Ocurrió en las Navidades de 2012. Habían pasado 21 meses desde que cinco hombres entraran a su casa a robar. El expolicía Casimiro Villegas estaba derrotado, ya no aguantaba más, dice. Por eso pensó en quitarse la vida. Unas semanas antes el magistrado del juzgado número 7 de Dos Hermanas (Sevilla) le había procesado por un delito de lesiones de dolo eventual y por cuatro de lesiones graves.
Aquel día, cuando faltaba poco para acabar el año, Casimiro, ex policía local de Sevilla, entró en el cuarto de baño de su vivienda, puso su arma debajo de la barbilla, lo encaró hacia el techo y apretó el gatillo. Click.
El seguro del arma de Casimiro evitó que una bala le reventara la cabeza. Un instante después, su mujer, Estefanía Gallardo, entró en el baño, se acercó a él lentamente y le arrebató con suavidad la pistola.
Ahora han pasado casi siete años de aquel intento de suicidio de Casimiro. En marzo de 2019, cuando está previsto que se celebre el juicio por aquel suceso, se habrán cumplido ocho desde que cinco hombres encapuchados accedieron al chalet de este hombre para robarle. Casimiro, que dormía junto a su esposa, se despertó y se enfrentó a ellos. Primero a golpes y, ya al final, a tiros. Hirió de bala a tres de los delincuentes.
La Fiscalía de Sevilla pide 20 años de prisión para Casimiro Villegas. También exige que indemnice a los presuntos ladrones con 300.000 euros como su responsabilidad civil. Para los cuatro asaltantes de su casa -a uno no se le pudo identificar- solicita penas que van de los tres a los cinco años de reclusión.
En todo este tiempo, Casimiro se ha jubilado, se le han embargados todos sus bienes y la pensión, le han diagnosticado un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) y tiene una hernia discal a causa de los politraumatismos que le produjeron los asaltantes. Su mujer también padece TEPT por el estrés que vivió durante el asalto de aquella madrugada. Ahora, Casimiro y ella duermen cada noche con un cuchillo debajo de la almohada.
Los hechos
03.00 horas de la madrugada del 29 de marzo de 2011. Casimiro tenía previsto levantarse dos horas después porque a las 6.30 entraba en su puesto de la jefatura de la Policía Local de Sevilla. El despertado sonó, pero él ya no acudió más al trabajo.
Casimiro y su esposa, Estefanía, dormían en su chalet a las afueras de Dos Hermanas, en una zona de campo y de casas bajas. A mitad de noche, Casimiro escuchó un ruido, se levantó y fue a mirar son sigilo al salón. Allí se enfrentó a dos de los asaltantes, que vestían ropas oscuras y se cubrían los rostros con máscaras, según explica a EL ESPAÑOL el propio exagente.
“Me agarré a uno de ellos con todas mis fuerzas. Comenzó una pelea feroz en la que entraron en juego mi supervivencia y la de mi mujer”, asegura el hombre, de 54 años. Cuando ocurrieron los hechos tenía 47.
Casimiro logró zafarse de los asaltantes. Lo hizo con puñetazos y mordiscos. Según cuenta, mientras uno lo tuvo agarrado, éste le decía al otro: “Ve a por la escopeta. Dispara y mátalo. Dispara y mátalo”.
Cuando se deshizo de aquellos hombres, el por entonces policía local de Sevilla fue hasta su cuarto. Su mujer estaba paralizada y temblando. En ese momento, Casimiro empuñó su arma reglamentaria y se encaminó hacia la puerta de su chalet. Antes de llegar, entre el lavadero y el pasillo, se topó con otro asaltante. Se lo quitó de encima golpeándole con su revólver.
Casimiro consiguió llegar hasta la puerta principal de su casa. Desde allí vio una furgoneta industrial en el interior de su parcela. Comenzó a gritar en repetidas ocasiones: “Alto, policía. Alto, soy policía”, recuerda. A su vez, alguien chillaba también: “¡Dispara, dispara... mátalo!”. Todo le era confuso. El corazón parecía que se le iba a salir por la boca.
"Por instinto de supervivencia"
Fatigado, casi exhausto, Casimiro vio delante de él a uno de los asaltantes. Le estaba encañonando con un arma, aunque no apretó el gatillo. Sin embargo, segundos después alguien le disparó desde otro punto. “Oí un disparo y, por mero instinto de supervivencia, abrí fuego contra la furgoneta. Quería inutilizarla, pero no conseguí alcanzar a las ruedas. Las balas, por lo que se ve, impactaron en la carrocería”.
Los asaltantes lograron salir de la parcela de Casimiro con la furgoneta. Durante su huida, se enfrentó a tiros con uno de ellos, que lo hirió. Luego llamó a la Policía Local, activó un operativo y dio directrices para encontrar a los ladrones. Después, se desmayó.
A tres de los asaltantes se les detuvo 45 minutos después del acceso violento a la casa de Casimiro. Al cuarto, dos días más tarde, cuando se presentó en el ambulatorio para que le curaran una herida de bala.
La Policía Científica no halló restos de sangre. Sin embargo, sí que encontraron la huella de la suela de la zapatilla de una quinta persona en la televisión de la casa de Casimiro. No se le ha podido identificar en todo este tiempo porque carece de antecedentes y no existen muestras previas con las que cotejar los resultados. En todo este tiempo, esa persona no ha podido ser detenida.
"Han tratado a Casimiro como culpable"
El asalto a la casa de Casimiro Villegas y su mujer duró entre ocho y diez minutos, según un informe pericial. Él acabó herido con varios politraumatismos. Tres de los ladrones sufrieron heridas de bala. Un cuarto presentaba un mordisco en la nariz.
Cuando declararon, dijeron que Casimiro era un policía corrupto con vínculos con el narcotráfico, que ellos entraron allí a cobrar una deuda y que él mismo les abrió la puerta, aunque hay evidencias de que forzaron cerraduras y reventaron cristales.
En marzo, la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla acoge la celebración de las cuatro sesiones del juicio. Casimiro Villegas cambió de abogado en junio de este año. Contrató a Luis Romero, abogado penalista y doctor en Derecho además de profesor y director de la Clínica Legal Penal de la Universidad de Sevilla.
Los cuatro asaltantes del domicilio del exagente entraron unos meses en prisión. Luego, el juez les dejó en libertad condicional. Romero solicitará para su defendido la absolución de todos los cargos al entender que Casimiro Villegas actuó en legítima defensa.
"Solicitaré las eximentes de legítima defensa y miedo insuperable, además de otras atenuantes. En mi opinión, tanto el juez de instrucción como la fiscal de Dos Hermanas trataron desde el principio a Casimiro como un culpable más que como a una víctima. Y a los ladrones, como víctimas", explica el abogado Luis Romero.