El caso del asesinato de quien era concejal de Izquierda Unida, Javier Ardines, en el ayuntamiento de Llanes da hoy un vuelco cuyas consecuencias parece que se conocerán en las próximas semanas. Los agentes de la Guardia Civil encargados de investigar el crimen perpetrado el pasado 16 de agosto a las puertas de su casa han estado analizando las muestras biológicas obtenidas en las inmediaciones del lugar donde Ardines fue asesinado.
Según publica esta misma mañana el periódico La Nueva España, los funcionarios trabajan sobre estas pruebas de forma ardua. La hipótesis se alejaría, ahora, de las motivaciones políticas del concejal, para centrarse en otro campo, en una posible motivación sentimental del crimen, hacia la cual EL ESPAÑOL ya apuntaba hace varias semanas.
Como ya contaron varios miembros de la familia del concejal a este periódico, a Ardines no lo asesinó una sola persona. Fueron varios sujetos quienes le esperaron aquella mañana a las puertas de su casa, quienes colocaron las vallas en el camino que dirige a su vivienda para obstaculizar su salida, para que saliese de su coche a apartarlas, aprovechando entonces ese momento para atacarle y provocarle la muerte.
Una persona de fuera de Asturias
Este modus operandi habla, cómo no, de la premeditación de un crimen que ha consternado a la política asturiana. Solo hubo un testigo que presenciase los hechos. Estos acaecieron en torno a las seis de la mañana, cuando el concejal se despertaba para acudir a su puesto de trabajo, a faenar en el barco en el que salía de pesca todos los días.
Ese testigo, un vecino de la zona, ni siquiera pudo ver lo que sucedía; reveló a los agentes que había escuchado voces justamente a esa misma hora en el camino a la casa del concejal. Minutos después fue él quien localizó el cuerpo sin vida del edil. Estaba abandonado a 70 metros de su coche. Le habían golpeado en la cabeza y después le habían estrangulado.
Los agentes de la investigación siempre han manejado como probables y posibles dos móviles de forma más intensa: por un lado, un asesinato motivado por su labor al frente del ayuntamiento como concejal. Por otro, un móvil pasional o sentimental, que ahora parece cobrar fuerza. Lo que sí que se ha podido descartar es que el crimen fuera perpetrado por sicarios profesionales. Todo apunta a una persona de fuera de Asturias.