Sucedió el pasado jueves, poco después del mediodía, antes del acto por la Constitución española que se celebraba en Girona. Un grupo de 200 miembros de los autodenominados Comités en Defensa de la República (CDR) aparecieron en escena para tratar de boicotear el evento.
La tensión en las calles de la ciudad era palpable desde primera hora del pasado seis de diciembre. Un grupo de los independentistas se dirigió a la Plaza Uno de Octubre, antaño plaza de la Constitució. Al llegar, comenzaron a lanzar vallas al suelo. Las arrojaron también contra los Mossos d´Esquadra.
Las provocaciones se sucedían de uno y de otro lado: mientras los CDR dedicaban su tiempo a quemar banderas de España, los manifestantes concentrados -entre los cuales había varios miembros de Vox- se pusieron a retirar lazos amarillos de los árboles de la plaza.
Al punto, la policía cargó. Fue toda una batalla campal. 15 agentes de los Mossos resultaron heridos al intentar frenar la entrada y los ataques de los independentistas. Pero sin duda, el momento más tenso de ese día fue recogido por los teléfonos móviles de varios de los presentes. Ocurrió con la entrada en escena de Álvaro de Marichalar, quien intentó introducirse en el meollo, en medio de donde estaba el grupo de los CDR.
Marichalar acudió con un amigo al acto en homenaje a la Constitución. "Me pidieron un discurso", asegura. Explica también que debieron de confundirse de camino. Que de repente, se vieron rodeados por los miembros de los CDR. En los vídeos que se difundieron sobre el instante, se le ve cómo retrocede y vuelve por donde había llegado. Perseguido por la turba, trata de escabullirse del lugar.
A continuación, EL ESPAÑOL publica íntegro el relato en primera persona de lo que le ocurrió. Este es su testimonio:
El pasado 6 de diciembre llegué a Gerona a las 11 de la mañana con la intención de asistir a la concentración del 40 Aniversario de la Constitución (convocada por diversas plataformas ciudadanas lideradas por “Borbonia”) a la que había sido invitado a participar.
Aparqué mi vehículo con el que había viajado desde Suiza en el aparcamiento del hotel Carlomagno.
Después me encontré con mi amigo gerundense Ramón Armengol, que se ofreció a acompañarme al lugar de la concentración en la Plaza de la Constitución. Por la mañana se habían producido cargas de los Mozos de Escuadra para vaciar la referida plaza que habían ocupado grupos de extremistas separatistas con la intención de boicotear la concentración constitucionalista autorizada.
Mi amigo equivocó el camino y nos perdimos, yendo a parar inesperadamente y por sorpresa a una calle llena de radicales separatistas.
"Podía oír los gritos de: 'Matadlo, matadlo'"
Antes de poder cambiar de dirección para evitarlos, fui reconocido por un individuo de mediana edad que se encontraba de pie en las inmediaciones de un bar junto a varias personas. Sostenía un vaso de vino que me tiró a la cara mientras pronunciaba mi apellido y me insultaba gravemente, a voz en grito. Al ver su violenta expresión de odio y comportamiento extraviado, decidí no responder. Traté de escapar del individuo y sus acompañantes, que también comenzaron a insultarme y a empujarme. Varias decenas de personas corrían hacia mí atraídas por los gritos. Traté de zafarme.
Mientras trataba de escapar, vi detrás a mi amigo Ramón, que no era atacado, siendo superado por el grupo -cada vez más numeroso- que seguía muy interesado y concentrado en perseguirme (con las peores intenciones).
En esto, el citado agresor (que también corría detrás de mí junto al grupo) me propinó un fortísimo empujón por la espalda y caí al suelo, haciéndome bastante daño en las manos y rodilla izquierda.
Ahí fui pateado por el grupo. Destrozaron mi móvil, que llevaba en el bolsillo trasero derecho del pantalón.
Como pude (y de forma milagrosa), logré levantarme y zafarme de toda esa manada de cobardes, echando a correr en dirección a la Plaza de la Constitución. Además de los insultos podía oír los gritos de “matadlo, matadlo...”.
Entre las hienas que me perseguían había dos personas que no me insultaban. Me decían que eran policías, que confiara en ellos y que corriera lo más rápido posible en dirección a la plaza sin separarme demasiado de ellos. Mientras escapaba, pude ver que los citados policías impidieron en varias ocasiones que mis perseguidores más cercanos pudieran derribarme. De haber conseguido tirarme al suelo por segunda vez, probablemente no estaría vivo hoy.
"La presencia de los policías fue una gran suerte"
Los policías llevaban en las manos un dispositivo de descargas eléctricas. Nunca había visto separatistas (o extremistas de cualquier signo) tan enajenados y cargados de odio. La presencia de los policías fue para mí una gran suerte y su actuación se desarrolló de forma absolutamente profesional e impecable.
Por fin, pude ponerme a salvo y quince minutos más tarde estaba pronunciando un discurso en la plaza, en el que agradecí la actuación de los Mozos de Escuadra leales a la Constitución y perdoné a mis compatriotas separatistas cobardes agresores. Los números de los agentes que me sacaron del tumulto son el 8029 y el 10055.
Al terminar la concentración, me acercé a una ambulancia que se encontraba estacionada en las inmediaciones para pedir un poco de agua oxigenada con la que limpiarme las heridas. Después me dirigí al centro de salud para que me viesen, me curasen y me hiciesen un parte de lesiones. Los dos médicos de guardia que me atendieron fueron amabilísimos conmigo y quedaron tristemente sorprendidos cuando les conté todo lo sucedido.
Queda patente que el Reino de España es hoy un estado fallido en Cataluña: todos los españoles tenemos el deber de movilizarnos para evitar que la banda organizada de traidores separatistas robe la Nación a la Nación.
También queda patente que muchísimos agentes de la policía autonómica catalana son leales a la Constitución, es decir, leales a todos los catalanes y al resto de españoles. Mozos de Escuadra que defienden a todos, independientemente de la ideología que tenga cada cual.