"Desde el principio, teníamos a Bernardo Montoya en cuenta como un sospechoso con mayúsculas". Prácticamente desde el minuto uno de la investigación, Bernardo Montoya estuvo en el punto de mira de los agentes de la Guardia Civil por la desaparición y asesinato de Laura Luelmo.
Ezequiel Romero, Coronel Jefe de la Comandancia de Huelva, y Jesús García Fustel, teniente coronel de la UCO, han comparecido ante los medios esta misma mañana para ofrecer novedades en torno a la investigación del asesinato de Laura Luelmo, la joven zamorana asesinada hace dos semanas en El Campillo (Huelva).
Había varios motivos que, si bien no constituían pruebas fehacientes del delito, les hicieron sospechar y mantener una vigilancia sobre él que fue incrementando conforme avanzaba la semana y se observaban sus movimientos. Esos motivos son: sus antecedentes, su proximidad a la víctima, su comportamiento huidizo, su localización y su posible ocultamiento en casa de algún familiar cercano.
Los agentes creen que Montoya la mató en el campo, y que cometió allí la agresión sexual. Que primero la golpeó contra el suelo y que la mató en el campo. Que la noche del 12 al 13, la de la desaparición, no estuvo encerrada en casa de Bernardo. Creen también que murió ese mismo día, por la tarde o por la noche. Se trata, eso sí, de un extremo todavía por confirmar a falta de que se conozca el informe definitivo de la autopsia.
La retención de Laura Luelmo
A las 16:22 del día de la desaparición, Laura envía el último mensaje a su pareja:" No sé si salir a andar. Hace un poco de viento". Su familia nunca vuelve a recibir comunicación con ella.
Ya con la denuncia presentada, al día siguiente, jueves, los agentes de la Guardia Civil se acercaron a la vivienda para comprobar que, efectivamente, Laura ya no estaba allí. A los pocos minutos, cuando abandonan la casa con los familiares, observan a una persona al fondo saliendo de su casa con una canasta y una manta. Es Bernardo. A esa hora, según los investigadores de la Benemérita, ya ha cometido el crimen.
En ese momento, los agentes le interrogan y le preguntan si conoce a una joven que días atrás se había instalado en el lugar. Bernardo dice que ni idea. Acto seguido, le toman los datos y se marchan de allí.
Desde la central, a los agentes que están en Huelva les llega el historial de Montoya, que incluía un asesinato 23 años atrás por el que había cumplido una larga condena. Es por eso que comenzaron a seguir sus pasos, aunque sin perder de vista el resto de las posibles opciones.
Los movimientos sospechosos de Bernardo hicieron que, días después se le detuviese en la entrada a El Campillo. Bernardo iba en el vehículo con el que se le habían detectado movimientos sospechosos en los días anteriores. En cuanto se percató de que le seguían, Bernardo se bajó del coche, lo dejó en un aparte y echó andar hacia el campo. Allí después le detuvieron. Horas después, el principal sospechoso confesaba los hechos.