Prometen un resultado perfecto, un tratamiento de calidad, un peinado excelente, al mejor precio. Sus carteles se dibujan en los escaparates, acristalados, en color naranja y con letras imposibles de no percibir cuando uno pasea frente a ellos. Las peluquerías Low Cost se amontonan a lo largo y ancho de las calles nacionales. Ahí donde muere una vía, habrá un establecimiento con una oferta incomparable: teñir, cortar, peinar, depilar, por cinco euros, o menos.
Hay una franquicia que amalgama multitud de propuestas, sin comparación, para el cuidado del cabello en mujeres y hombres. Peluquerías Low Cost es la solución para los bolsillos menos pesados, una propuesta que choca con la competencia -donde sus precios bailan entre los 30 y los 50 euros-. ¿Qué garantía de calidad ofrecen estos comercios, por qué ellos sí pueden permitirse ese abaratamiento? EL ESPAÑOL ha recorrido las avenidas de Madrid para conocer, en primera persona, qué contienen sus tintes y qué respaldo ofrecen.
"No es lo mismo que te dé un tinte de cinco euros a que te dé uno de veintitantos euros. Cambia la diferencia de calidad", relaciona uno de los peluqueros que dirige un negocio, de la citada compañía, ubicado en la zona de Nuevos Ministerios. Ante una pregunta clara a la misma persona, una respuesta nítida. "¿Es de peor calidad?". "Claro". Sentencia dictada.
Seiscientos establecimientos se reparten en la extensa geografía nacional. Dentro de las fronteras, estas peluquerías crecen sin pesar. Ningún tratamiento, incluso el más exclusivo, supera los 25 euros en las Low Cost, un dictamen que hace temblar a los establecimientos autónomos de la misma índole. En esta empresa, teñir y peinar supone un gasto de tan solo cinco euros. En la competencia consultada por este medio, el mismo proceso oscila de entre los 30 hasta los 50 euros, en el mejor de los casos.
El trayecto continúa por la urbe, los negocios se sitúan a pocos minutos los unos de los otros. 750 metros separan la primera peluquería de la segunda, 10 minutos de caminata hasta ver cómo sobre una nueva puerta de cristal nace otro cartel naranja: "Tinte a 5 euros".
Detrás de este dictamen, repetido en cada negocio, se esconde el secreto de su abaratamiento, un misterio que dilucida una de las empleadas de peluquerías Low Cost. "Ellos lo fabrican, es de la casa propia, de ahí que sea tan barato. Ellos tienen su propio fabricante, su propio laboratorio, ellos lo distribuyen, de ahí que lo abaraten", explica dentro de la propia peluquería. ¿Qué ingredientes tiene el producto?. Nadie sabe explicar qué es lo que contiene este tinte. "Lo que un tinte normal, no te puedo decir nada más. ¿Componente?, un tinte". Tampoco la propia caja que guarda este pequeño bote de tintura despliega los elementos que lo forman.
La competencia
"Precios sin competencia", reza su eslogan. En uno de los barrios más céntricos de Madrid, el barrio de Tetuán, se edifica otra peluquería de la misma familia. Allí la encargada asegura ser la mejor opción en todos los sentidos. "Es tinte italiano, de alta gama, aunque veas estos precios, es espectacular", descubre entre el sonido de los secadores y las conversaciones de fondo. Ante la pregunta de llevar a cabo un cambio radical de imagen en el cabello de esta reportera, ella no duda en afirmar que ahí lo pueden realizar con éxito, que, con su producto todo saldrá según los requisitos.
Al lado de este negocio emerge una peluquería ajena a la franquicia, un modesto comercio que choca pared con pared con la competencia más brutal. Al preguntar por el mismo tratamiento que se ha demandado en los establecimientos Low Cost, el encargado del local responde tajante: "Ese tratamiento en tu pelo no se puede hacer, no voy a estropear una melena así, es mi opinión como profesional".
En este negocio, que ve sus días de luz florecer, ofrecen un corte de pelo por tan solo cinco euros, lo que en otro lugar tiene un precio medio de entre 15 y 20 euros. De igual forma, la depilación está ofertado entre sus opciones de servicio, por dos euros y medio. La competencia eleva los precios desde los siete hasta los 10 en la depilación con cera en tan determinada zona facial. Hay un tratamiento que sorprende en especial, el tratamiento de bótox, un tratamiento capital que solo se realiza en las peluquerías más exclusivas pero que peluquerías Low Cost también promete por 25 euros.
