"Felipe ponte guapo", es una frase que ha perseguido al Rey toda su vida. Es lo que le coreaban sus compañeros del colegio Santa María de los Rosales cada primer día de curso cuando sus padres, don Juan Carlos y doña Sofía, lo llevaban a la escuela y cientos de fotógrafos les esperaban en la puerta para inmortalizar el momento. "Eran otros tiempos, ahora todo el mundo tiene un móvil. Son muy pequeñas, hay tiempo para todo. Hay que dejarla crecer de la forma más tranquila posible, ya os cansaréis de verla", comentaba Felipe VI hace algunos años en los Premios Princesa de Asturias cuando los periodistas reclamaban la presencia de la titular de los galardones en Oviedo.
Aunque son muchos los que aseguran que es la Reina Letizia la que se comporta como un pastor cuidando a sus corderitos con lo que respecta a la privacidad de sus hijas, Leonor y Sofía, la verdad es que es su marido el que quiere mantenerlas el mayor tiempo posible en la burbuja de seguridad y control que supone el recinto de Zarzuela.
Una infancia marcada por la presión
La infancia del hijo de Juan Carlos y Sofía estuvo marcada por la presión. Primero fue Infante, hijo de un Príncipe, durante la época en la que Franco deshojaba la margarita sobre su heredero. Luego, ya con seis años, pasó a ser Príncipe, hijo del primer Rey de la nueva monarquía parlamentaria. Los españoles tenían que conocer a la nueva Familia Real, tras 40 años con los Franco como el modelo a seguir, ahora las miradas se centraban también en El Pardo, pero a unos tres kilómetros del Palacio, en el antiguo pabellón de caza, rebautizado y reformado como Zarzuela.
Cualquier gesto era importante y la Reina Sofía lo sabía. En una época en la que la televisión empezaba a tener fuerza, durante los años de la Transición, la reina emérita supo usarla como una buena amiga, invitando a las cámaras a su día a día, al colegio de sus hijos, a las ceremonias familiares, abriendo de par en par las puertas de sus vidas. Era un momento en que hacerlo era una necesidad real, los españoles tenían que conocer a don Juan Carlos, su nuevo Jefe del Estado, y aprender a querer a su familia. Claro, que aquel niño rubio de ojos azules de siete años era un verdadero príncipe de cuento, educado, reservado y misterioso. Las cámaras estuvieron delante en su primer día de colegio, le vimos en clase de gimnasia, cuando su padre le enseñó a montar en bici, cuando ayudaba, junto con sus hermanas Elena y Cristina, a su madre a hacer galletas… En un sinfín de escenas cotidianas, que le acercaban al pueblo.
Y esto es justo lo que no quiere Felipe VI para su hija Leonor. Siempre ha querido una infancia muy distinta a la suya para sus dos hijas, no sólo para la Princesa, también para la Infanta Sofía. No quiere que sus vidas vivan una continua exposición, por ahora no le parece necesario.
Pero la heredera ya tiene 13 años y son muchas las voces, de dentro y fuera de la Casa, que reclaman más presencia de la hija mayor de los Reyes en la vida pública de la familia. Felipe empieza a no negarse, pero poco a poco, nada que ver con cómo lo hizo él.
Con un ritmo distinto al de su padre
De hecho, si la princesa Leonor quisiera seguir los pasos de su padre -marcados por Juan Carlos I-, habría sido presentada como soldado de honor en el Regimiento de Infantería en el año 2014, cuando la Princesa Leonor cumplió nueve años A esa edad, su padre se colocó el uniforme reglamentario y se alistó como soldado de honor en el Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº1. Ocurrió el día de las Fuerzas Armadas (un 28 de mayo) pero del año 77, el mismo en el que Felipe de Borbón viajó a Covadonga para recibir la dignidad de príncipe de Asturias.
En aquella ocasión, el alistamiento del actual rey de España fue algo simbólico, honorífico y sin efecto real, pero le sirvió para familiarizarse con el ámbito castrense, pues años después se convertiría en el mando supremo de los Ejércitos. Felipe VI cumplía así con una tradición que también había seguido Alfonso XIII -quien se alistó con cinco años- y Alfonso XII -con solo dos años-, entre otros monarcas españoles.
Asimismo, han sido muy contadas las ocasiones en las que la princesa Leonor y la infanta Sofía han sido retratadas recorriendo junto a sus padres algunos puntos de la geografía española o incluso de fuera de nuestras fronteras, a diferencia de Felipe VI. Con 15 años e incluso antes, el entonces príncipe Felipe ya había viajado a Santiago de Compostela y Zaragoza con sus hermanas, había acudido en Colombia al 450 aniversario de la fundación de la ciudad de Cartagena de Indias, protagonizado ya su primera audiencia y acudido a unos funerales en Luxemburgo en representación de su padre. Sin embargo, en lo que respecta a las visitas oficiales, la princesa de Asturias no parece haber seguido los pasos del rey Felipe. La mayoría de instantáneas que existen de Leonor como ilustre visitante han tenido lugar en el marco de sus vacaciones estivales en Palma de Mallorca, cuando la Familia Real se ha dejado ver paseando por la Granja de Esporles o por Sóller, entre otros emblemáticos rincones.
