Había llegado con algunas copas de más tras una noche entera de fiesta. En el piso estaba su madre, Joy Mariana Villavicencio Gómez, 49 años, desvelada, impaciente por su regreso. El joven de 19 años Henry Williams Villavicencio volvía de juerga a horas intempestivas. Eran las cinco y media de la mañana cuando, la madrugada de este pasado martes en el número 8 de la calle Hilarión Eslava, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla), sucedió lo peor que podía suceder. Un hijo matando a una madre.
Qué horas son estas, le debió de recriminar Mariana a su hijo. Fue el desencadenante de la bronca, y de la paliza. Que le dijese la hora de llegada debió de ser algo que no le hizo gracia a Henry. La conversación comenzó a subir de tono en ese momento y hasta el instante de la paliza. Algunos vecinos alcanzaron a escuchar los primeros gritos. Después, Henry mató a su madre a golpes.
La alarma no saltó hasta las nueve y media de la mañana. Varias horas después, Mariana estaba muerta, su hijo detenido por la policía y el pueblo sevillano, roto por completo. Ha ingresado en prisión como presunto autor del crimen, de la muerte de su madre. Fue él quien indicó a los agentes la estancia de la casa en la que se encontraba el cuerpo de la fallecida.
Avisó por whatsapp a su hermano
La calle Hilarión Eslava no es demasiado alargada. Se trata de uno de esos callejones sin salida que desembocan en un punto ciego. Las casas están pegadas entre sí y son bajas, formadas, como mucho, por dos alturas. No hay un solo bar en todo el tramo, y apenas se da tránsito de vehículos, con lo que la noche resulta silenciosa en esta zona del pueblo. Aún así, casi nadie escuchó nada de lo ocurrido en una de esas viviendas, en la que vivían Henry y uno de sus hermanos mayores. En la que ocurrió el crimen.
Sobre las once de la mañana era detenido. Salió esposado de su portal seis horas después de quitarle la vida a su madre a base de golpes. Fue una auténtica paliza. El cadáver de la mujer presentaba diversas contusiones, varias de ellas en la cabeza.
Tenía una bastante grave, y quizás fue la que le ocasionó la muerte. Según fuentes cercanas al caso, había dentro de la casa rastros de sangre y objetos tirados por el suelo. El signo inequívoco de que se produjo un enorme forcejeo. Cuando le detuvieron, Henry todavía sangraba por la mano.
Cuentan a EL ESPAÑOL varios vecinos cercanos a la familia que Henry se despertó horas después, a eso de las nueve de la mañana. Estaba cubierto de manchas de sangre. Su madre yacía muerta en el suelo de la vivienda. No se movía. Avisó entonces a su hermano con un mensaje de whatsapp de la barbaridad que acababa de cometer.
Este, a su vez, alertó en ese instante a la Policía Local, cuyos agentes se presentaron en la casa en los minutos posteriores a la llamada. Fueron ellos quienes se llevaron a Henry esposado. No ofreció resistencia.
15 años en España
Mariana trabajaba desde hacía años en una empresa de ayuda a domicilio de la zona. Llevaba 15 años viviendo en Alcalá de Guadaíra, la localidad sevillana. Llegó a ella con sus tres hijos desde su ecuador natal, desde la región de Guayaquil, donde aún reside la mayoría de su familia. Llegó desde allí en busca de una oportunidad laboral. Las cosas salieron bien y pudieron asentarse. Tanto ella como sus hijos consiguieron hace ya muchos años la doble nacionalidad.
En 2016, según datos públicos de la Junta de Andalucía, Mariana solicitó el programa de Solidaridad de los Andaluces para la Erradicación de la Marginación y la Desigualdad. Se lo terminaron concediendo.
Ningún miembro de la familia había causado nunca un solo problema en todos estos años. Ni Henry ni tampoco sus hermanos mayores. El joven parricida, de hecho, no tenía antecedentes penales. Cuentan dos vecinos a EL ESPAÑOL que esa siempre había sido la calle en la que vivían y en la que jugaban de niños.
Ahora vivían allí el propio Henry y uno de sus hermanos. Mariana, madre y víctima, no convivía con ellos, pero se pasaba mucho por el piso de ambos. La noche antes de morir estaba ya en la casa de la calle Hilarión Eslava. Fueron sus últimas horas de vida.
Estado de embriaguez
Casi todos los vecinos de la calle Hilarión Eslava conocían a Mariana, a su hijo Henry y al resto de la familia. No había un trato cercano, pero se conocían y se respetaban. “Yo nunca le he visto ni un cigarro ni una cerveza en mano”, explicaba este miércoles uno de los vecinos a Abc Sevilla.
El joven estudiaba en el Instituto Albero. No tenía problemas de relacionarse con nadie y se encontraba perfectamente integrado.
Otros comentan, en conversación telefónica con EL ESPAÑOL, que el estado de embriaguez del joven pudo haber sido el desencadenante, así como su tardía llegada a la vivienda. A su llegada, comenzó la discusión, la pelea y el ataque.
Este miércoles, a las 12, las banderas del ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra ondeaban a media asta. Se guardó un religioso minuto de silencio por la muerte de Mariana, una de sus vecinas. Mientras tanto, casi al mismo tiempo, en la casa familiar se producía la reconstrucción del crimen. El joven Henry volvía al número 8 de la calle Hilarión Eslava a recrear lo ocurrido en la casa donde, la madrugada anterior, había dado rienda suelta a la ira contra su madre.