Los meses siguientes al asesinato de Iván Castro Verdejo, Marta R.N., la que durante años había sido su pareja, rompió todo contacto con su familia. El cambio fue radical: cuando se cruzaba con ellos por la calle, en pleno centro de Langreo (Asturias), agachaba la cabeza, avergonzada de quién sabe qué. El hermano del fallecido se la encontró varias veces pero la joven, nerviosa, pasaba sin saludar. Daba la vuelta para evitarle, para no entablar diálogo. No volvió a hablar con ellos tras el crimen. En la esquela del joven, según ha podido saber EL ESPAÑOL, fue la única que no permitió que apareciesen sus apellidos. La familia de Iván comenzó a sospechar.
El cadáver de Iván apareció en su propio garaje con un disparo en el costado y otro en la cabeza el pasado 7 de diciembre. Había sido asesinado. El crimen llevaba diez meses en punto muerto, sin novedades, sin datos que ayudaran a resolverlo. Marta vivió durante dos años con él. Llevaban 16 de relación. Tan solo dos días después del crimen, recogió sus cosas del piso y se marchó de Langreo. Se fue a Oviedo y, a la semana, ya estaba viviendo con Nelson, su amante, el autor de los disparos que tumbaron a Iván para siempre.
Ahora, gracias a las labores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional, han caído quienes son considerados los autores del crimen: la propia Marta y Nelson, taxista, 42 años. Este último ha reconocido los hechos. En ambos detenidos, según los investigadores, se advierte una clara "voluntad homicida".
El Jefe Superior de Policía de Asturias, Jesús Herranz Yubero, es el encargado de explicar lo sucedido: "A día de hoy podemos decir que el móvil era de tipo pasional. Hubo tres disparos y uno en la cabeza, se querían asegurar la muerte de la víctima".
Ambos mantenían una relación amorosa cuyo inicio se remonta meses antes del asesinato. Según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes de la familia, fue Nelson quien apretó el gatillo, quien acabó con la vida de Iván: lo ha reconocido ante los investigadores. “A mí me extrañó cuando me enteré de que tenía pareja de nuevo. Tampoco quise meter la pata, ni preguntar, porque estaba la policía metida en medio. El taxista la iba a recoger a todas partes, la llevaba de un lado para otro”, explica a EL ESPAÑOL uno de los miembros de la familia del asesinado.
El crimen causó una gran conmoción en la localidad asturiana el pasado mes de diciembre y la está causando ahora. Las tres partes del triángulo mortal que desembocó en el asesinato del novio eran muy conocidas en Langreo.
Una ejecución
El crimen fue perpetrado a la vista de todos. A plena luz del día. A las seis y media de la tarde del pasado siete de diciembre, Iván salió de su casa en dirección a su garaje para coger el coche. Iba cómodo: chándal, camiseta, zapatillas deportivas. El garaje se encuentra en el número 8 de la calle Ingeniero Fernández Casariego, en el barrio de La Felguera.
Esa tarde, Iván decidió bajar a dar una vuelta. Según cuentan sus familiares, Marta le dijo: "Cuando vuelvas, avísame". El asintió y cerró la puerta de casa.
A su vuelta, de nuevo en el garaje, después de aparcar el coche, acabaron con su vida. Allí estaba Nelson, un taxista portugués del barrio, seguramente escondido entre las sombras. Iván no lo sabía, pero aquel hombre ya mantenía una relación sentimental con su pareja, con Marta, la mujer con la que convivía y cuya relación venía de muchos años atrás. “Alguien tuvo que abrirle”, apuntan desde la familia del joven asesinado. El único modo de acceder a la cochera era que alguien le hubiese abierto la puerta minutos antes o que él mismo tuviese una copia de las llaves.
Allí acabó con su vida. Lo hizo con una pistola. Apretó tres veces el gatillo: dos disparos fueron directos al torso, el tercero a la cabeza. El cuerpo de Iván cayó al suelo como un saco de plomo y ya nunca se volvió a mover. Nelson desapareció del lugar poco después sin que su presencia fuese advertida. Se desconoce si había alguien más dentro del garaje.
Apenas una hora después se produce el macabro hallazgo. Una pareja accede al interior del local con el fin de aparcar su vehículo. Nada más abrir la puerta se topan de frente con el cadáver de Iván tirado en el suelo, plagado de sangre, inmóvil e inerme.
La familia no se lo podía creer. Su hermano fue el primero en acudir al lugar de los hechos. La segunda en llegar fue la propia Marta, la novia. A la familia le contó que Iván había salido de casa horas antes y que ella había estado allí todo el tiempo. Que no se había enterao de nada.
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La vivienda se encuentra a poco más de cien metros del lugar del crimen, pero la joven no escuchó nada. Desde la ventana de la casa que ambos compartían se puede observar la puerta de entrada al garaje. Dice que no oyó los disparos, ni tampoco el revuelo que se generó con el hallazgo del cuerpo.
En el lugar del crimen se hallaron muy pocas pistas, y por eso se ha tardado tanto tiempo en dar con los presuntos autores del asesinato. El arma, diez meses después, todavía no ha aparecido. Los agentes de la UDEV continñuan buscándola.
El hermano del joven asesinado lleva todo el día enervado, cabreado por lo que ha ocurrido y por ver cómo una sospecha se ha convertido finalmente en una realidad. "Me ha recordado un poco a lo que pasó en Valencia, a lo de Maje. Estamos todos en shock".
Un joven ejemplar
“Yo estoy flipando un poco en el sentido de que no me sorprende porque ya sospechaba de ella. Lo que si te digo es que lo que impresiona es que lo sucedido sea verdad”. El hermano de Iván, el fallecido, relata a EL ESPAÑOL cómo han vivido él y su familia estos meses, en vilo, sin respuestas y con muchas preguntas que realizar para despejar las incógnitas. Todas ellas ahora parece que van quedando resueltas.
Iván se llama, en realidad Iván Lapa Castro. Había decidido tiempo atrás utilizar solo los apellidos de su madre y por eso se los cambió. Apenas alcanzaba la treintena. Era un gran aficionado a los coches de carreras. Se retiró del trabajo en el que era feliz cuando se le diagnosticó, años atrás, una leucemia con la que peleó hasta lograr vencerla. Iván logró superar la enfermedad, aunque quedó marcado para siempre. Llevaba dos años viviendo con Marta en la casa que compartían y delante de la cual le quitaron la vida.
Desde la familia de Iván todavía recuerdan el número que Marta montó el día del entierro. "No dejaba de llorar, de gritar. Hasta se intentó abrazar al ataúd. Esa actitud nos extrañó y ahora atamos todos los cabos".
Ahora, los agentes que investigan el caso tratan de definir su grado de responsabilidad en el crimen: si fue tan solo encubridora, si estaba en la escena, si participó de forma activa, si abrió el garaje paa que Nelson entrara, etc. Los agentes todavía no lo tienen claro. Eso sí, ella se encuentra, como su amante, en prisión.