El pueblo donde la madre de Villarejo es un mito: ¡Viva la madre que nos parió!
- Doña Ángela Pérez Cerezo ayudó a dar a luz a muchas de las mujeres de Montoro, su pueblo, pero también a las del vecino El Carpio.
- Dos años después de obtener la plaza de matrona en el pueblo, trajo allí al mundo a José Manuel Villarejo. EL ESPAÑOL viaja a los orígenes del comisario más mediático, el hombre al que todos temen por el explosivo material que todavía esconde.
- La ministra Lola Delgado, atrapada en la telaraña de Villarejo.
28 de septiembre de 1996, parroquia de San Bartolomé, Montoro (Córdoba). Hace ahora 22 años. El cura, Pedro Villarejo, oficia junto a dos párrocos más una misa extraordinaria de bendición a la nueva virgen del Rosario. La propia madre del sacerdote, una ilustre vecina del pueblo, la ha donado a la Hermandad del Cristo Flagelado.
La parroquia está repleta. Los feligreses han limpiado a conciencia el edificio religioso y lo han engalonado durante los días previos. Para la ocasión desempolvan una alfombra del siglo XIX que cuidan como oro en paño.
La señora que ha tenido el gesto de donar la virgen va tocada con mantilla negra. Se sienta en la primera fila de asientos de madera. Por momentos, derrama alguna lágrima, aunque logra contener la emoción y el llanto. Su hijo Pedro habla desde el púlpito. Ella escucha con atención. Se llama Ángela Pérez Cerezo, aunque en Montoro, su pueblo natal, todo el mundo la conoce como doña Ángela ‘la partera’.
Tras la misa, la Hermandad del Cristo Flagelado agradece a la mujer la donación de la nueva virgen, patrona de Montoro. Mide un metro y 68 centímetros. Antes de acabar el acto, doña Ángela, matrona ya jubilada, firma en el libro de recuerdos de aquel día y besa el manto de la virgen.
Después, uno de los miembros de la junta directiva de la hermandad le agradece la donación y le dice con ironía cómplice:“Muchas gracias por haber ayudado a dar a luz a otra montoreña más”. La señora responde: “Estoy muy satisfecha porque soy montoreña de pura cepa”.
Porque doña Ángela, partera de profesión, ayudó a dar a luz a muchas de las mujeres de Montoro, pero también a las de un pueblo vecino, El Carpio, a 17 kilómetros de su localidad natal. Hasta allí la mandó el Ministerio de Gobernación de Franco en 1949.
Así aparece en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 3 de mayo de aquel año. Y en El Carpio precisamente, el 3 de agosto de 1951, dos años después de obtener la plaza de matrona en el pueblo, doña Ángela trajo al mundo a José Manuel, uno de los cuatro hijos del matrimonio de la señora con Pedro Villarejo padre -tres varones y una mujer-.
Quién le iba a decir a ella que, como cuentan en El Carpio, aquel niño de pelo “colorao” (cualquier referencia al rojo estaba prohibido en aquellos tiempos) se haría policía, que más tarde llegaría a comisario, que luego ingresaría en prisión y que ahora iba a ser capaz de poner en jaque a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, al poder ejecutivo en pleno, incluso al poder judicial.
Todo después de que varios medios, entre ellos la web Moncloa.com, hayan difundido el contenido de la grabación de varias conversaciones privadas que ella mantuvo en 2009 con el llamado ‘comisario de las cloacas’ y con el entonces juez Baltsar Garzón como invitado principal. Por aquel tiempo, Villarejo todavía era un respetado sabueso y Delgado una fiscal de la Audiencia Nacional.
En los audios, la ministra se refiere como “un maricón” a su ahora homólogo en Interior y compañero de Gobierno, Fernando Grande Marlaska, y hace referencia a un encuentro de jueces del Tribunal Supremo con menores de edad en Cartagena de Indias (Colombia).
La por entonces fiscal también habla de “éxito garantizado” el hecho de que el propio Villarejo se jactase ante ella de haber creado una red de prostitución para obtener información y espiar a políticos españoles, algunos de ellos involucrados después en la 'trama Gürtel'.