Tras muchas deliberaciones, reuniones y conversaciones, el Rey Felipe ha aceptado que la etapa pública de su hija, la Princesa de Asturias, tenía que comenzar.
La maquinaria se puso en marcha hace casi un año, el 30 de enero de 2018, don Felipe celebraba su 50 cumpleaños cediéndole todo el protagonismo a su hija, en una ceremonia en el Palacio Real de Madrid, donde a la niña de 12 años se le entregó el Toisón de Oro. El acto tuvo un gran significado dinástico, porque simbolizaba la continuidad en la Heredera al Trono y porque era el primer acto oficial de calado que protagonizaba la Princesa de Asturias. Pero también fue algo emocional, por lo que implicaba que la niña de sus ojos fuera el centro de todas las miradas.
Cuando Leonor era un bebé, a su padre se le caía la baba, como popularmente se dice. "Es muy bonita, pero claro, no soy imparcial", decía entre risas en la recepción del 12 de octubre de 2006, cuando la pequeña no tenía ni un año. Un día en una fiesta coincidió con un antiguo compañero de colegio, amigo suyo durante la adolescencia que le dijo, en broma: "Hay que ver lo que cambia la vida, hace unos años nos volvíamos locos por las niñas de 20 años y ahora se te cae por una de un año". El Rey le contestó entre risas: "Además soy mucho más feliz".
"Las dos niñas son encantadoras, lo digo de verdad. Educadas y simpáticas, su padre las adora. Pero es cierto que con Leonor tiene una complicidad especial, la mira y se ve a sí mismo en el espejo, son muy parecidos físicamente y también de carácter", asegura un ex trabajador de la Casa, que también adjudica al tándem padre-hija adjetivos como "tímidos, tranquilos, de buen corazón, protectores de su gente, reflexivos y muy sensatos. Aunque un poco cabezotas cuando algo se les mete en la cabeza", añade.
A diferencia de la Reina Letizia, que ejerce de mala de la película e impone disciplina hasta en la comida, Felipe VI es un padre consentidor, a quien relaja enormemente estar con sus hijas. Algo que puede hacer sobre todo los fines de semana, que programa con ellas planes como ver cine en casa, senderismo por la sierra madrileña o escaparse en familia a algún lugar recóndito.
Leonor ha dado el pistoletazo de salida
Pero con la entrega del Toisón de Oro el pasado año, su presencia en Covadonga el pasado verano, el leer el primer artículo de la Constitución el día de su 13 cumpleaños y su posición en el estrado en el 40 aniversario de la Carta Magna en el Congreso de los Diputados, el pistoletazo de salida de Leonor ha sido dado.
Los Reyes han creado, con su equipo de Zarzuela, una especie de hoja de ruta a seguir por la heredera.
A la Princesa de Asturias le queda un lustro en el colegio, los planes de estudio que seguirá en el futuro no tienen que ser un calco de los que siguió su padre. Aunque Leonor podrá elegir lo que quiera estudiar según sus preferencias, lo cierto es que en los tiempos que corren, la idea que hay en la Casa es que curso algo referente a las nuevas tecnologías.
Lo que hará seguro igual que Felipe VI es estudiar un año en el extranjero, aunque todavía se desconoce el lugar exacto y el qué. De hecho, este verano las dos niñas se marcharon a hacer un campamento en los Estados Unidos, y aunque en época de su padre la prenda habría podido inmortalizar el lugar y retratarlas en su primer día, con ellas no se supo nada de nada.
Otro punto importante que estudia la Casa del Rey es la decisión de que reciba algún tipo de instrucción militar o no. La realidad es que el Ejército español ahora es íntegramente profesional y el servicio militar dejó hace años de ser obligatorio. Lo que, hasta el momento, tiene más papeletas de producirse es que la Princesa de Asturias haga algunos cursos que la familiarizaran con los aspectos más importantes del mundo castrense, pero sin pasar un año en cada una de las tres Academias Militares, como sí hiciera Felipe.
Pero todavía tiene el Rey otra preocupación más. Si su mujer, la Reina Letizia salió mal parada de la llamada Crisis de las Reinas en Palma de Mallorca, su hija también fue dañada. Su mal gesto hacia su abuela, que pudo estar provocado por muchas razones, al retirarle la mano del hombro, hizo que le cayeran críticas por todos lados. Esto dolió y mucho a su padre. En una época en que hasta un partido parlamentario no aplaude cuando el Jefe del Estado entra en el Congreso de los Diputados, como hizo Podemos en el acto del 40 aniversario de la Constitución, la imagen de la heredera tiene que quedar impoluta. La niña, de 13 años, tiene que seguir pareciéndole a gente una garantía de futuro para la Corona y parece qué tras el incidente del pasado mes de abril, los españoles le han perdido el cariño, el poco que le podían tener ya que es una gran desconocida para todos.
Así Felipe VI planea el futuro de su hija con la idea de que en los siguientes Premios Princesa de Asturias, con casi 14 años, pronuncie sus primeras palabras en público, escritas por ella, aunque ya irá dos años más tarde de lo que fue su padre.