Este medio ha tratado de ponerse en contacto con la sede central de la empresa emergente para conocer su opinión sobre las dudas alrededor de su compañía y esclarecer qué componentes hacen tan barato este tinte. No ha habido respuesta por su parte, desde su base, ubicada en Sevilla, han reiterado la no presencia de un responsable capacitado para atender a los medios.
El relato de una extrabajadora
Maika Arias tiene de su lado el discurso de la experiencia. Ella ha vivido en su propia piel qué es ser parte de esta franquicia en crecimiento, ha comprobado las desavenencias internas y las faltas de profesionalidad. Trabajó durante un año y tres meses, desde agosto de 2016 hasta noviembre del años siguiente, en uno de los establecimientos que tiene Peluquerías Low Cost en Cádiz capital, donde ahora reside, un tiempo que le alcanzó para conocer las tripas de lo que para ella fue una de sus peores experiencias laborales.
"Empecé con un contrato de formación. Formación que nunca recibí", relata en una conversación telefónica con este medio. En su primer contrato con la empresa obtenía una remuneración de 560 euros mensuales por cinco horas diarias de labor en lo que debería ser un trabajo en prácticas, pero que nunca llegó a serlo. "Cuando llevas un tiempo allí te das cuenta de que nunca vas a recibir ningún tipo de enseñanza por su parte", apunta la extrabajadora.
Pero las peores condiciones no habían llegado todavía, el cambio radical llegó cuando, sin previo aviso, decidieron cambiarle el contrato por uno de Obra y Servicios, remunerado con 480 euros mensuales, 80 menos de lo que se había ofertado en un principio. "La situación no estaba para rechazar nada, tenía trabajo y tenía que estar contenta", asiente desde la ciudad andaluza.
Su conformidad obligada le llevó a aceptar los requisitos que allí se estipulaban para ella. "Aunque estaba establecido que tenía que trabajar cinco horas yo llegaba a trabajar entre 10 y 12 horas los días que había mucho trabajo", dilucida con la tranquilidad de haber abandonado ese empleo. Y relata que aquellos días, los de mucho trabajo, eran habituales en ese comercio. Los bajos precios en los tratamientos hacían de su pena el éxito de la franquicia y los clientes se amontonaban hasta horas después del cierre, sin que importara cuales eran los horarios pactados.
Tampoco Maika conoce el secreto de los tintes de la Peluquería Low Cost, tras más de un año trabajando con ellos nunca descubrió qué era lo que les hacía tan especiales, a pesar de preguntarlo en varias ocasiones. "Desde la dirección central me dijeron que los productos los fabrican ellos mismos y que por eso son tan económicos", aporta con el mismo relato que han aportado desde las peluquerías a pie de calle. ¿Por qué nunca denunció lo que ocurría? "Quería acabar con todo lo que tuviera que ver con ellos, dejarlo pasar, no quería meterme en eso", sentencia.
Detenciones por fraude dentro de la franquicia
Tal y como relata Maika, la franquicia ofrece contratos de formación para jóvenes que acaban de terminar sus estudios estéticos. Son estos convenios laborales los que ahora están siendo objeto de investigación en la ciudad donde tiene sede la empresa, en Sevilla. La Policía Nacional ha comenzado una investigación contra los franquiciados por un presunto fraude superior a los tres millones de euros a la Tesorería de la Seguridad Social, un hecho que hace tambalear los cimientos de la compañía.
Desde Peluquerías Low Cost han querido desvincularse de los delitos que se están investigando y alegan que se trata de un proceso abierto contra sujetos particulares que ya no tienen nada que ver con ellos puesto que se tratan de exfranquiciados, apartados de su proyecto profesional. En su comunicado en el que desmienten la existencia de una trama de estafa.
Pero las voces discordantes no han tardado en hacerse oír. Las personas investigadas han confesado que ellos tan solo seguían las instrucciones que se emitían desde la dirección de la franquicia, que sus pasos pisaban sobre un camino ya construido y que los responsables son los que daban esas órdenes.