Viaje a El Carpio
En El Carpio, un pueblo cordobés pegado a la autovía A4, la que une Madrid con Andalucía, ya no queda nadie que se apellide Villarejo. “Antes había un farmacéutico y el dueño de una droguería. El droguero era el padre del comisario que ahora sale tanto en la televisión”, dice un anciano que fuma en pipa. “Vivían junto al mercado de abastos, en una casa baja. La droguería la tenían en la puerta contigua. Puedes preguntar por él por allí cerca”.
Para conocer la historia de los Villarejo Pérez en El Carpio hay que remontarse a mediados del siglo pasado. Por ese tiempo, Pedro Villarejo y Ángela Pérez son un matrimonio que acaban de instalarse en el pueblo. A ella, aún joven, le conceden en 1949 la plaza de matrona en la localidad. Por eso se mudan desde Montoro, de donde ella procede de una familia acomodada.
Poco a poco, al ser la única partera del pueblo, los vecinos comienzan a usar el ‘doña’ delante de su nombre. “Estuvo en el parto de mis dos hijos”, cuenta una mujer que hoy tiene 74 años. “Aquí es como un mito. Trataba a las parturientas con mucho cariño, pero también tuvo algunos casos en los que los bebés perdieron la vida. Aunque fueron los menos. Aquí se le quiere mucho. Al hijo policía…”
- ¿Al hijo policía, qué, señora?- pregunta el reportero.
-... [la mujer se marcha con una sonrisa pícara en el rostro pero sin responder].
En el pueblo cuentan que los Villarejo Pérez se instalan primero en una casa de la parte alta de El Carpio. Luego, se mudan a una vivienda de planta baja en lo que hoy es la plaza Blas Infante. Allí, Pedro y Ángela criaron a sus cuatro hijos: Pedro, Beatriz, Antonio y José Manuel, a la postre el más famoso de todos. El padre se dedica a trabajar en su propia droguería. La madre, a cuidar de las mujeres y de los bebés durante el parto.
A doña Ángela, los vecinos de El Carpio la recuerdan como una mujer “muy creyente”, que “solía encomendarse a Dios” en cada parto y a la que le encantaban cuidar de las plantas que tenía en un patio interior de su casa, hoy ya en manos de otro propietario.
‘El Peri’, amigo de José Manuel, le cuidaba las plantas
La familia Villarejo Pérez tenía la casa a 15 metros de una antigua posada. Por ella pasaban comerciantes, mujeres que iban de viaje y habían dado a luz por el camino, o bandoleros. Aquella posada era propiedad del padre de Pedro Gutiérrez, al que en El Carpio apodan ‘El Peri’.
‘El Peri’ fue el mejor amigo de la infancia de José Manuel Villarejo. Ahora, en el antiguo caserón que era la posada de su padre, tiene un estanco. En El Carpio, todos lo señalan como la persona idónea para hablar sobre los orígenes del controvertido comisario. Su relación de amistad aún continúa, según explican varias personas que lo conocen.
“Hace un par de años, antes de que lo detuvieran, Villarejo vino a verlo y a comer con él. Además, Pedro, el hermano cura del comisario, casó a una de las hijas de ‘El Peri’. Ve a verlo. Él te contará. Siempre alardea de que siguen siendo uña y carne”, dice el dueño del restaurante en el que comieron juntos el excomisario Villarejo y su amigo de la infancia.
Este lunes, sobre las 15.30 horas, Pedro Gutiérrez abre la puerta de su casa a EL ESPAÑOL. Es un hombre de pelo cano y gafas que lleva el torso descubierto. “Me he quitado la camisa del calor que hace. Llevo todo el día de médicos en Córdoba. A ver, qué quieres que te cuente”, dice.
‘El Peri’ niega la mayor, aunque en El Carpio saben que miente. Asegura que la relación entre Villarejo y él acabó cuando la familia del hoy preso se mudó a Córdoba, a finales de los 50.
“Yo fui su amigo hasta los siete u ocho años, ya no recuerdo bien. Luego, se marcharon. Él siempre estaba en la posada de mi padre. Jugábamos cada día en la calle. Había caballos, siempre pasaba gente distinta… Como yo, en ese lugar, Pepe -se refiere en ese término a su amigo José Manuel- aprendió de la vida lo mucho o lo poco que sabe. Aunque, a decir verdad, de niño parecía un poco tontito. Era un niño muy parado”.
