos párrafos, podría haber pasado sin pena ni gloria. Era una posibilidad. Es más, ninguna de las primeras 25 líneas ha trascendido. Pero, ay, la 26: “A Rufián hay que contestarle en sede parlamentaria diciéndole: ‘La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela: de un golpe o por tiempos?’”. “De un golpe”, le contestó el Diputado de Esquerra Republicana en el Congreso. A partir de ahí, todo lo demás…
Arcadi, cómo no, en minutos, fue dilapidado por el sumarísimo juicio tuitero. Se metió, de nuevo, en un charco. ¿Algo nuevo? Para nada. Desde entonces, el periodista catalán ha escrito otros cuatro post en su blog. En uno de ellos, lejos de amedrentarse, carga contra El País; y en el último, titulado ‘Soez y grosera’, publica íntegramente la carta en la que algunos de sus compañeros de El Mundo cargan contra él. Antes, eso sí, anuncia: “No encuentro, por el momento, el nombre de los firmantes (de la misiva dirigida al director para que tome medidas). Pero los pondré cuando aparezcan”.
¿Y qué ha ocurrido? Que otros muchos han saltado a la palestra para sumarse a las críticas. El Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia considera que Arcadi ha podido incurrir en un delito de odio por homofobia. Lo hace en referencia al uso de “mariconazo” con el que carga contra Rufián. Pero la polémica no es nueva. En EL ESPAÑOL repasamos las otras cinco que lo han convertido en diana de algunos y argumento de muchos.
1. Quitar lazos amarillos
La polémica puede haber sorprendido a los novatos, pero no a los que gastan canas en la lectura periodística. La columna de la última disputa no es una excepción. Todo lo contrario, es una más. Responde, fidedignamente, a un estilo, a un deseo de ir a contracorriente. Arcadi no vive en la intrascendencia. Ni esconde su opinión ni llegó al oficio para hacer amigos. La pluma le ha servido para cultivar la prosa y afilar el cincel. Reparte, sin complejos, sus filias y sus fobias. Acoge a quien admira su verbo, pero no extraña al que lo utiliza contra él.
Arcadi es así. Su intención nunca ha sido engañar a nadie. Se ha colocado en el escaparate y ha esperado reacciones. Ha sacado la ‘guadaña’ contra compañeros de profesión –díganselo a Javier Cercas– o del mundo de la política. Así fue desde el origen. Militó en el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) durante la transición y fue uno de los promotores de Ciutadans de Catalunya –germen de lo que luego sería Ciudadanos–. Mientras, ha defendido a los 'indefendibles' (Camps o la Infanta Cristina) y ha perseguido el independentismo. No se ha casado con el feminismo ni con su profesión.
Antes de enzarzarse con Rufián, su historial cuenta con otras cuitas. Hace menos de un mes, por ejemplo, fue denunciado por pintar la bandera española sobre un lazo amarillo. El símbolo independentista se encontraba en la rotonda de entrada a L’Ametlla de Mar (Tarragona). Allí, sobre una zona verde coronada por el monumento Braços i Rems (brazos y remos), los separatistas colocaron el lazo para dar la bienvenida a la localidad y reclamar la libertad de los políticos presos. Y allí, también, la Policía local identificó a ocho personas que estaban tiñendo de rojo el distintivo -entre ellos, él-.
Aquella ‘desobediencia’ no fue a más. Arcadi acudió a pintar la rojigualda sin complejos. “Los españoles somos moralmente superiores a los independentistas”, declaró con motivo de la reedición de su libro Contra Catalunya. Lo dijo, además, sin pensar en las consecuencias. Contrario al nacionalismo, ha atacado al movimiento separatista (“creyeron que romper un Estado era como ganar la Champions”) con la misma vehemencia con la que se ha enzarzado con Rufián esta misma semana. Incluso, lo ha ‘vinculado’ al fútbol: “El desencadenante del procés es Messi”.
2. Javier Cercas
Pero esto último no son más que pinceladas de un currículum aún más abultado. En la hemeroteca, Arcadi guarda rifirrafes con compañeros de profesión. Díganselo, si no, a Javier Cercas, con el que mantuvo una disputa sobre ficción y periodismo. El escritor de Soldados de Salamina –entre otros títulos–, entonces, esgrimía, en una columna, que la prensa puede albergar artículos en los que “no todo lo que se cuenta responde a la verdad de los hechos”. ¿Y qué hizo Espada? Publicar un post en el que inventaba una parte de la vida del periodista de El País. Pero aquello fue tan solo un ‘lío’ de consumo interno, meramente periodístico.
3. La Manada
Su conversión en Trendig Topic recurrente lo ha cultivado por otras razones y mediante la palabra oral. Arcadi no es sólo verbo escrito, sino también aguijón televisivo. En El programa de Ana Rosa, a propósito de la sentencia a La Manada, el periodista catalán se salió del guión. “Tanta atención a los muchachos estos… Yo querría saber si hay algún vídeo sobre la vida sexual de la víctima”, pidió, después de que se conociera que los últimos audios de El Prenda y cía no habían sido incluidos en el juicio.
“¡Sólo faltaba, es la víctima!”, le criticó Ana Rosa, en plató. “¡Es la leche! ¡Es impresionante!”, replicaba Monserrat Domínguez. Pero Arcadi ya habían entrado en el charco: “¿Por el hecho de que alguien sea víctima sobre ella no se puede decir la verdad?”. Después, las redes sociales se encargaron de juzgarlo. Pero él no reculó. Era su opinión. Así de simple.
4. El 8M, sin razones
Arcadi escribe y opina apartado del ‘rebaño’. Incluso, cuando el apoyo es mayoritario. “No hay motivos para una manifestación como la del 8M”, lanzó, a raíz de la multitudinaria Huelga feminista. "Si usted lee ese manifiesto, aunque sea usted un hombre, se le suben los colores a la cara, no sólo por la sintaxis, no sólo por la moral, no sólo por el absurdo enloquecimiento de las cuestiones que allí se tratan o se debaten, no sólo por ese aire monjil o putrefacto", añadió, sin esperar el apoyo de nadie. Qué más da. Era su opinión.
5. Defensa de Camps y la Infanta
Pero su defensa de las causas perdidas no se queda ahí. También ha defendido a los indefendibles. Es decir, a Camps y a la Infanta Cristina, en una entrevista con EL ESPAÑOL, con motivo de la presentación de Un buen tío. Cómo el populismo y la posverdad liquidan a los hombres (Ariel). Por qué no, pensaría. Un polémica más, pero no la última.
Arcadi vuela bajo cuchillos y levita entre guadañas. No busca alimentar estómagos, sino revolverlos. Esculpe el poder de su palabra y celebra el debate de la irreverencia. Sus pensamientos, compartidos o no, son suyos. Siempre a contracorriente, saltando de un charco a otro, mojándose. Qué más da. No va a cambiar. Es así y esa es su opinión, aunque sea incómoda o no guste a todo el mundo.
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