San Pedro Sula (Honduras) fue considerada la ciudad más violenta del mundo en 2013, tras haber registrado casi 1.500 homicidios. Aquel año, una joven llamada Heidi Paz cumplía 20 años y decidía emigrar a España buscando una vida mejor, lejos de asesinatos. No se imaginaba Heidi que iba a ser en Madrid, en la vieja y segura Europa, donde la acabasen asesinando y descuartizando.
Heidi Paz Bulnes, de 25 años, es la persona cuyos restos aparecieron en julio de este año el interior de una maleta, ardiendo, en una nave de un polígono industrial de Usera. La joven había entablado una relación sentimental un año antes con el que se fuera su jefe, César Román Viruete. Él era propietario del restaurante El Rey del Cachopo y ella trabajaba como camarera. Ella desapareció en julio. Él desapareció en julio. Ella en agosto. A él lo han detenido esta semana en Zaragoza, oculto tras una nueva identidad. Ella está muerta.
Heidi Paz, ‘La Flaca’ como le llamaban en su Honduras natal, se crió en el sector Satélite de San Pedro Sula y tenía 7 hermanos. En 2013 emigró a España, dejando en su país a sus dos hijos pequeños. Una niña de 9 y uno de 3. Heidi fue madre con 16 años y estaba acostumbrada a luchar. Su objetivo era regularizar su situación en España y traerse a su familia lejos de las balas de San Pedro Sula. Por fin, 5 años y mil trabajos después de su llegada a nuestro país, había conseguido legalizar su documentación. El siguiente paso era traerse a los niños.
Iba a ir a Honduras en noviembre
Iba a ir a verlos este mismo mes. Heidi había comunicado a sus familiares residentes en San Pedro Sula que viajaría en noviembre para visitarlos. Así lo explica La Prensa hondureña. Los niños están al cuidado de sus padres y sus hermanas, y así iban a seguir hasta que Heidi consiguiese llevárselos a Madrid. Así lo había comunicado en su entorno.
Lo que no dijo fue que se había echado novio y que era su jefe. En sus redes sociales nunca lo mencionaba y el único chico que salía allí besándola era su expareja, un hondureño llamado Marcelo, alto, musculado y moreno. Todo lo contrario a su novio español, César, que era rubio, pálido y que a duras penas pasaba del metro y medio.
"Ella antes de irse terminó con el padre de sus hijos, pero nunca supimos de esta nueva pareja. Seguramente él se enamoró de ella cuando trabajaba en el restaurante, porque ella era muy bonita. Estamos destrozados con esta terrible noticia. Queremos que el gobierno nos ayude porque no tenemos dinero para hacer todo el proceso de repatriación y le piden a la madre 45.000 euros", declaró Olga Paz, hermana de Heidi, a La Prensa.
César presumía de novia
A César, en cambio, sí que le gustaba presumir de novia en redes. Una chica joven, bella y siempre sonriente. Más alta que él, en dichas fotos nunca se apreciaba la diferencia de altura. César siempre estuvo acomplejado por ese rasgo físico.
Se conocieron hace poco más de un año. Ella era una persona que agradable y afable en el trato con la clientela. César, mentiroso compulsivo y vendedor de humo, le echó el ojo enseguida. La metió a trabajar en uno de los restaurantes y empezó a cortejarla, hasta que la sedujo. Mantuvieron una relación de varios meses, de la que ella en ningún momento hizo gala en redes. Ni siquiera lo dijo a sus familiares. Sólo a sus amistades más cercanas.
Heidi hablaba constantemente con su familia en Honduras, para saber de sus hijos. A principios de verano les comunicó que viajaría al país centroamericano en noviembre. Volvía una vez al año siempre que las circunstancias se lo permitían. Seguía muy apegada a su gente. Por eso en su entorno extrañó que se le perdiese la pista a finales de julio.
Un cadáver en una maleta
Una semana más tarde desaparecía, con un halo de misterio, su novio César. Empresario, sucedáneo de político, exfalangista y embustero por naturaleza. Y. entretanto, en una nave de un polígono industrial de Usera (Madrid) aparecía el cuerpo desmembrado de una mujer. Su torso aparecía dentro de una maleta, al lado de un fuego. Aunque a priori la desaparición de Heidi y este hallazgo no tenían relación, la policía empezó a investigar y dio con que la nave estaba alquilada por César.
El conocido como Rey del Cachopo tenía multitud de acreedores y enemigos, por lo que la primera hipótesis que se barajó para explicar su repentina desaparición era que huyó acuciado por las deudas. Otra explicación posible era que hubiese sido víctima de un ajuste de cuentas. De Heidi no se sabía absolutamente nada.
Le perdió la boca
Finalmente, los análisis forenses determinaron que los restos humanos aparecidos en Usera pertenecían a Heidi Paz. Pocos días más tarde, la policía detenía en Zaragoza a César. Estaba trabajando de cocinero en el restaurante Gerardo de la capital aragonesa. Había cambiado su identidad, decía que era venezolano se había rapado la cabeza y se había dejado crecer una barba larga. Pero le perdió la boca. Enseguida empezó a presumir de que él era discípulo del chef vasco Juan Mari Arzak. Sus bravuconadas, unidas a su inconfundible baja estatura, acabaron por encender la bombilla de la dueña del restaurante.
La investigación sigue en curso, pero la principal hipótesis con la que trabaja la policía es con que César hubiese asesinado a su novia y después se hubiese intentado deshacer del cuerpo. Tras ello, emprendió una fuga a ninguna parte que acabó no muy lejos, a sólo 300 kilómetros de Madrid.
Heidi Paz Bulnes es la cuadragésimo segunda mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. En España, en 2018, también han sido asesinadas María José Pallarés, de 67 años; Anna María Giménez Martínez, de 48; Manoli Castillo, de 44; Maguette Mbeugou, de 25; Nuria Alonso, de 39; Nerea y Martina, de 6 y 4; María de los Ángeles Egea, de 41; Jhoesther López, de 32; Yésica Domínguez, de 29; Dolores Mínguez, de 60; Ivanka Petrova, de 60; Ana Belén Varela Ordóñez, de 50; Leyre González, de 21; María Isabel Alonso, de 62; María Judith Martins Alves, de 57; Paula Teresa Martín, de 40; Cristina Marín, de 24; Ati, de 48 ; María Isabel Fuente, de 84; Martha Arzamedia de Acuña, de 47; Raquel Díez Pérez, de 37; Jénnifer Hernández Salas, de 46; Laura Elisabeth Santacruz, de 26; Pilar Cabrerizo López, de 57; María Adela Fortes Molina, de 44; Paz Fernández Borrego, de 43; Dolores Vargas Silva, de 41; María del Carmen Ortega Segura, de 48; Patricia Zurita Pérez, de 40; Doris Valenzuela, de 39; María José Bejarano, de 43; Florentina Jiménez, de 69; Silvia Plaza Martín, de 34; María del Mar Contreras Chambó, de 21; Vanesa Santana Padilla, de 21; María Soledad Álvarez Rodríguez, de 49; Josefa Martínez Utrilla, de 43; Magdalena Moreira Alonso, de 47, María Blázquez Bravo, de 33 y una mujer de 40 años que no ha podido ser identificada.
La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas sólo en 2017. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.