“Estamos en el año 2018 después de Jesucristo. Toda Cataluña esta ocupada por los indepes y sus lazos amarillos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles gitanos resiste todavía y siempre al invasor”.
Como si de una historia de Asterix se tratase, los habitantes de Villarroja (Gerona) siguen luchando contra el separatismo. En este barrio, de mayoría gitana y ubicado en un alto a las afueras de la ciudad, lo tienen claro: “Somos catalanes y españoles, por mucho que los separatistas no nos respeten por no pensar como ellos”.
Ellos también celebran el 1-O, porque llevan un año de resistencia. Fue precisamente el 1 de octubre de 2017 cuando empezó una curiosa alianza que rompió todos los tópicos: gitanos unidos con la Guardia Civil. Sucedió a media mañana, cuando un reducido grupo de independentistas montaron, en la biblioteca del barrio, urnas para la consulta ilegal. Esa medida no gustó a los habitantes, que en su inmensa mayoría se sienten españoles. Los vecinos no apoyaban la celebración del referéndum y lo desmontaron.
Una veintena de personas irrumpió en la Biblioteca Ernest Lluch tirando las urnas. Intervinieron los Mossos d’Esquadra, que quisieron volver a colocarlas. La actuación de la Guardia Civil lo evitó. Fue entonces cuando los gitanos de Villarroja empezaron a vitorear a la benemérita y a protestar contra la policía catalana. La historia acabó con lo responsables de la consulta abandonando el barrio entre lágrimas, escoltados por la policía, mientras los vecinos celebraban su victoria. Habían evitado la celebración de la consulta ilegal.
La Guardia Civil, como en casa
“La Guardia Civil desde entonces viene cada dos por tres a comer o a tomar café al bar de nuestro barrio. Aquí se sienten como en casa”, cuenta Santi López, uno de los gitanos que más se ha involucrado en vertebrar un movimiento por la defensa de la unidad de España. “A partir de ese día se pusieron en contacto con nosotros gente de Tabarnia diciéndonos que querían visitar el pueblo. Subieron, hicimos una concentración… y desde entonces hemos montado ya 4 en lo que llevamos de año”.
La última manifestación tuvo lugar el domingo 30 de septiembre. Se reunieron para conmemorar el año de resistencia, su particular 1-O contra el independentismo. Pero también para protestar por la agresión cometida el sábado por un independentista contra un policía en la manifestación de Barcelona. “Hay que estar. Hay que defender a la policía y hay que denunciar estos abusos y estas agresiones por no pensar como los separatistas”, resume Santi.
Una enorme pancarta rojigualda a la entrada del barrio en la que se puede leer “Bienvenidos a España” recuerda al visitante que está pisando territorio español. Que pisa un suelo que resiste a la ola independentista. Que, en tiempos de presunta “normalización lingüística” en Cataluña, aunque hasta los medios públicos llamen “Osca” al equipo de fútbol de Huesca, el barrio aguanta y se sigue llamando Villaroja, no Vila Vermella.
"Nos lo están poniendo muy difícil"
“Nos lo están poniendo muy difícil. Vivir en Gerona es asfixiante. No se puede salir tranquilo por la ciudad con, por ejemplo, una camiseta de la selección española. Ya no te digo una bandera, sino una camiseta de fútbol. Te miran mal, te dicen cosas… Nosotros nunca hacemos eso. Por mucho que digan por ahí que en Villarroja no se puede entrar si no te sientes español, la verdad es que nosotros respetamos. Aquí puede venir quien quiera y pensar como le dé la gana. Payos, gitanos, moros, esapoles, independentistas… Nosotros respetamos, cosa que ellos no hacen con nosotros”.
La última manifestación, la del domingo, fue una de las más multitudinarias. Arropados por tabarneses que subieron desde otras partes de Barcelona y Tarragona, se llegaron a concentrar cerca de un millar de personas. La convocatoria, como es habitual, se hace en un punto aliado fuera del barrio: el cuartel de la Guardia Civil gerundense. Desde allí, ataviados con banderas constitucionales y señeras, partió el millar de personas para defender la unidad de España. Una vez en el barrio, se renovaron las banderas (“porque cuando llevan mucho tiempo en la calle se estropean”) y se celebró una comida.
Las paredes también se han pintado. Como Villarroja es barrio de mayoría gitana y están orgullosos, pintaron un grafiti con cuatro banderas: española y catalana en un cuadro. Y dentro, imitando el logo de Ciudadanos, un corazón partido: en un lado, la bandera de la Unión Europea. En el otro, la bandera azul y verde con una rueda de carro. Es decir, la bandera gitana.
Desamparados por el gobierno español
Se sienten desamparados por el gobierno español y se preguntan “hasta donde van a permitirles llegar [a los independentistas]. ¿Qué pasa, que España ya no gobierna en Cataluña? No puede ser que vayas donde vayas esté todo pintado. Vayas donde vayas. Farolas, carreteras, barandas… todo de amarillo. Hoy, para venir desde el hospital que está aquí cerca, una hora hemos tardado. Todo cortado,todo tomado por los separatistas. ¿Qué espera el gobierno español para solucionar esto? Aquí hay gente que se está planteando lo de irse a vivir fuera de Cataluña. Tener que dejar sus propias casas porque nos sentimos españoles”, lamenta Santi.
Pero no se amedrentan. Estos días están resultando especialmente duros para los constitucionalistas en la provincia más indepe de Cataluña. Pero igual que los galos tenían el respaldo de la poción mágica del druida, ellos cuentan con una fortaleza: “La unión del barrio. Nadie permite que toquen las banderas. Cualquier persona del barrio que vea que están intentando quitar banderas, aunque sea alguien del Ayuntamiento con una escalera, no se lo permite. Somos una piña. Niños, ancianos… Llevamos un año aguantando y resistiendo, y nosotros cuidamos lo que hemos hecho”.
Vienen a sacar fotos del barrio
Se sienten un símbolo de la resistencia, y cada semana se lo recuerdan visitantes: “Viene mucha gente de todos lados cada fin de semana a hacer fotos al barrio, a ver cómo lo tenemos todo con banderas de España”, asegura Santi. Y así va a seguir siendo mientras quede un solo habitante en Villarroja.
Así, mientras en Cataluña se organizan multitud de manifestaciones independentistas y se llena el espacio público de color amarillo, una pequeña aldea gitana resiste en Gerona y celebra su particular 1 de octubre, para conmemorar aquel día en el que los pajaritos dispararon a las escopetas y los gitanos se aliaron con la Guardia Civil. El día en el que evitaron la celebración de la consulta ilegal en Villarroja. No en nuestro barrio.