- Dicen que siguen siendo muy amigos. Que usted ha ido a verlo a Madrid y que él, si visita el pueblo, se pasa por su casa a verle a usted y a su familia.
- No, no. Yo no tengo contacto con él.
Pedro comienza a ponerse nervioso. ‘El Peri’ le pide al reportero que se marche de casa porque está cansado. El encuentro dura apenas 15 minutos. La conversación se alarga sólo unos segundos más.
- Como yo era muy de campo, la madre siempre me pedía que le ayudara a cuidar las plantas que tenía. Yo pasaba a ayudarla y ella nos podía de merendar…
- ¿Estudiaron juntos?- pregunta el periodista.
- No, a él lo llevaron a un colegio que le llamábamos de La Falange. Ahora es una guardería. Yo iba a otro, en la parte baja del pueblo.
- ¿Qué recuerda de doña Ángela?
- Enviudó joven, pero no sé decirte cuándo. Era una gran mujer, desde luego.
Doña Ángela se traslada a Córdoba
A finales de la década de los 50, doña Ángela encuentra un empleo en el hospital de la Cruz Roja en Córdoba. Toda la familia Villarejo Pérez se muda hasta la capital de la provincia. José Manuel y ‘El Peri’ se distancian, aunque mantienen la amistad.
Los cuatro hijos del matrimonio continúan sus estudios en Córdoba. Ingresan en el colegio Virgen del Carmen de los Carmelitas Descalzos. Años después, doña Ángela continuará su labor como matrona en su pueblo natal, Montoro.
“Por donde pasó, dejó huella. Era una mujer de armas tomar, una adelantada a su tiempo”, dice en conversación telefónica el que fuera alcalde socialista de El Carpio, Alfonso Benavides. “En mi pueblo nunca se le olvidará. Ayudó a muchas mujeres a traer al mundo con salud a sus hijos”.
El currículo del hijo comisario
En Córdoba, José Manuel Villarejo estudió hasta dar el salto a la Policía. Lo hizo en 1972, con 21 años. Tres después fue destinado a la comisaría provincial de San Sebastián, donde desempeñó labores antiterroristas y participó en diversas operaciones contra ETA. Por su trabajo, recibió la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco.
Después, fue destinado a Madrid, al equipo de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior. En 1983 cogió una excedencia de 10 años, en los que se dedicó a diferentes negocios. Llegó a manejar 46 empresas con un capital social de 16 millones de euros.
Durante este periodo, realizó además trabajos de investigación como detective, tanto por encargo de organismos públicos como privados. Al acabar la excedencia, se reincorporó como agente encubierto de la Secretaría de Estado de Interior. Luego vendrían las grabaciones a políticos, periodistas o jueces.
En noviembre de 2017, la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela dictó prisión incondicional contra el comisario jubilado José Manuel Villarejo por pertenecer, presuntamente, a una organización criminal y también por los delitos de cohecho y blanqueo de capitales.
Doña Ángela, con calle en El Carpio
En El Carpio, la gente de mayor edad mantiene vivo el recuerdo de doña Ángela ‘la partera’, que murió en febrero de 2015, hace ahora tres años y medio. Para que no se pierda, el exalcalde Benavides impulsó desde su gobierno que su nombre se incluyera en el nomenclátor de las calles de la localidad.
Benavides recuerda cómo fue aquel acto. “Creo recordar que fue en el año 2006. Ella no vino. Supongo que ya no estaría para esos trotes. Descubrió la señal con el nombre de la calle su única hija, Beatriz”.
La calle se llama Matrona Ángela Pérez. Está en la parte baja del pueblo, junto a una acera cubierta por arboleda y un terraplén que desemboca en una hilera de pisos adosados.
“En este pueblo no nos podemos olvidar de doña Ángela. Fue la matrona de muchas de nuestras madres. Ella no es responsable de lo que haya hecho o haya dejado de hacer uno de sus hijos”, explica Alfonso Benavides, el alcalde que quiso que el nombre de la madre de José Manuel Villarejo quedase grabado en la historia del pueblo donde trajo al mundo al ‘comisario de las cloacas’ y vio parir a decenas de embarazadas.